Capítulo 16: La danza de Aine

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Amaia se encontraba en uno de los rincones apartados del gran salón. Después de su presentación inicial comenzaron las largas y extrañas oraciones asi como los ritos religiosos en honor al solsticio, seguidamente tuvo que enfrentarse a la cantidad exorbitante de personas que querían hablar y bailar con ella. Unas pocas horas después, se encontraba increíblemente cansada.

Gran parte de la velada la había pasado bajo la protección de Idaira, la princesa de Eirian, básicamente la amable dama la había colocado debajo de su ala y guiado por la habitación, llevándola con las diferentes criaturas para interactuar en charlas triviales, cuando se ponían muy pesadas solo necesitaba una sutil mirada e Idaria la alejaba de allí.

Definitivamente, Idaira y Thena eran la parte más amable de la familia real de Eirian. Con lo poco que habían interactuado, sin mencionar el altercado con su padre, Amaia había concluido que Declan era un idiota insufrible.

Por otro lado, ella habría establecido a Darian con la misma distinción que a su madre y hermana, pero a estas alturas el actuar extraño del príncipe la tenía molesta y frustrada. Darian había pasado de ser el amigable, caballeroso e incluso coqueto príncipe de su paseo de hace una semana, a comportarse como un idiota distante en la actual fiesta lanzándole frases extrañas y miradas de vigilancia como si estuviese observando cada uno de sus movimientos.

Y no, no de una forma linda. Como si no pudiese alejar su mirada de ella. En realidad, la observaba como si estuviese esperando la mínima señal de que algo iba mal.

Amaia podía observarlo bailar elegantemente con Savannah, la hija del duque Herve, la misma mujer que había puesto sus manos sobre el aquel dia en el desayuno. Ella no estaba molesta porque estuviesen bailando.

No realmente.

Apenas conocía a Darian, él podía hacer lo que quisiera con quien quisiera. Lo que realmente le molestaba era el hecho de que el hombre la había abandonado durante toda la celebración, siendo esta la primera fiesta donde conocía e interactuaba con la sociedad y cultura de este extraño mundo, donde tendría que ser la elegante, astuta y cordial princesa. Cosas que nunca había sido la mayor parte de su vida.

Por alguna razón, que estaba fuera de su comprensión, se sentía abandonada. Noches atrás, cuando tuvo su pesadilla con el banshees, el príncipe le dijo que podía confiar en él porque durante todo el trayecto mientras buscaban la forma de cumplir con la profecía, estaría a su lado. Le había prometido que estaban "juntos en esto". Ahora, cuando realmente lo necesitaba, ni siquiera le había dirigido la palabra durante toda la velada.

Amaia suspiró, se dijo que estaba siendo estúpida. Todo ese cuento de las Almas afines estaba empezando a afectarle.

–Tengo que admitir que es persistente. – Comentó una voz que sonaba como los vientos tormentosos.

Amaia se giró.

A su lado, se encontraba una delgada mujer con una falda de seda azul claro, sobre ella una especie de pareo con diamantes y piedras que tintineaban al caminar. Su pecho apenas iba cubierto por un pedazo de tela del mismo material que su falda, el cual Amaia solo pudo definir como una especie de crop top, este era de manga larga con puños decorados en piedras que hacían juego con las de su pareo. Las mangas eran transparentes quitándole toda posibilidad de recato a su estilo. Su estómago completamente descubierto. Su cabello era largo y negro como las alas de un cuervo, sus ojos eran de un tono morado, mucho más oscuro que los de Evelyn. Sus labios eran rojos y delgados, aun asi, se veían atrayentes.

Una druida, pensó Amaia. No estaba segura como lo sabía, pero lo hacía.

–Disculpe, no sé a qué se refiere. – Contestó Amaia recordando el comentario de la mujer.

Un Mundo de Sueños Oscuros y ResplandecientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora