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Capítulo 15: Confesando los pecados
CELESTE BRAUN
Me estremecí ante sus palabras, me quedé sin aliento cuando se bajó el pantalón y su enorme miembro saltó a la vista dejándome con la boca reseca de repente.
«Heilige Jungfrau, a su santo pene se le reza».
Relamí mis labios tomándolo en mi mano, se sentía caliente bajo mi tacto, tan hinchado que las venas se le marcaban, me incliné hacia él moviendo mi lengua por la punta bajo la mirada de sus profundos ojos grises cuando abrí la boca para metérmelo a la boca, cuando eché mi cabeza hacia atrás y luego hacia adelante, sintiéndome completamente acalorada cuando percibí su respiración acelerada.
El padre William me quitó la Toca dejando mi cabello caer sobre mis hombros y me agarró el cabello entre sus manos empujando mi cabeza para profundizarse, le obedecí pero es que todo no me cabía en la boca y ya me tocaba la garganta, aguanté la respiración para evitar las arcadas y apreté los ojos sin querer detenerme acelerando el movimiento de mi cabeza mientras él movía las caderas contra mí.
—Tienes la garganta profunda. —susurró entre jadeos.
Su rostro contraído enrojecido, la vena de su frente marcándose y su quijada apretada siendo incentivo para que continuara moviendo la lengua mientras me lo profundizaba, la verdad era que me gustaba verlo derretido del placer por lo que yo le hacía, su mirada oscurecida y sus labios entreabiertos sin dejar de jadear me hacían sentir completamente caliente al pensar en él como un oscuro deseo prohibido pero del que no me arrepentía en lo absoluto.
Él era un pecado que no importaba cometer una y mil veces.
—Maldición, Nonne... —susurró.
Creo que era la primera vez en mi vida que escuchaba a un padre maldecir.
Lo sentí estremecerse un poco y pausó un poco el movimiento de las caderas.
—Espera... —empezó a decir a decir el padre William, pero no le obedecí, quería que eyaculara en mi boca.
Me aguanté de sus caderas para seguir profundizándolo en mi garganta, no respiraba; no podía y aún así no me la había metido entera, algunas lagrimas desbordando por mis mejillas cuando gruñó entre dientes estremeciéndose y el líquido caliente empapó mi boca como una explosión que me hizo echarme hacia atrás, caí de trasero en el piso recuperando el aliento pero eso no me salvó de que la cara entera me quedara empapada con el liquido blanco que expulsaba su miembro como todo un rio, como si se hubiera retenido por días.
Él recuperó el aliento paulatinamente al igual que yo, ambos viéndonos como si hubiéramos corrido un maratón entero. Él se acomodó el pantalón buscando en sus bolsillos y sacó un pañuelo para ofrecérmelo, lo tomé mientras me levantaba del suelo con su ayuda, ninguno de los dos decía nada mientras me limpiaba el rostro, pero no me sentía humillada o decepcionada de mi misma por caer en el mismo pecado de la lujuria, solo sentía que quería más, ahora estaba más caliente que antes si es que eso era posible.
El padre William no apartó la mirada de mí pareciendo percibir mis pensamientos porque dijo:
—Déjame devolverte el favor, Nonne.
«Nonne».
Sonaba dulce en sus labios y su petición me aumentaba las ganas, sin embargo no quitaba de mi cabeza de que este era una iglesia y que necesitábamos parar esta aventura.
Estaba dividida entre dos mundos de lo bueno y lo malo por mi conciencia.
—Padre... —empecé a decir, pero me interrumpió diciendo:
—Te buscaré esta noche.
No dudó ni un poco, mordí mis labios tentada a negarme pero de mi boca no salió palabra alguna, él padre William dio un paso hacia mí sus ojos grises fijos en mi boca estremeciéndome, sintiendo un fuego en medio de mis piernas pedían a gritos que me tocara para apagarlo, cuando de repente se escuchó el ruido de la puerta principal de donde estábamos robando nuestra atención.
Dejé de respirar.
Si nos encontraban aquí iban a expulsarme por tal acto de obscenidad.
—Será mejor que salgas de la cabina de confesiones —dijo el padre William terminando de ajustarse la correa del pantalón—. Tus pecados han sido perdonados.
Le sostuve la mirada ante sus palabras que a mi parecer sonaban sarcásticas, pero no le dije nada, solo afirmé con la cabeza relamiendo mis labios y con la cabeza gacha salí por la puerta trasera limpiando mi boca y guardando el pañuelo con sus iniciales en mi bolsillo.
¿Por qué no podía resistirme a él? No dejaba de preguntármelo sin obtener respuestas.
Arreglé mis vestimentas rápidamente y cubrí mi cabello con mi Toca arreglándomela, mi corazón desenfrenado sabiendo muy bien que estaba jugando con el fuego del infierno del mismo lucifer.
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«Nonne» significa «Monja» en Alemán.
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Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)
Roman d'amourAtracción prohibida. Deseo incontrolable. Secretos pecaminosos. En la escuela de monjas llega el nuevo padre William, un hombre misterioso, silencioso y observador. Para Celeste que es aspirante a monja le intriga y le atrae sin poder evitarlo. Todo...