Capítulo 17: Aquel Extraño y Lejano Mundo

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Amaia abrió sus ojos y un techo de colores opacos y suave lila le dio la bienvenida. Confundida, se levantó de la cama donde se encontraba. Al fijarse, notó que las sábanas parecia de un satén blanco con bordes plateado. Ella frunció el ceño, cuando se había dormido en su habitación en Eirian su cama había estado vestida con sabanas de un azul claro y bordes dorados.

Levantó su cabeza y observó la habitación a su alrededor.

Estaba decorada en colores blancos, plateados y algunos tonos de lila en lugares estratégicos para darle un poco de alegría a la habitación. Un gran balcón de mármol del color de la luna se divisaba a unos metros de ella. Al fondo, el cielo pintaba de un azul muy oscuro la noche. Estrellas plateadas y luces en azul, morado y verde destellaban sobre este cómo auroras boreales.

Por un momento, la habitación le pareció tan familiar. No fue hasta que se levantó de la cama y observó el gran y redondo espejo de plata en una de las paredes que lo supo.

De nuevo, se encontraba en la habitación de Alana en el castillo de Esus.

Sin poder evitarlo, se dirigió al espejo observándolo más de cerca. Notó que, a pesar de lo que habia creído anteriormente, el espejo no estaba exactamente hecho de plata. Sino que parecía de un material similar, que por alguna razón, se veía más fuerte y rustico que la plata. El cristal del espejo resplandecía suavemente y Amaia observó como si este estuviese agitándose lentamente en su interior, como el suave movimiento de la corriente en un lago.

Sorprendida notó que en realidad, el espejo no parecia estar hecho de cristal, sino de una sustancia diferente.

Se alejó lentamente de este observando las palabras grabadas en el marco formado por enredaderas plateadas que se unían una con la otro sosteniendo la sustancia en el interior. Las palabras estaban grabadas en un idioma desconocido para ella, pero de alguna forma supo lo que significaban.

Todo aquello que deseas saber, yace en el reflejo de este espejo.

Por alguna razón, Amaia soltó un escalofrío y se alejó del espejo dispuesta a irse. Observó la habitación a su alrededor, el lugar no parecía igual de atemorizante y siniestro como la vez anterior. Amaia supuso que así debía haber lucido el palacio antes de que Esus cayera en mano de los banshees. Girándose en su bata y camisón de dormir, se dispuso a recorrer el lugar, queriendo conocerlo como solía ser.

Al salir de la habitación, se encontró con un pasillo de mármol blanco vestido con una alfombra morada. Cuadros, mesas y distintas decoraciones se encontraban dispersas en el lugar, caminó a través de él. Una parte de ella estaba nerviosa por la posibilidad de encontrarse con aquel banshees de su ultimo sueño, recordó que la criatura le había prometido que volvería por ella. Aun asi, el sueño no se sentía cargado con la pesadez e incertidumbre que estaba acostumbrada.

Asi que, sintiéndose valiente, siguió caminando hasta que el pasillo estuvo ligeramente iluminado por la luz de una habitación que venía de una puerta entreabierta. Curiosa, cruzó dentro y descubrió sorprendida que se trataba de una habitación para un bebe.

Una cuna se encontraba en el centro de la habitación, mantas suaves y almohadas esponjosas la decoraban. Las paredes pintadas de un suave color crema y decoradas con estrellas y lunas. Libros que parecían ser de cuentos infantiles ordenados en un pequeño estante. Peluches en forma de animales que nunca había visto pero de alguna forma tiernos, estaban apoyados en la pequeña cama en el centro de la habitación. Amaia suponía que era para cuando él bebe creciera.

Por unos minutos, no proceso el hecho de que él bebe que se planeaba a ocupar dicha habitación era ella. De repente, sus ojos se llenaron de lágrimas.

Un Mundo de Sueños Oscuros y ResplandecientesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora