El consultorio del doctor se sentía acogedor, imágenes de mujeres embarazadas y de bebés pequeños eran el centro de atención de Marco, entre sus manos podía sentir las pequeñas manos de su esposa que se sentían frías y sudorosas.
- Estas nerviosa Gia... amore, debes calmarte. -dijo con dulzura al oído de Giannina.
- Estoy calmada. -aseguró.
- Y entonces ¿por qué te sudan las manos? -exclamó lleno de complicidad.
- No puedo ocultarte nada...
- No.
- Es nuestra primera ecografía.
- Será maravillosa, ya verás.
- ¿Y si no se ve nada? ¿y si se ve algo malo?
- Y si mejor tratas de disfrutar la experiencia... está todo bien Gia, el que estés nerviosa le hace daño al bebé.
- Tienes razón. No voy a pensar en cosas malas.
Minutos después la pareja había entrado a la sala de ecografías, una vez adentro una joven especialista los abordó presentándose y explicando lo que sucedería a continuación, Marco tomaba a su esposa de la mano en todo momento ofreciéndole su apoyo.
- Bien, la señora debe recostarse en esta camilla. -dijo señalando la pequeña cama situado a un lado de un moderno aparato con varios monitores e instrumentos de diversas formas.
Giannina hizo lo indicado por la profesional.
- ¿Está bien así? -preguntó una vez acostada.
- Si. perfecto, ahora por favor súbase la camisa y baje un poco su pantalón.
Marco ayudó a la tarea, las manos temblorosas de Giannina hacían ver esa sencilla acción como algo bastante complicado.
- Gracias. -dijo la sonriente ecografista -ahora voy a poner este gel sobre su vientre, ¡está algo frio no se sorprenda Por favor! – luego dijo dirigiendo su mirada a Marco- ¿podría apagar la luz?
- Si, por su puesto. -dijo buscando con la mirada el interruptor.
- Detrás de usted.
- Claro... ya lo vi.
- Es normal que estén nerviosos, es la primera ecografía ¿verdad? -preguntó.
- Si. -se apresuró a responder Marco.
La ecografista hacía anotaciones en el teclado de la máquina, datos incomprensibles para Marco que se esforzaba por parecer tranquilo frente a su esposa cuando en realidad se cargaba más y más de ansiedad con cada segundo que pasaba.
- Ahora si estamos listos. -aseguró la profesional colocando el pequeño aparato que tenía en sus manos sobre el vientre de Giannina que ya se comenzaba a ver abultado- aquí está...
En los tres monitores diferentemente posicionados apareció una imagen que dejó perpleja a la pareja, en colores sepia se podía apreciar claramente la imagen del pequeño ser humano que crecía dentro de Giannina, una creación perfecta de ambos que gracias a las imágenes en cuatro dimensiones podían apreciar con claridad cada detalle en el cuerpecito de su hijo no nacido.
Dos piernas, dos brazos, dos manos, una cabeza con rostro lleno de gestos que se movían saludando a sus padres recordándoles que los milagros si existían, y que la vida les estaba dando una nueva oportunidad de ser felices.
- Vamos a escuchar su corazón. -dijo la especialista.
Un segundo después el pequeño cuarto se inundó de un maravilloso sonio, un latido fuerte, regular y maravilloso proveniente del corazón el bebé.
Giannina se sintió embriagada por una sensación desconocida hasta ese momento para ella, una sensación de alegría y gratitud se apoderó de todo su ser haciéndola sentir grande, fuerte y capaz de enfrentar lo que sea por esa personita que crecía en su interior, por el contrario y contra todo pronóstico fue Marco quien se quebró en llanto, por primera vez en su vida lloró en público sin importarle que la ecografista pudiera pensar que hacía el ridículo, o que Giannina lo creyera débil, era su sueño más grande por fin realizado, tendría un hijo con el amor de su vida, su esposa. Por fin serian una familia.
Minutos más tarde y ya más calmados, con el espíritu lleno de esperanzas para el futuro el matrimonio recibía un CD con la grabación del ultrasonido junto con las observaciones pertinentes.
- Todo está muy bien. -aseguró la especialista en ecografía- el bebé se ve sano y acorde con las semanas de gestación que usted tiene.
- Dieciocho... -agregó Giannina.
- Exacto. -sonrió- ya está casi en la mitad del embarazo.
- ¿Alguna recomendación especial? -preguntó Marco.
- Las recomendaciones se las dará su médico obstetra, pero creo que no habrá mayor cosa, todo parece estar según lo esperado.
Días más tarde el obstetra corroboraba la impresión de la ecografista.
- Todo está muy bien, te felicito Giannina lo estás haciendo excelente. -aseguró el medico al final de la consulta.
- Doctor... ¿tiene alguna recomendación especial para Giannina? -preguntó Marco un poco nervioso como cada vez que acompañaba a su esposa a una consulta con el especialista.
- No Marco. Las recomendaciones son más para ti que para ella, debes estar tranquilo, todos pensábamos que al llegar este día sería Giannina quien estaría nerviosa, o angustiada, pero no. Eres tú quien esta angustiado todo el tiempo.
Giannina sentada al lado de su esposo no pudo reprimir su hilaridad, reía con ganas mientras lo miraba burlona.
- Amore... el doctor está diciendo que todo está bajo control. ¿Por qué tienes que insistir?
- Lo sé Gia... solamente quiero asegurarme de que hagamos todo bien.
- Quédate tranquilo, lo que Giannina tiene que hacer es seguir alimentándose balanceadamente, descansar, y tomarse las vitaminas que le receté y por supuesto asistir cada mes a sus controles.
- Y con respecto a su enfermedad doctor...
- Yo me siento muy bien Marco... debes dejar de preocuparte por eso. -aseguró Gia.
- Marco, a veces durante el embarazo los síntomas pueden exacerbarse, pero en otras ocasiones como parece ser el caso de tu esposa, también pueden apaciguarse. No te digo que no puede amanecer deprimida un día de estos, o por el contrario eufórica, pero hasta ahora Gia se ha mantenido estable así que no debes preocuparte por cosas que no han sucedido.
Marco miro avergonzado a Giannina, no quería hacerla sentir mal por su condición, pero le preocupaba por sobremanera la salud mental de su esposa y de cómo afectaría al niño en caso de que ella tuviera una crisis.
- ¿Lo ves? Amore, todo está y va a seguir estando bien.
- Perdóname, Gia, no quiero que te sientas mal por mis temores...
- No, al contrario. Me cuidas, y eso me hace feliz.
- Perfecto. ¿Todo aclarado? -preguntó el doctor animado.
- ¡Si! -contestaron Gia y Marco al unísono.
- Entonces nos vemos en un mes.
Sentado detrás de su escritorio Marco pensaba en el futuro, desesperaba por que pasara el tiempo que faltaba para que su hijo con Giannina naciera, sería emocionante saber el sexo del bebé puesto que lo habrían reservado para el final, lo mejor sería que Giannina podría comenzar de nuevo con su medicación y por fin sentirse tranquilo de que no habría más sorpresas ni sobresaltos en sus vidas.
- ¿Se puede pasar? –preguntó Antonio asomándose por la puerta.
- ¿Esperas que te invite?
- No. -dijo restándolo importancia a las palabras de Marco.
Antonio se sentó frente a él con ese aire resuelto que lo caracterizaba.
- ¿Cómo te fue?
- Bien. Todo está bien por allá, pero ella pregunta mucho por ti.
- El doctor ha ido para examinarla.
- Si. Fue una vez luego de la primera visita.
- ¿Sólo una vez? -dijo con curiosidad- debía ir una vez al mes. Voy a llamarlo para saber por qué no ha ido con regularidad. Me está cobrando una fortuna.
- Ella parece estar bien.
- Voy a ir la próxima semana.
- No sé si debas.
- ¿Por?
- Dejaras a Giannina sola.
- Solamente serán dos días, o tres como máximo. ¿Encontraste el sitio que te pedí?
- Estoy negociando una casa, es grande y cómoda, como a media hora de aquí.
- Está bien.
- ¿Estás seguro de esto Marco?
- ¿Qué otra cosa puedo hacer? No voy a dejar que se lleve al niño.
- Bueno, yo he hecho todo lo que me pediste.
- Gracias. Siempre he contado contigo. -dijo sonriendo con gratitud.
- Pero no estoy de acuerdo. -declaró levantando las manos.
- Antonio... es algo que debo hacer, ya me he portado suficientemente mal con ella como para abandonarla a su suerte. Debo hacer esto para calmar mi consciencia.
- ¿Y tú consciencia grita tan duro como para mantenerla a tu lado de por vida? Marco, la tendrás cerca de ti para siempre... no es tu consciencia la que te obliga, eres tú que no la quieres dejar ir. -aseguró observando a Marco cambiar de expresión en su rostro.
- ¿Y que si fuera así?
- Nada... solamente estarías poniéndonos en riesgo por el resto de nuestras vidas. Eso es todo.
- ¿Hasta cuándo con eso Antonio? Ya deberías de convencerte de que ella no va a hacer nada en nuestra contra. El niño es una garantía.
- Y con eso tú también te aseguras una amante sumisa para toda la vida.
- Para toda la vida no, quien sabe lo que nos depara el futuro. Decir para toda la vida es muy ambicioso.
- Como sea. Apenas tenga la respuesta de la casa te aviso.
- Gracias por todo lo que estás haciendo por mí.
- Te quiero, pero no lo hago por ti, créeme, es la única manera de estar cerca de ella y de corroborar que realmente no es una amenaza.
- ¡Baaa! -soltó riendo- te encantan estas cosas...
- Me encanta mantener mi cuello fuera de peligro.
La soledad era palpable, día a día Sofia se sentía más confundida sobre su destino. Cuando Marco le propuso quedarse a su lado creyó que era lo más indicado ¿Quién podría protegerla a ella y a su hijo? Nadie más que el... pero ¿había sido una propuesta o una resolución dispuesta por él? Si hubiera querido negarse no habría podido, así que realmente ella no había tenido opción, Marco seguía manteniéndola prisionera y además tenía de prisionero a su hijo. Para eso le habían servido las largas noches de soledad y silencio, para reflexionar sobre su verdadera realidad que sumado a las pequeñas conversaciones que había compartido con Antonio en las que en pocas y sutiles palabras le cambiaron su forma de ver las cosas con respecto a Marco, la última conversación en especial.
- Te deje lo que me pediste. -dijo Antonio caminando hacia la puerta.
- Gracias, pero antes de que se marche dígame algo... ¿él va a venir pronto?
- ¿Marco?
- Si. -respondió desviando la mirada avergonzada por demostrar algún interés por él.
- No lo sé. -dijo con malicia estudiando la reacción de la joven- Marco está muy ocupado por estos días. No me ha dicho nada de venir a verte. -terminó diciendo con algo petulancia.
Sofía se sintió desolada, un vacío casi doloroso se apoderó de su pecho provocándole unas profundas ganas de llorar. Pero no lo haría frente a ese hombre, no frente a él que la trataba con tanta indiferencia disfrazada de educación, demostrando sin pudor que no le importaba para nada los suplicios por los que ella estaba pasando.
Cansada posó sus manos sobre su vientre recordándose a sí misma que no estaba sola.
- Gracias por lo que me trajo. -agregó educadamente.
- ¿Necesitas otra cosa? Otras vitaminas, más ropa...
- Solo dígale a su amigo que no se olvide que estoy aquí.
- Sofia... yo puedo ayudarte.
- ¿Cómo podría? Ya mi vida no tiene remedio.
- No digas eso. Tu querrás ser libre de nuevo. ¿O me equivoco?
- Mejor voy a entrar a la casa. -dijo nerviosa por el camino que estaba tomando la conversación.
- Piénsalo. Yo puedo ayudarte. -fue lo último que dijo antes de que se cerrara la puerta frente a él dejándolo frustrado, malhumorado y despotricando para si por la testarudez de Marco al conservar a la mujer en su casa- maldita seas Marco... vas a hacer que nos maten a todos si esa mujercita habla.
Era una tarde preciosa, la primavera había traído consigo un clima agradable y el verdor a las montañas rocosas que rodeaban la costa, Sofia descubrió que alrededor de la casa comenzaban a florecer los arbustos otrora secos por el invierno, había descubierto con ello una especie de consuelo al salir cada tarde para ver como crecían las nuevas hojas y aparecían pequeños botones de flor que serían toda una sorpresa para ella cuando por fin pudiera descubrir sus colores y formas hasta entonces desconocidas a sus ojos; durante esos paseos hablaba sola imaginando que el hijo que crecía en su vientre la escuchaba con atención, en esas conversaciones le contaba acerca de su vida, de su país y del color de su mar, de lo que le Gustaba hacer y de la ilusión con la que lo esperaba... de muchas cosas menos de cómo había llegado a esas lejanas tierras ni de cómo había sucedido su historia con su padre, quizá algún día se le tendría que ocurrir algo decente que contarle, pero para eso debía pasar mucho tiempo y quien sabe cuántas cosas que le darían la pauta para tal historia.
- Entonces... -dijo después de una breve pausa mientras caminaba rozando con la punta de los dedos los arbustos- yo no sé en dónde vamos a vivir, pero espero que sea cerca del mar, me encanta el mar ¿te lo había dicho? Para mí, el mejor paseo del mundo era que me llevaran a la playa. Cuando seas grande yo te voy a llevar también, vamos a sentarnos en la arena, y haremos un hermoso castillo, para eso tenemos que llevar un tobo pequeño y una pala de plástico, tú serás el rey o la reina de ese castillo, yo estaré viendo como sonríes con tu carita iluminada por el sol...
El ruido de un auto al frente de la casa interrumpió su monologo, de inmediato y como si supiera quien era el visitante su corazón comenzó a latir con rapidez olvidando por completo lo que decía o a donde iba, su cuerpo se congeló sin saber si debía ir a su encuentro o dejarlo que la buscara, Francesca sabia en donde estaba, se lo diría de inmediato por lo tanto no tardaría en llegar a ella. Sintió rabia, no estando satisfecho con todo lo que le había hecho también la había dejado sola por meses. Sintió alivio porque por fin había vuelto...
- Sofía...
Marco quedó gratamente sorprendido, ella estaba allí, más hermosa de como la recordaba, el embarazo era evidente y la hacía resplandecer con un encanto especial que no había visto antes en ninguna otra mujer, era la imagen de la primavera en persona, fresca, joven, llevaba el cabello suelto ondeando al ritmo de la suave brisa que acariciaba su rostro sonrojado, nada lo había preparado para la estampa que tenía frente a él. De nuevo su resistencia ante ella cayó abruptamente y su plan de parecer distante quedó en el olvido. Se acercó con lentitud sin saber cómo abordarla.
- ¿Cómo estás?
- Estoy bien. -respondió dejando al descubierto su enfado.
- No quise dejarte sola tanto tiempo. -se excusó buscando un cambio de actitud en ella.
- Pero lo hizo.
- Estas muy hermosa.
El silencio fue lo que obtuvo por respuesta, debía cambiar la táctica si quería que Sofia dejara de estar a la defensiva.
- Ya se te ve bastante el embarazo. ¿se mueve?
Sofia no contestó. Sólo hizo un suave movimiento con el que llevó sus mansos al vientre.
- ¿Puedo sentirlo?
- No se está moviendo en este momento. -se apresuró en contestar evitando el contacto.
- Quizá más tarde entonces.
- ¿Por qué me dejaste tanto tiempo sola?
Marco sonrió, era muy intrigante esa dualidad que Sofia tenía al dirigirse a él, unas veces lo tuteaba y otras no, le causaba mucha curiosidad.
- Estaba ocupado. Pero no me olvidé de ti.
- Eso no es cierto. Por su puesto que me olvidó aquí. ¿Qué te puede interesar de mí? Con mandar a su amigo con cosas ya era suficiente.
- Si fuera así mi querida Sofia, no estuviera aquí ahora, contigo.
Sofia sintió como la suave voz de Marco iba destruyendo sus muros, esa manera de mirarla tan aparentemente inocente... parecía un enamorado tratando de conquistar a su amor esquivo. O al menos así lo veía ella, no sabía que traía en su corazón y creía que nunca lo iba a poder descubrir, por el momento se abandonó en esa creencia dándole algo de paz a su doliente corazón.
- Sabrá Dios a que viniste. -dijo cargada de sarcasmo.
- A verte Sofia. A estar contigo.
Sofia lo observó en silencio, detallaba al padre de su hijo como a un extraño, se fijó en sus largas piernas, en la amplitud de su pecho, en el rostro fuerte y lleno de personalidad que junto con su desenvoltura le daban a su persona un porte gallardo y bien parecido. ¿Cómo podía haber tanta crueldad en una persona tan atractiva? ¿Acaso no podía tener aventuras normales? ¿Por qué alguien como él debía comprar mujeres en el mercado negro? ¿Por qué ella debía estar en esa situación?
- Parce que no me conocieras... ¿Po que me miras así?
- Trato de entender. Solo eso.
- Pregúntame lo que quieras. Voy a responderte con sinceridad, pero adentro... va a empezar a ponerse frio.
A Sofía no le quedaba más remedio que obedecer, había escogido la obediencia en el mismo momento que había dejado de pensar en ser libre, en luchar por escapar de la supuesta seguridad que Marco le ofrecía.
La cocina estaba tibia, Francesca se había ido tan solo unos minutos atrás y Sofia comenzaba a sentirse nerviosa por el hecho de quedarse a solas con Marco.
Sentados en la mesa compartían una cena sencilla y vino.
- ¿Cómo te has sentido? -preguntó marco rompiendo el hielo.
- Bien.
Sofia no lograba identificar un sentimiento preciso con respecto a Marco, era su captor, era a sus ojos un delincuente y a su vez era el único que la poda cuidar de los peligros que había fuera de esa casa para ella, la mafia rusa la seguía protagonizando sus pesadillas siendo el padre de su hijo el único que podía manteneros lejos de ella y de su pequeño. Por otra parte, no había sido del todo malo, la cuidaba y en oportunidades le trataba con algo parecido al cariño... no, no conseguía el sentimiento que tenía por él, no sabía si algo parecido existía, menos aún sabía cómo demostrarlo.
- Estas muy callada. ¿Quieres decirme algo?
Sofia dudó por unos segundos si debía decir lo que pensaba, pero su hijo estaba primero que su orgullo.
- Si, la verdad es que estoy preocupada. El doctor no viene con la regularidad que debería. Tengo casi treinta semanas de embarazo y sólo me ha visto dos veces.
- Eso quiere decir que el cree que todo marcha bien. ¡Son buenas noticias! -soltó sonriendo.
- No. en un embarazo debe haber un control mensual, ecografías... yo no he tenido nada de eso.
Marco pensó en la diferencia en las dos mujeres en su vida, Giannina había tenido la mejor atención de Roma, citas con él medico cada cuatro semanas, ecografías, nutricionistas, psiquiatras... en cambio Sofia solo dos visitas de un médico en treinta semanas, se sintió invadido por la preocupación, ¿Qué pasaría si el bebé viniera mal? Quizá esté pasando por alto complicaciones importantes que debían ser atendidas. Luego algo dentro de él le dijo que no era ese el caso, que todo estaría bien, Sofia era una mujer sana y fuerte.
- Apenas te traslades a la nueva casa tendrás lo que necesites. -dijo calmadamente.
- ¿Cuándo será eso? El tiempo pasa y falta poco para que mi embarazo llegue a término.
- Por favor, Sofia, confía en mí. Aunque sea un poco. ¿Quieres?
- No tengo opción. -recalcó con amargura pensando en las veces que Antonio se ofreció para ayudarla a escapar.
- Tu eres enfermera... tu sabrías si algo estuviera mal.
- No es tan sencillo.
- Mañana llamaré al doctor para que venga a revisarte.
- Gracias. -dijo más calmada.
- Ves Sofia como si me preocupo por ti. Por el bebé.
- No pareció así durante el tiempo que no viniste.
Marco se llenó de ternura ante la imagen frente a él, Sofia se veía tan dulce, tan indefensa...
- No volverá a pasar, no volveré a dejarte tanto tiempo sola, te lo prometo. Ahora come, quiero que te acabes todo lo que tienes en el plato, después quiero tocar un poco el violín.
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Delitos del alma
General FictionQue pasa cuando la inocencia se consigue con la avaricia? Sofía, una joven con muchos sueños y ganas de superarse confía en las personas equivocadas. Es engañada llevada fuera de su país con la promesa de trabajo honesto y bien remunerado pero, nada...