Capítulo 27

89 5 0
                                    

El amanecer estaba lejos, la noche invernal le prometía a Marco más tiempo de oscuridad para sufrir sus propios pensamientos, tratar de imaginar los sufrimientos de la que en ese mismo instante dormía entre sus brazos era algo casi insoportable, sólo de tratar de recrear en su mente los abusos a los que fue sometida, recordar los detalles que le contó cuando estuvo más calmada lo hacían sentir espantado... no era justo para ningún ser humano un trato semejante, quizá solo para los causantes de tales sufrimientos, pero absurdamente eso nunca pasaría, el poder y el dinero eran un escudo eficaz en contra de la justicia y eso lo sabía perfectamente puesto que era un experto en hacer que la justicia de retorciera a favor de los que debían ser castigados. No podía hacer nada al respecto, él era apenas un pequeño eslabón en la cadena de delincuentes que hacían de la venta de seres humanos el negocio milmillonario que era, si se equivocaba estaba muerto, Sofía lo estaría también, su esposa correría peligro, así que lo único que podía hacer era actuar en micro, dedicarse a darle la mejor vida que podía a Sofía, o ¿acaso no la compró para eso? ¿no fue eso lo que lo impulsó a llevársela de aquella subasta? Lo que vio en ella, esa inocencia en sus ojos que lo hizo cometer el delito. "Debí liberarla" pensó al mismo instante que se preguntaba ¿Por qué la forcé? Arrepentido pensó en sus propias carencias en su propia vida repleta de vacíos y de falta de compañía, pensó en su esposa enferma y en cuanto le había afectado eso en lo personal, terminó por reconocer que vio en Sofía la oportunidad de suplir la compañía que tanto extrañaba, nada más olvidó contar con su aprobación. ¿Solución? Haría feliz a la joven, ella tendría que adaptarse a sus planes, pero la haría feliz y él por fin tendría un hijo, sería un final justo para tan desagradables circunstancias.

De regreso a Roma Marco esperaba esperanzado que Giannina no hubiera retrocedido en su avance rumbo a su estabilidad emocional por causa de su ausencia, no quería comenzar todo de nuevo, no tendría la paciencia que necesitó unos meses atrás para ayudar a su esposa a recuperar la salud perdida por causa de su bipolaridad, menos en el estado de ansiedad que le causa la nueva condición de su problema en Amalfi.
Frente a la puerta de su casa suspiró profundamente preparándose para cualquier escenario, detrás de esa puerta podría estar todo tal cual lo dejó unos días atrás o por el contrario podría estarlo esperando de nuevo la desolación, la tristeza y el trabajo que le tomaría levantar otra vez el ánimo de su esposa. Apenas entró sintió que había algo diferente, no se escuchaba nada, ninguna señal de que hubiera alguien en casa, Marco había avisado de su llegada apenas a minutos de llegar.
- Martina... -llamó cerrando la puerta tras de si- Gia...
Nadie salió a recibirlo, ni si quiera la parlanchina ama de llaves que siempre parecía estar preparada con un interminable reporte de todo lo que sucedía en su ausencia. Marco comenzó a inquietarse.
- ¿Marco eres tú?
Al escuchar la voz de Giannina Marco sintió que respiraba de nuevo, la situación seguía pareciendo extraña, pero por lo menos la sensación de miedo desapareció en el mismo instante en que escuchó la voz de su esposa llamándole la atención el tono dulce con la que le había hablado, por lo menos parecía que todo permaneció en orden durante los días en los que no estuvo para cuidarla. Aun así, se reservó de sentirse seguro, debía verla y constatar que ella se viera bien, que no hubiera señales de mala alimentación y muchos otros detalles que ya él conocía de memoria.
- Marco, te estoy esperando... ¡ven!
- Voy subiendo. -dijo siguiéndole la corriente a algo que parecía ser un juego de su esposa.
- Tengo una sorpresa para ti.
- ¿Qué es? -preguntó pisando cada peldaño de la escalera con deliberada lentitud acompañada con reservada desconfianza.
- ¡Amore! Si te lo digo no es sorpresa.
Los nervios de Marco comenzaron a tensarse de nuevo, no sabía que le esperaba dentro de su habitación, ¿Dónde estaba su suegra? Abrió la puerta poco a poco, no sabía que esperar, podría ser una escena dantesca o por el contrario algo muy trivial a lo que debía impresionarse para no decepcionar a Giannina.
Lo que vio no fue ni lo uno ni lo otro, su esposa lo esperaba sentada frente a su peinadora arreglando su cabello de forma muy natural. Marco escaneo rápidamente a su alrededor en busca de algo fuera de lo común, pero no encontró nada, repitió la acción sobre su esposa mientras la veía caminar sonriente hacia él, ella se veía bien, tenía buen color en sus mejillas, estaba limpia, bien vestida...
- Marco... -dijo antes de abrazar a su marido.
