La princesa y el príncipe caminaron por los pasillos del palacio en un tenso silencio. Darian abría y cerraba sus manos como si no supiera que hacer con ellas. Sus ojos no abandonaban el cuello expuesto de Amaia donde Declan la había apretado obstruyendo el aire.
–¿Qué estas mirando? – Preguntó Amaia incomoda por el escrutinio del príncipe.
Darian se detuvo.
Un profundo dolor y enojo se vislumbraba en sus ojos como un caleidoscopio de azul. Emociones dirigidas hacía el rey por su comportamiento violento y desquiciado. Suavemente, y mirándola en busca de permiso llevó una de sus manos hacia su cuello y la acaricio con los nudillos de sus dedos de forma tierna.
Amaia se encogió.
No se había percatado pero ahora que la adrenalina, el miedo y la indignación habían abandonado su cuerpo, su cuello se sentía irritado y adolorido.
–Te lastimó. – Explicó de forma ahogada mientras la acariciaba con suavidad. Ambos se habían detenido en uno de los pasillos del palacio. – Para mañana tendrás feos moretones. – Dijo con enojo en su voz.
En ese momento, ella notó que en sus nudillos estaban las viejas cicatrices de la batalla, pero había una rojez nueva.
Amaia abrió sus ojos con sorpresa.
–¿Lo golpeaste? – Preguntó con horror.
Darian no se vio arrepentido.
–No permitiré que nadie te lastime. – Replicó simplemente. Sus labios apretados en una línea dura. –Incluso si se trata de mi propio padre y rey. Además, con lo ebrio que estaba me sorprendería que recordara algo de esta noche. – Agregó con un bufido enojado.
Amaia sonrió suavemente.
–Aunque te lo agradezco, no tienes que protegerme. – Respondió ella mientras tomaba en sus manos sus nudillos lastimados. – No quiero que pelees con tu familia por mí. Creo que, después de lo de tu madre ya está bastante rota. No quiero ser una razón más de su fragmentación.
–Créeme, si mi madre estuviese aquí ella misma lo habría golpeado.
–Si tu madre estuviese aquí, nada habría sucedido. Esa es la cuestión de todo el asunto.
–Eso no justifica sus acciones. – Vociferó él con enojo. Recordando que Amaia no tenía la culpa de su enojo tomó una profunda respiración tratando de calmarse.
–Si, obviamente que no lo hace. – Aceptó ella. – Es solo que, no quiero más problemas. Creo que tenemos suficientes. – Agregó con cansancio.
–Los tenemos. – Replicó Darian sonando igual de agotado.
Caminaron unos minutos más en silencio hasta que vislumbraron la puerta de la habitación de Amaia. Se acercaron a ella y apoyándose contra la madera de la puerta, Amaia se giró hacía Darian. Los soldados que hacían guardia se alejaron dándoles privacidad. Se miraron uno al otro durante unos segundos, lentamente Darian la tomó de su cintura con suavidad y la atrajo hacía sí. Sus manos desprendían ondas cálidas que traspasaban la tela delgada de su vestido. Sus pechos uno al ras del otro. Amaia suspiró emocionada, su corazón latiendo por la cercanía del príncipe.
–Lo siento mucho. – Dijo mirando sus labios como si recordara el momento en que los había probado.
–No te disculpes. No es tu culpa.
Darian negó y apoyó su frente contra la fría madera de la puerta. Amaia inclinó un poco su cabeza observando al hombre. El príncipe se veía enojado y agotado. Su barba empezando a crecer en su mentón y mejillas dándole una vista más varonil y masculina. Su olor embriagador como el agua del mar y la luz del sol envolviéndola. Sus respiraciones lentas al unísono. Las manos de Darian aun en la cintura de ella como si no quisiera soltarla, como si no quisiera que se alejara de él. Como si fuese la imagen de un sueño que se escapaba de su memoria en los momentos de vigilia.
ESTÁS LEYENDO
Un Mundo de Sueños Oscuros y Resplandecientes
Viễn tưởngAmaia Vogel siempre había tenido sueños extraños. Desde sus 11 años sus horas de descanso se habían convertido en una proyección de imágenes de un mundo mágico y encantador que terminaban con ella despertándose en horror por sus terribles pesadilla...