Una vez que el sol salió en el horizonte iluminando el día con su luz brillante y cálida Amaia, Darian, Evelyn y el sequito de guardias recogieron sus cosas y continuaron su viaje hacia Florentis.
Durante la madrugada la herida de Eric había empeorado, parecía que la sanación natural de su cuerpo no estaba funcionando. Michael, explicó que probablemente se debía a las toxinas del veneno de los Banshees.
Amaia había pensado que esas criaturas eran realmente espantosas y desagradables, no solo absorbían la existencia misma de una criatura, sino que además podían inyectar un veneno mortífero que terminaría acabando con tu vida de una forma horrible. Por no mencionar, que le habían explicado que dicho veneno le hacía a la víctima tener pesadillas realmente terroríficas mientras seguía inconsciente.
Después de esa terrible información, Amaia había mostrado su deseo de iniciar el viaje inmediatamente, el grupo organizó y rápidamente abandonaron la cabaña para seguir el camino a Florentis. Habían estado cabalgando por horas y cada vez Amaia se impacientaba aún más por la llegada a la famosa capital. En cada kilómetro que avanzaban la salud de Eric parecía empeorar.
El corazón de Amaia dolía por su padre. Si, una parte de ella aún seguía enojada con Eric por mentirle todos estos años. Aun asi, eso no significaba que quisiera ver a su padre muerto. La simple idea de perder a su padre, la hacía sentir aterrorizada y con ganas de llorar como una niña pequeña. Eric y ella habían sido inseparables. Su padre era la luz de sus ojos, a quien recurría si tenía algun problema, la persona que la hacía feliz en los días oscuros y el que siempre la había acompañado durante toda su vida.
Además de Evelyn, era la única familia que tenía.
Ella no iba a perderlo. No, no lo haría. No iba a imaginar siquiera la posibilidad.
–Parece que ya dominaste el arte de montar. Comentó Darian con humor.
Amaia despertó de sus pensamientos y observó al príncipe.
–¿Perdón? – Preguntó confundida y ligeramente escandalizada. No pudo evitar que su mente se fuera al drenaje después de semejante frase.
–Tu caballo. Superaste a la caravana. – Explicó Darian señalando detrás de ellos.
Amaia se giró y observó que era cierto. Unos metros muy atrás se podía observar al grupo con el que viajaban. Desde esa distancia, Amaia pudo notar la expresion de interrogación de Evelyn, como si estuviese preguntándole si se encontraba bien, levantando un pulgar le hizo señas a su amiga de que todo estaba en orden.
–Me distraje. Estaba pensando en muchas cosas. Creo que no me di cuenta de que aceleré el paso. – Explicó ella. – Probablemente, si me hubiese dado cuenta me habría caído al suelo por la impresión. – Agregó en broma.
Darian sonrió soltando una suave risa que Amaia le pareció increíblemente sexy. Trató de enfocarse en el camino, pero el príncipe la distrajo de nuevo al decir.
–Lo entiendo. Has pasado por mucho. Solo quería asegurarme que estuvieses bien.
Por alguna razón, sus palabras amables tocaron una fibra en su sensibilidad y se giró hacia él con una mirada de agradecimiento.
Amaia observó al hombre a su lado.
En algun momento antes de retomar el viaje, Darian había cambiado su camisa de pirata blanca por una gris. Sobre él, una chaqueta de cuero negra y pantalones del mismo color acompañado de botas para montar. Su espalda ancha, brazos y piernas fuertes llenaban el conjunto de una forma increíblemente agradable a la vista. Esta vez, la espada que habia llevado en la vaina de su cadera se encontraba enganchada en su espalda dándole un aire intimidante y poderoso. Su cabello oscuro rizándose en las puntas viéndose como un lio salvaje por el fuerte viento. En su mano derecha, Amaia podía apreciar un anillo de oro con un símbolo grabado que ahora ella sabía era su escudo familiar.
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Un Mundo de Sueños Oscuros y Resplandecientes
FantasyAmaia Vogel siempre había tenido sueños extraños. Desde sus 11 años sus horas de descanso se habían convertido en una proyección de imágenes de un mundo mágico y encantador que terminaban con ella despertándose en horror por sus terribles pesadilla...