- Gia. ¿Dónde están tu madre y...?
- Les pedí que fueran a comprar cosas para la cena de esta noche. Quiero que sea muy especial.
- ¿Especial? ¿está todo bien?
- Mejor que nunca.
Giannina beso a su esposo con devoción, Marco devolvió el beso saboreando los labios de su bien amada deseando en silencio que no se rompiera la magia que parecía flotar en el aire, que todo eso fuera algo más que el preámbulo de otra crisis de bipolaridad de Gia.
- Ven. -dijo Gia tomándolo de la mano- siéntate conmigo, hay algo que quiero decirte.
Una sonrisa iluminaba el rostro de Giannina, Marco la siguió hasta el borde de la cama esperando a que ella dijera lo que fuera que tenía que decir.
- Te amo tanto Marco. -confesó mientras acariciaba el rostro de su esposo con infinita ternura- he esperado por este momento por mucho tiempo, ya hasta creí que no llegaría.
- ¿Qué es Gia? ¿Qué me tienes que decir?
Mil ideas se formaron en la mente de Marco, desde las cosas más espeluznantes hasta las menos importantes de las noticias se cruzaron es su cabeza haciendo que una extraña sensación de temor de filtrara en su pecho. Pero ella se veía bien, más cuerda de lo que se había visto en años, esperó a que ella por fin terminara con la incertidumbre.
- ¡Por fin! Amore, estoy embarazada.
La noticia golpeó a Marco como si una bola de demolición se hubiera estrellado contra su cabeza, incredulidad, felicidad, temor... mil sentimientos hicieron nacer en él mil sensaciones para las que no estaba preparado. ¿sería cierta tanta felicidad? No, con seguridad era producto de la imaginación de Gia, debía mantener la calma y averiguar de dónde había sacado Gia todo eso.
- Giannina, ¿Qué dices?
- Marco... vamos a tener un hijo. ¿no es tas feliz? -preguntó emocionada.
- ¿Sospechas que estas embarazada? Gia... -dijo con desilusión- ya esto había pasado una vez.
- No, estoy segura. Fui al médico ayer, mira.
Giannina buscó dentro de su mesa de noche, de allí sacó un sobre membretado con el nombre del médico ginecólogo que la había atendido desde siempre, se lo entregó a Marco viendo con emoción como lo abría y examinaba el contenido.
Dentro del sobre había unos análisis de sangre en donde se confirmaba el embarazo y la fotografía de un sonograma que hipnotizo a Marco, aunque no entendía por completo la imagen que reflejaba.
- Dos meses. ¿ves eso dentro del círculo más grande? -explicaba mientras señalaba la fotografía- ¡es nuestro hijo Marco!
Pero el abogado no podía articular palabra alguna, al parecer todo era cierto, tendría un hijo con su amada esposa, su deseo más grande se hacía realidad frente a sus ojos, la felicidad era absoluta, la necesidad de proteger esa nueva vida y a la madre lo arrolló convirtiéndose en un segundo en la prioridad número uno en su vida.
- ¿Tu estas bien? ¿Te sientes bien Gia?
- ¡Si! -respondió con lágrimas de felicidad resbalando sobre su rostro- me siento bien, mejor que nunca.
- ¿Estás segura?
- Claro que si Marco... ¿estas feliz?
Marco olvidándolo todo penetró profundamente en los ojos de Gia.
- Nunca había sido tan feliz.
- Te amo.
- Te amo. ¿tu madre lo sabe?
- No. quería que fueras t el primeo en saberlo y el que diera la noticia, por eso pedí que hicieran una cena especial esta noche. Vendrá papá y Antonio.
- Pero... ¿cómo es posible que no lo sepan? ¿Fuiste sola al doctor?
Giannina rio divertida.
- No sabes las que tuve que hacer para escaparme. Roberto me llevó.
- No debiste hacerlo amore... pero, no importa. Lo que importa es que estas bien. Que están bien. -dijo llevando una mano al vientre de su esposa.
- Te prometo que todo va a estar bajo control, después de que el niño nazca tomaré de nuevo la medicina y seremos muy felices.
- Si, todo va a estar bien mi amor.
Marco envolvió a Giannina con sus brazos, dentro de él los pensamientos bullían con fervor confundiéndolo, casi desesperándolo, ¿Qué haría con Sofia? El embarazo de Giannina significaba que no podría llevar a cabo su plan de mudarla de ciudad porque si la mudaba tendría que viajar por más tiempo y eso era exactamente lo que no estaba dispuesto a hacer, a menos que quisiera correr el riesgo trasladándola a Roma, de lo único que estaba seguro era que dejar sola a su esposa ahora que le daría un hijo era impensable, quería estar allí para ella, cuidarla a toda hora, vigilar que se alimentara...  su prioridad esta con Giannina, eso no necesitaba ser evaluado.
La cena fue alegre, aunque los invitados no tenían conocimiento del motivo por el cual estaban celebrando, Giannina se veía radiante y Marco no dejo de sonreír durante la velada.
- Entonces... -dijo Antonio al ver a Rosa entrar con las copas para el champán- ¿nos van a decir que celebramos hoy? O es de esas celebraciones sin motivo que...
- ¡Por supuesto que hay un motivo! -interrumpió Marco- estamos celebrando la vida.
Maco tomó la botella de champán de la hielera junto a él, comenzó a quitarle la envoltura al corcho mientras veía divertido los rostros expectantes en sus palabras a su alrededor.
- ¿Y por eso Gia llora mientras sonríe? -hizo notar el padre de Giannina.
- Si. -aseguró Marco- hoy mi querida Gia organizó esta cena para que pudiéramos darle la maravillosa noticia de que... ¡Giannina está embarazada!
Las caras a su alrededor abrieron los ojos como platos, inmediatamente aparecieron las sonrisas y las exclamaciones de alegría, el champán fue abierto y servido para los asistentes.
- ¡Gia que emoción! -exclamó Martina seguida por su esposo.
- ¡Es una bendición hija!
- Lo sé papá, ya estaba a punto de rendirme, pero sucedió y estoy muy feliz.
- Felicidades amigos -intervino Antonio- ustedes se merecen esta alegría.
- Gracias a todos. -dijo Marco tomando por la cintura a su esposa para acercarla más a él- ustedes son nuestra familia y ahora esperamos que sigan acompañándonos en este nuevo camino. ¡Ahora suban sus copas y brindemos por la futura mamá!
- ¡Salud! -exclamaron todos al unísono.
Mas tarde, cuando ya todos se habían retirado Marco quedó a solas con Antonio, ambos disfrutaban de lo que se había prometido ser el último brandi de la noche sentados en su estudio.
- Entonces... vas a ser papá. -dijo Antonio.
- Si. voy a tener un hijo.
- Ese tono no es de un hombre que se sienta digamos... eufórico. ¿Qué pasa? ¿Qué te preocupa?
- No es nada. -dijo con fastidio.
- Marco, te conozco mejor que tú mismo, habla conmigo.
Marco sabía que era verdad, Antonio lo conocía demasiado bien, no podía ocultarle nada.
- Para que te lo voy a negar, estoy preocupado. ¿Cómo voy a dejar sola a Gia Ahora?
Antonio espabiló todos sus sentidos al comprender cual era la preocupación de su amigo.
- ¿Acaso no compraste un pasaje para esa mujer?
- Si, lo hice. Pero no se irá.
- Por dios Marco... ¿Por qué?
- Ella también está embarazada. -dijo sin levantar la mirada de la copa en sus manos.
Antonio creyó haber oído mal lo que Marco le acababa de decir, no podía creer que eso era lo que en verdad estaba sucediendo.
- Estas de chiste hoy. – aseguró desestimando las palabras de su anfitrión.
- No. No estoy de chiste Antonio, ella está embarazada.
- Pero, aun así, pudiste enviarla de vuelta su país. ¿Por qué no lo hiciste?
- No quise hacerlo, esa es la única verdad. Quiero tener hijos Antonio y hasta esta mañana está seguro de que nunca lo tendría con Giannina...
- Pero ahora que tu esposa está embarazada puedes arreglar eso. Puedes hacer que interrumpan el embarazo y mandarla de vuelta con suficiente dinero como para que se olvide de todo.
- No, no quiero que aborte ni aun sabiendo que Gia está embarazada también.
- Entonces mándala de vuelta con su hijo incluido, dale mucho dinero como para que no le falte nada y listo. ¿Cómo pretendes tener dos hijos a la vez con dos mujeres distintas? Además, ¿el niño de ella también va a vivir encerrado en Amalfi?
- Le prometí que la trasladaría a otra ciudad. Ella tendrá una vida normal.
- Contándole a todo el mundo lo que le paso... bravo, Marco, estás pensando con mucha claridad -dijo cargado de sarcasmo- bravo, nos va a hundir a todos.
- No lo hará. Tu no la conoces.
Un brillo malicioso destelló en os ojos de Antonio, una idea rondaba en su cabeza.
- Marco, déjame a mi ocuparme de todo eso.
- No. tú la mandarías lo más lejos posible, y yo no quiero alejar a mi hijo.
- Te prometo que no lo haré, ese es tu asunto, yo sólo haría lo que tú me mandes y nada más. Solamente quiero ofrecerte mi ayuda para que no le faltes a tu esposa, así como he ido varias veces a llevar provisiones y a asegurarme que todo esté bien, así puedo buscarte un sitio conveniente y de tu agrado para llevarla allí.
Marco lo pensó por unos segundos, la idea no era mala del todo, necesitaba esa ayuda.
- Está bien, quizá necesito esa ayuda más de lo que quiero reconocer. Pero debes hacer exactamente lo que yo te diga.
- Claro que sí, no te preocupes hermano.

Delitos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora