Capítulo 36: El padre William es el monstruo

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Capítulo 36: El padre William es el monstruo

El padre William parecía serio, tenso, sus ojos grises brillando en esa tenebrosa oscuridad fijos en la hermana Joselin, demostrando a ese hombre que tanto miedo infundía, que te advertía que era preferible nunca meterte con él ni cruzarte en tu camino. Creo que llamó la atención de todas las novicias en el salón, ya teníamos miedo antes de que él anunciara:

—Están evacuando la catedral. Salgan, ahora.

Casi en seguida que el padre William dijo eso, sonaron las sirenas policiales por todo el lugar. Nos levantamos de nuestros asientos rápidamente y salimos del salón de clases hacia el pasillo directo hacia las escaleras principales para salir, afuera estaban casi todas las monjas y los que trabajaban en el orfanato junto con los niños.

Nadie comprendía qué era lo que estaba pasando, todas nos mirábamos las caras entre sí en busca de alguna respuesta. De repente los policías se acercaron a nosotros colocándonos a todos una pulsera roja. Miré a Isaac que también andaba colocando pulseras a todas las que estábamos ahí, me acerqué a él un poco disimulada para que la madre superiora no nos viera hablando.

—Hey ¿qué está ocurriendo? —le pregunté a Isaac algo confusa.

—Estamos identificando a todas las personas que estaban dentro de la catedral la última hora, las van a interrogar —dijo también disimulando un poco que hablaba conmigo, realmente aguantar otro regaño de la madre superiora no era nada atrayente.

Fruncí el ceño ante lo que me respondió, ¿Interrogatorio?

—¿Pero por qué? —indagué confundida.

—Al parecer encontraron otro cadáver —diciendo eso se alejó de mí y yo me quedé en shock.

¿Otro cadáver?

Parecía que el asesino vivía entre nosotros. Pasee la mirada por todas las personas que estábamos con la pulsera roja y que nos interrogarían, ¿estaba entre nosotros un asesino?

Luego de unos minutos sacaron una camilla de la catedral, encima estaba envuelto en una bolsa negra un cuerpo, todos empezaron a santiguarse y a rezar con los relicarios.

Miré a una esquina y entonces mi mirada se cruzó con la suya; la del mismo diablo, su cabello se movía con el viento al igual que sus vestimentas, sus ojos grises pareciendo traspasarme hasta en la distancia.

¿Qué estaba pasando? Porque desde que llegó en vez de solucionar algo como agente secreto parecía que había traido la desgracia a este lugar.

Ahora me daba cuenta que todos eramos máscaras que imitaban la perfección, nadie podía ver lo que realmente eramos más allá de esta religión; lo que pensábamos en la oscuridad y lo que hacíamos.

La policía nos llevó a interrogar, persona tras persona, al cabo de 3 horas vino mi turno, ya me sentía mareada a pesar de que me habían dado agua y té de manzanilla, no me gustaban las comisarías, mucho menos perder un día entero sin saber la razón. Al apenas sentarme frente a los policías que llevaban a cabo la interrogación sentí que era una completa falta de respeto, no me trataban como una hermana de la iglesia que intentaba seguir los pasos de la virgen, sino como una asesina en cubierto, me sentí realmente ofendida, más aun cuando estaba acostumbrada a un buen trato respetable.

Tras preguntarme cosas personales lanzaron por fin la pregunta que probablemente nunca me hubiera imaginado.

—¿Conocía usted a Lissandra Owen? —me preguntó uno de ellos.

Lo miré sin comprender quién era Lissandra Owen. Él me pasó una carpeta y la comprensión llenó mi cabeza cuando la vi, cabello oscuro, rostro de facciones atrevidas y una mirada que deja en el piso el pudor.

Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora