Capítulo 10

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Sofía sentía nauseas, nunca se había imaginado que podía ser tratada con tan poca consideración, un par de horas después de comenzar la fiesta ya había sido evaluada, tocada, inspeccionada en sus partes más íntimas por varios hombres, los más repugnantes, un hombre obeso de mediana edad que la tocó groseramente entre sus piernas, asustada apretó todos sus músculos en un intento de evitar que esas manos gordas llegaran a su sexo, intento que solo divirtió al hombre que se separó de ella con una sonrisa divertida e los labios, minutos más tarde un anciano asiático que hizo lo mismo con cada una de las chicas, examinó su rostro evaluando sus facciones, luego la obligó a abrir su boca metiendo varios de sus dedos flacos y arrugados dentro de ella haciéndola salivar abundantemente por el asco que le producían esos dedos con sabor a nicotina en su lengua, algunos apenas la miraban desde unos pasos de distancia. Uno a uno pasaron frente a ella, uno a uno con sus miradas sucias sobre su cuerpo, hasta que el panorama se volvió más bizarro cuando una mujer a quien se le podrían calcular cerca de los cincuenta años, delgada, de cuerpo trabajado con ejercicios y evidente ayuda de un cirujano plástico, rubia platinada acicalada con un simple vestido de terciopelo negro y largo se acercó a ella despacio, observándola con detenimiento, nada había en ella que le repugnara como los otros hombres que la habían tocado durante la noche, nada a acepción de que era mujer y para Sofía era impensable el hecho de poder ser entregada a una mujer. Pensó que la dama pasaría de largo, prefirió pensar que era una curiosa y nada más, pero tuvo que dejar esos pensamientos de lado cuando la rubia se plantó frente a ella y acaricio su rostro con lascivia a lo que Sofía no pudo menos que estremecerse por el rechazo que le hizo sentir el contacto de esas manos, para empeorar la situación la rubia se sintió más atraída por Sofía y por su reacción de rechazo probando ir más allá aventurándose a meter en un movimiento rápido una mano por dentro del escote de la joven sacando fuera del vestido y acariciando groseramente uno de sus pechos, Sofía apenas sintió aquella mano intrusa sobre su piel cruzó instintivamente sus brazos sobre su pecho tratando de evadir el contacto y tapar su desnudez, la rubia ofendida dio un paso atrás sacando la mano del escote de Sofía para golpearla con la mano abierta en el rostro a modo de castigo llamando de inmediato la atención de Pavel a apenas unos metros de distancia.
- ¿Qué hiciste Sofía? – preguntó el ruso entre dientes acercándose rápidamente a ellas.
- ¡Ella me golpeó! – dijo rápidamente señalando a la rubia.
Sofía defendía su causa pensando que sería escuchada y comprendida por Pavel, pero en cambio la reacción del ruso fue castigarla golpeándola de nuevo en el otro lado del rostro, pero mucho más fuerte de lo que lo había hecho la mujer.
- Perdoner, il est le plus inexperte. (perdónala, es la más inexperta) – dijo Pavel en perfecto francés suavizando su expresión mientras le daba la espalda a Sofía dejándola con una sensación por completo desolada.

- Ne vous inquietez pas Pavel. ¿Parlons a' ce sujet? (no te preocupes Pavel. ¿Hablemos de ella?) concluyó la rubia tomando a su anfitrión del brazo para alejarse juntos mientras conversaban jovialmente.
Sofía de nuevo no comprendió ni una sola palabra de las que se dijo la pareja frente a ella, sólo pudo comprender la intención de la mujer por la forma que la miraba de reojo mientras se alejaba junto con Pavel. Humillada, con el rostro adolorido tenía la necesidad de llorar hasta sacar la rabia y la frustración que sentía por tener que quedarse allí soportándolo todo por temor a morir en manos de aquellos demonios de los que era prisionera cuando lo que realmente deseaba era escapar, correr por el salón con todas sus fuerzas hasta llegar a la salida, pero por mucho que lo deseara sabía que era una misión imposible, las puertas estaban fuertemente vigiladas por los hombres de Pavel y por los guardaespaldas de los invitados, aun sí lograra escapar estaba en un país desconocido donde no hablaba ni comprendía nada del idioma que allí se hablaba, no tenía ningún tipo de identificación y el clima era muy frio para ella, odió profundamente a la pareja que la había llevado hasta allí engañada con falsas promesas de un futuro mejor, se odió a si misma por haber sido tan inocente de no dudar de ellos, odió a Pavel Koslov por sentirse el dueño del mundo y odio a toda esa gente que creía que con su dinero tenían derecho a comprar vidas humanas para satisfacer sus más horribles pasiones y parafilias.
Inmersa en sus pensamientos Sofía comenzó a sentirse observada, tenía miedo de levantar los ojos para ver cómo se acercaba a ella alguna otra persona con ganas de tocarla groseramente o de exponerla a otra humillación como los demás, la sensación se prolongó durante unos segundos haciéndose más fuerte a cada momento, no quería mirar pero la fuerza de los ojos que la estudiaban era mucho más poderosa que su voluntad haciéndola levantar sus ojos llenos de odio lentamente para quedar atrapados de inmediato por otros ojos de un azul intenso que la miraban fijamente a pocos metros de distancia.
El hombre le sostenía la mirada con expresión inescrutable, dura, Sofía llegó a sentirse más invadida por esos ojos que por las manos que la habían tocado durante la noche, aun así, mantuvo la mirada altiva y retadora desahogando con ella todos los sentimientos que tenía atorados en su pecho. El intercambio de miradas apenas duro unos instantes, instantes que Sofía interpreto como horas en las que el mundo se detuvo haciendo del tiempo la herramienta equivocada para medir la profundidad dimensional del hoyo negro al que fue transportada en donde ni sus más fuertes sentimientos de odio y desprecio podían competir con el magnetismo de esos ojos azules a pocos metros de ella. El hechizo se rompió cuando él se dio la vuelta rompiendo el contacto visual dejándola de nuevo sola y con la sensación de haber sido abandonada de nuevo en medio de un nido de víboras humanas que se turnaban para mostrar sus colmillos llenos de veneno. Sofía lo siguió con la mirada para grabar en su mente cada detalle del enigmático hombre, su cuerpo, su seguridad al caminar, su rostro de rasgos fuertes, muy masculinas con toda seguridad un patán que compra mujeres" pensó la joven enfermera para salir definitivamente del trance en que se había sumergido tras notar la presencia de Marco. Así Sofía retomo su compostura, sacó fuerzas de la rabia para enderezar su espalda rogando al cielo para que fuera cual fuera su destino, el final llegara pronto, solo deseaba que la tortura de ser expuesta terminara.
Conforme pasaban las horas la noche se volvía más intensa a su alrededor, el consumo de alcohol y drogas ilegales era más evidente al tocar la madrugada, la música pasó a ser más estridente complementando la euforia colectiva que dominaba a los presentes, el elegante salón se había convertido en un prostíbulo donde se exhibían sin pudor el desenfreno y las más bajas pasiones de los invitados de Pavel, hombres acariciando y complaciendo a otros hombres, mujeres desnudas caminando libremente entre la gente, grupos de personas manoseándose a la vista de todos, todas escenas que para los ojos inocentes de Sofía que observaba todo desde la barra en donde permanecía sentada con el grupo de mujeres con las que había estado desde su llegada era algo que traspasaba la realidad, un cuadro completamente retorcido que le hacía creer que estaba alucinando narcotizada por los vapores de las drogas que flotaban en el pesado y asfixiante aire del salón, la frente comenzó a sudarle, las manos se les pusieron muy frías, Sofía sentía la necesidad de tomar agua, quizá comer algo puesto que al no permitirle moverse de ese sitio no había tenido oportunidad en todo el día de beber ni comer absolutamente nada.
El reloj de péndulo en el fondo del salón marcaban las tres de la madrugada, Pavel se acercó al centro del salón deteniéndose al frente de la gran chimenea, Sofía miró a su alrededor alertada, segura de que algo iba a pasar, a su lado apareció Berta a quien le costó unos segundo reconocer por su vestido elegante y su maquillaje que la hacían ver muy atractiva, se acercaron también varios de los hombres de Pavel, entre ellos aquel que había asesinado a la adolescente que para ese momento lucía un brazo envuelto
en un cabestrillo y varios moretones en el rostro, Sofía deseó con todas sus fuerzas que aquel daño se lo hubieran causado en castigo por lo que le hizo a la jovencita.

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