Después que Darian le invitara a conocer la ciudad, y por sugerencia del príncipe, Amaia se dirigió a su habitación a cambiarse por ropa menos llamativa. Se vistió con unos pantalones de cuero para montar negros, una camisa de lino blanca asegurada a su cintura por un cinturón también negro y botas a juego. Sobre su cabeza y hombros colgaba una capa de un rojo oscuro, Nicassia se la había entregado con la excusa que serviría para ocultar su rostro. Amaia no estaba segura de que pudiese pasar exactamente desapercibida con el atuendo, pero no hizo comentario.
Luego, y en compañía de su ayudante de cámara que parecia convertirse en la cómplice de su osada aventura, se dirigió a encontrarse con el príncipe. Nicassia la guio por los complicados pasillos del castillo hasta una de las salidas traseras donde se encontró con Darian.
Al igual que ella, el príncipe se había cambiado del elegante atuendo que llevó en la cena a uno más sencillo. Una de sus camisas blancas de estilo pirata de las cuales Amaia ya estaba acostumbrándose a ver en él, pantalones de cuero marrón y botas de montar. Al igual que ella, el príncipe llevaba una capa oscura que cubría su cabeza.
Amaia observó sus alrededores.
Se encontraban en uno de los muchos jardines del castillo de Florentis, solo que este se veía mucho menos llamativo, donde además un gran portón de madera se divisaba al fondo. Ella supuso que era la entrada de los sirvientes y toda la mercancía necesaria para el palacio. Al lado de Darian se encontraba Itzal, el semental negro del príncipe, este los esperaba ya ensillado. Un solo guardia, quien el príncipe le explicó que los acompañaría esta noche por su seguridad.
–¿Un solo caballo? – Preguntó mirando a Darian.
–Técnicamente, no se supone que salgas del palacio antes de tu presentación oficial. – Respondió Darian con un encogimiento de hombros. – Creo que dos caballos llamarían bastante la atención. Ya que solo las criaturas ricas y miembros de la corte suelen ser los únicos que los poseen.
Amaia levantó sus cejas en asombro.
–Bastante clasista. – Comentó.
Darian se vio avergonzado.
–Nuestro mundo no es perfecto, Amaia. Claramente, tenemos mucho que mejorar, pero todo a su debido momento. – Respondió simplemente. – Sin embargo, creo que ese es el trabajo de un buen gobernante, hacerlo lo mejor posible para todos.
–¿Y tú eres ese tipo de gobernante? – Preguntó ella de vuelta.
Darian la miró con una expresion extraña en sus ojos de múltiple azul.
–Me gustaría serlo. – Respondió quedamente. – Algun dia, al menos. Como príncipe, puedo proponer ideas y proyectos, mi padre tiene muy en cuenta mi opinión. Aun asi, el sigue siendo el rey, siempre tendrá la última palabra. – Darian se detuvo un momento, sus ojos azules viéndose perdidos. – Aunque, con la situación actual, no sé si incluso tendré una nación que gobernar.
Amaia no supo que responder ante eso.
Para ella aún era surrealista el hecho de que era una princesa, de que debía guiar, proteger y gobernar una nación. Ella aun no tenía idea de cómo se suponía debía hacer alguna de esas cosas. Por otro lado, Darian parecia muy claro en su meta, siendo consciente de todo lo que implicaba gobernar. El príncipe de Eirian parecia honesto al decir que comprendía que su mundo no era perfecto, pero que sabía que podia llegar a ser mejor y que algun dia, el querría ser parte de ese cambio.
Amaia en serio queria creerle.
Por alguna razón, no soportaba la idea de que todo fuese un engaño.
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Un Mundo de Sueños Oscuros y Resplandecientes
FantasíaAmaia Vogel siempre había tenido sueños extraños. Desde sus 11 años sus horas de descanso se habían convertido en una proyección de imágenes de un mundo mágico y encantador que terminaban con ella despertándose en horror por sus terribles pesadilla...