#31

162 8 2
                                        

Tantas fueron en incentivante esperanzas mis hambres de angostarle en la oportunidad, de acercarle al núcleo tamborileante de mi pecho con el suyo sin soltarle de sus manos, que así su corazón sintiera el mío, y con qué tanta presión ejercía los latidos bajo la propiedad de su nombre siendo impreso en ardiente y viva yerra sobre esa carne para incentivarle a que latiera aun con mayor poderío vital... Irresistibles ganas me nacían, nuevas intenciones me llegaban; una sed deliberante de ternura tuve, en querer besar, de probar del jugo de sus labios por lo indefinido que el tiempo se apiadase de esa sequía...
Pero todo lo sentido, que era en ambos el eje de los más prósperos pensamientos, resultaron no obstante en una mejor entrega, y quise que mis oraciones se transformasen y fuesen en el baluarte que él necesitó. Una mejor persona hice de mí, que en el divino trance de la pasión por todas las garantías que me daban el ver a su espíritu a través de esas pupilas, le prometí, confiando en él por amor.

—Por ti seré paciente, mi Ralsei, lo seré todo, tienes mi promesa solemne, y esperaré todo lo que deba ser esperado en este paraíso en el que has plantado girasoles, hasta el día en que pueda llamarte frente a los ojos del mundo, sin miedo ni temor en el precioso apelativo de mi amado novio. Aquí estoy contigo.

—Yo... —tomó palabra Ralsei, emocionado, hasta escurrir gotas de sal—, pensé que cosas como estas sólo podrían suceder en las novelas de romance... ja ja... También estoy contigo, iluminado, mi iluminado Templeton.

El sol, furtivamente, hubo dejado de ser nada de lo que en última instancia pudo ser, abandonado por completo en la galaxia, ahí las estrellas lucieron diminutas en conjunto para acompañarnos, para darles nuevo rostro a los maléficos cielos que pu...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sol, furtivamente, hubo dejado de ser nada de lo que en última instancia pudo ser, abandonado por completo en la galaxia, ahí las estrellas lucieron diminutas en conjunto para acompañarnos, para darles nuevo rostro a los maléficos cielos que pudieron ser vacíos y que sin embargo cientos de puntos lo edulcoraron. Habían sido las diecinueve cuarenta, y, difícilmente, que fui tiernamente subyugado en el embriagante color de esos rosados ojos líquidos que descansaron tan conmovedoramente en los míos, una níveas captaciónes de sentidos ameritaron ser atraídos por el irrefrenable encanto de su exquisita simetría facial. Todo contorno de ese rostro animal me eran arte al cual declarar aún más la devoción; y el antojo repetía con cada pulsión del alma como gritos que en agonía piden ser escuchados: me rogaban por sentir sus labios con los míos, de probar sólo un minúsculo trozo del empíreo sabor que en un futuro cercano sería concebido y a diario por un recíproco amor.
Y de las glorias de nuestra condición, algo tan abrupto como un toque de labios curiosos que solicitan pasar por alto otra locución y conectar de un distinto modo, algo que en la soledad de un entorno sin juez ni jurado ni verdugo que no protestarían de lícito acto al corresponder al amor tan amoroso que se ha de comunicar en esa mirada nuestra, con dificultades, no se llevó a cabo por respeto...
Puso Ralsei sus lentes de regreso, recobrando una mejor claridad visual. En resumen, le escolté, y caminamos hacia la salida del parque, de la mano, entregados en última instancia por lo que no pudo ser solapado; que tan cerca de esa ruborosa criatura pude estar, no dejamos de hablar del bello sentimientos que nos sobreprotegía tanto antes de despedir, y le oía acomodado, reproduciendo un inenarrable júbilo que hasta ahí nunca antes, siquiera en las fantasías de un hermoso e irreal sueño jamás sucedido, tuve la dicha de probar en vida gracias a sus tan melódicos cánticos de ángel con sólo la valía de hablar al corazón goteando ese amor, a cada suspiro que de deliciosos hálitos me recordaron por última vez el cariño que por mí tenía, y su perfumado abrazo cuanto se prolongó, ya en la salida cerca de la diligencia, desnudó por completo a mi corazón hasta arropar de mi esencia interior con un sinnúmero de sagradas plumas que elevaron a visiones victoriosas, visiones de amor puro, fidedigno e imperecedero... Un largo y romántico pero sin embargo triste, concreto y aliquebrado abrazo no me posibilitó de llegar más alto.
Y le solté, para abrir las puertas del carruaje con destino a su casa.

—Templeton, mi iluminado, vida de mi vida, alma de mi alma, sólo el tiempo nos regresará todo lo que se nos ha arrebatado, todo el amor que hemos estado buscado, todas esas sendas que se han rogado recorrer en la presencia del ser que representa nuestros deseos, pronto, muy pronto... Hasta entonces, no claudiques en la distancia, te lo pido, porque el amor media en nuestros corazones.

Y con las más enternecedoras lágrimas de miel posó un tierno beso en mi mejilla, para que embebiera mi piel de sus sales, y llevase en el interior una tibia muestra de su inconmensurable querencia; en seguida dio la espalda y embarcó al carruaje en el final. Nada más que un suave restallido de riendas del ancho felino hicieron entender a los lomos de su caballo para que partieran en paso apresurado. Así acabó en esa noche, en la que soplaron vientos tan distintos con el augusto anochecer que seguía de mis fantaseosos pasos como sombra de traviesa confusión, corrientes de dulce amor, brisas de nostalgia en su perfume me tomaron de la mano, cuando Ralsei ardía como nunca dentro de mi restaurado, grandísimo corazón; un último momento de bendita inocencia aflorado segaba lo demás en la vuelta, desconocido de su escena como sueño dentro de un sueño; y sin saberlo, y sin poder soportar otra máxima, quedé con eso hasta llegar a casa a componer, a entregarme por entero en una carta a su egregio nombre que le profesase toda condición en la cual mi sentimiento ahi se encontraba aún: <<¡Qué tan seducido me hallo en el domeñamiento hasta rendir por entero a una nueva y verdadera ideología de amor!; ¡qué dispuesto estoy aunque pesada se haga la carga del suspenso y obligase a tumbar de rodillas al que por apego quiere ser paciente y fervoroso!; ¡dispuesto soy en ser mejor por ti y para ti, a toda costa!; Eres mi ser de belleza, que posa sobre nubes y las haces menos tristes —continué en el escrito noctívago—, y en altura, no caerás; yo tampoco caeré si es por nosotros; que esa figura, la de tu ser, está ahí en esta noche desde mi ventana, la forman millones de estrellas de las que más apasionan este escrito nocturnal; con tanta ebriedad de amor lo he visto todo desde tantas noches... Me siento rodeado, envuelto en un indecible amor por ti, Ralsei Darkner; persevero inclusive todavía en la tentativa propia, de que en el aclarecer del 14 de febrero acontecerá un suceso especial para todos los que han de preñar el latiente sentimiento dual, expresión de amor, de compartir las incuantitativas posibilidades de desear en tan preciosa y nueva conmemoración, en San Valentin; y cómo no, en acto de respeto, aprovecho la intención de formular a brevedad mis más sinceras propuestas invitativas.>>
Y, habiéndo terminado, la fui a depositar a tardes horas al oblongo buzón de la correspondencia, sabiendo que con todo esfuerzo de por medio, una larga noche llena de pensamientos me iba a terciar para meditar sobre los hechos que hasta ese sábado ocurrieron...

Sueños de Papel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora