Amaia se encontraba sentada en el sofá de la antesala de su habitación. Su vestido informal de algodón y encaje blanco con flores beige y doradas se extendía a su alrededor dándole la visión de una doncella de época. Aunque claro, la chica consideró que eso era justamente lo que era ahora. Todavía no podia hacerse a la idea. Su cabello rubio como la luna plateada se encontraba tejido en una hermosa trenza confeccionada por Nicassia que caía hacia un lado de sus hombros decorada con flores blancas y amarillas.
Evelyn se encontraba de pie en frente de ella parloteando sobre las leyes de Esus y Eirian, haciendo las comparaciones y mencionándole ejemplos. Con su poder, su amiga creaba figuras y escribía palabras en agua que flotaban por la habitación según su comando. Era como una presentación de diapositivas pero con magia acuática.
Amaia debía admitir que era genial.
Aun asi, se encontraba increíblemente aburrida.
Nunca le había gustado las leyes. Por eso, dicha carrera no fue una de sus opciones universitarias. En realidad, le gustaba mucho leer, amaba los libros y el conocimiento. Siempre le había apasionado el descubrir, investigar e indagar.
Amaba la parte artística de eso.
La capacidad de escribir una historia, de plasmar en palabras tus sentimientos, deseos y esperanzas o simplemente el crear algo nuevo desde tu inspiración e imaginación. A pesar de lo que muchas personas pudiesen creer, ella había aprendido que las palabras tenían mucho poder.
Por esa razón había estudiado literatura.
El simple hecho de recordar sus años en la universidad le generó un sentimiento extraño, su vida en Boston ahora le parecia tan lejana.
Había pasado la última semana entrenando sobre como ser una princesa.
Desde su paseo no autorizado con Darian en la ciudad, su padre y Evelyn habían estado dándole clases dia y noche. Aunque, ni el rey y la reina de Eirian, asi como Evelyn y su padre, habian mencionado algo. Ella sospechaba que parte de sus largos periodos de lecciones eran un castigo por su insensatez. Amaia creía que tal vez, considerando el contexto, no fue muy inteligente escaparse del palacio con el príncipe a esas horas de la noche, pero en aquel momento llevaba cuatro días encerrada en el castillo. Necesitaba salir, estaba empezando a sentirse como una prisionera.
Ahora, estaba pagando el precio.
Se preguntaba cual había sido el castigo tácito de Darian ya que no había sabido mucho del príncipe en la última semana, además de los rápidos saludos a las horas de comer y las cortas charlas triviales que habian tenido. Por alguna razón, una parte de ella se sentía ligeramente decepcionada por no encontrarse con el guapo príncipe.
Eso, porque eres una pervertida. - Señaló la voz en su cabeza.
A pesar de todas sus clases para el control de magia y entrenamiento físico la inhibición de su Ser aún no surgía los efectos deseados.
No te libraras de mi tan fácilmente.
Amaia colocó sus ojos en blanco.
Aun asi, la mayoría de las lecciones que había tenido eran netamente teóricas, y suponía Amaia, en algún futuro prácticas.
Todas ellas iban desde cosas de gran importancia como leyes, política, economía, cultura e historia, hasta cosas no tan importantes como cuál es el utensilio adecuado para utilizar en una cena formal. Por alguna razón, toda la situacion la hacía sentirse como en alguna de las escenas de Diario de Princesas. Solo que aquí, se agregaba el componente mágico a la ecuación.
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Un Mundo de Sueños Oscuros y Resplandecientes
FantasyAmaia Vogel siempre había tenido sueños extraños. Desde sus 11 años sus horas de descanso se habían convertido en una proyección de imágenes de un mundo mágico y encantador que terminaban con ella despertándose en horror por sus terribles pesadilla...