Capítulo 62: ¿Quién es el asesino?

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Capítulo 62: ¿Quién es el asesino?

CELESTE BRAUN

Las lágrimas empezaron a asomarse por los costados de mis ojos y la verdad era que Isaac me duplicaba el peso, sentía que no tenía escapatoria, me estaba ahogando, mi corazón latiendo tan rápido que casi lo escuchaba salirse por mis oídos.

—No hagas esto. —murmuré sintiendo que mi voz temblaba.

Él se detuvo por un segundo y me miró, su asqueroso aliento pesado rozando mis labios.

—¿Por qué? —frunció el ceño con fingida agonía— Oh, ¿acaso tienes miedo?

Cuando observó las lagrimas deslizándose por los costados de mi rostro, él empezó a reírse.

Nunca pensé que se pudiera despreciar a una persona en cuestión de segundos.

Acercó nuevamente su boca a mi mejilla, su lengua lamiéndome hasta llegar a mi oído y dijo:

—Después de que metiste la uña ahora quieres hacerte la inocente, conozco a muchas como tú —buscó mi mirada nuevamente, la suya estaba oscurecida; indiferente, no había ni una gota de la amabilidad que había conocido—. Que solo son un farsa, hablan mucho del amor, de la virgen, del cielo y el infierno, que son perfectas, pero en realidad son las peores.

Con el cuchillo rasgó el final de mi vestuario dejando al descubierto la parte de abajo que era un camisón ligeramente trasparente, no podía parar de temblar.

—Cara de ovejita —continuó diciendo— siendo un lobo feroz.

Cuando él dejó el cuchillo en la mesa del lado para empezar a quitarme la parte de arriba, yo aproveché su ligero descuido para intentar escapar. Alcé la rodilla y le di un fuerte golpe en la ingle, él se quejó doblegándose completamente adolorido llevándose las manos sobre su cremallera soltándome vulgaridades, para seguidamente salir corriendo hasta el otro lado de la habitación tomando lo primero que encontré; una lámpara.

Me voltee apuntándolo con eso, mis manos estaban temblando.

—Te acercas y te la lanzo —amenacé sintiendo la adrenalina recorrerme.

Noté como él me miró fijamente, sus labios torciéndose en una especie de sonrisa que parecía animal.

Se enderezó superando el dolor que le ocasioné y giró un poco el cuello de un lado a otro como si se preparara para pelear.

—Uhm, Celeste como me encanta tu miedo, ya no pareces tan fuerte —dio lentamente un paso hacia mí—, como esa noche en la que me sedujiste y me hiciste creer que querías que te follara.

No le respondí, él se detuvo a unos pasos de la lampara, intenté con todas mis fuerzas parecer fuerte pero vaya que este hombre sabía ocultar correctamente sus emociones, no parecía ni un poco intimidante, solo firme y algo predispuesto.

—Dime algo —continuó—, ¿esa noche acaso el padre William te dejó caliente y querías que yo apagara esa calentura? —no le respondí, pero eso fue exactamente lo ocurrido— No te juzgo, tampoco me quejo, pero no debiste... dejarme con las ganas.

Dio otro paso y yo reaccioné sobresaltada apuntándolo nuevamente con la lámpara.

—¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Follarme a la fuerza?! —grité con la esperanza de alguien afuera me escuchara.

—No, no realmente. —musitó con tranquilidad.

—Entonces déjame ir —exigí—, y juro que no diré ni una palabra de esto.

Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora