#Maraton
Capítulo 48: El horrible pasado de la monja, Parte II
A la mañana siguiente me levanté muy temprano arrodillándome en la ventana pidiendo perdón por mis pecados como todas las mañanas, solo que esta vez, estaba pidiendo que durante los votos no me cayera un rayo encima por estar llena de pecado.
Me sentía como una inmoral, pero en un mundo lleno de inmoralidad alguien tenía que aparentar ser bueno para no perder la esperanza en la humanidad.
Fui a la oficina de la madre superiora, la puerta estaba abierta, sin embargo toqué dos veces antes de entrar, ya estaba impaciente para que todo iniciara. Ella volteó a verme y frunció el ceño.
—¿Que haces aquí?
Yo sonreí y entré, era muy común que su actitud hostil fuera así todas las mañanas.
—Buenos días madre Superiora —dije haciendo una ligera reverencia con la cabeza—. Usted me dijo que hoy...
La madre superiora pareció entender por donde iba mi argumento y me interrumpió diciendo:
—Será el lunes porque los pasajes lo compraron para después.
¿El lunes?
Pestañee un par de veces, jueves, ¿tanto tiempo? Mi sonrisa decayó.
Es decir, ella parecía apresurada para que todo fuera rápido y ahora me decía que sería en 4 días, empecé a preguntar por qué no me había avisado antes, pero ella me ignoró completamente y se acercó a mí, me quedé callada cuando me entregó una pequeña caja diciendo:
—Lleva esto a la hermana Grech y asegúrate de decirle que será rápido.
Suspiré, como no, siempre me tenían de mensajera.
—¿Qué es? —pregunté, al notar que a pesar de que era una caja no tan grande, estaba bastante pesada.
Ella me miró con cara de pocos amigos y soltó diciendo:
—Algo que no te compete a ti.
Afirmé con la cabeza como única respuesta y salí de ahí a hacer lo que me mandaron. Me preguntaba qué haría la Madre Superiora después de que yo me fuera, porque de seguro que colmaría la paciencia de todas las demás monjas que no eran tan serviciales como yo.
Mientras caminaba agité un poco el paquete apenas sonó, no parecían ser biblias, no tenía ninguna nota por fuera, solo era una caja marrón, uhm, que raro. Empecé a subir las escaleras hacia la oficina de la monja Grech cuando de repente tropecé con el último escalón y la caja cayó de mis manos, apenas impactó contra el piso se abrió y me quedé perpleja observando lo que parecían ser unos gusanos de plástico de colores envueltos en gomaespuma.
No, un momento, cuándo los tomé para devolverlo a la caja fruncí el ceño al ver la forma y el botón de encender. Mi boca se abrió en sorpresa, cuando la comprensión me arrebató.
¿Eran unos vibradores?
Lo metí todo nuevamente a la caja rápidamente aun en shock, no procesaba por completo esto, y es que en mi mente no podía hallarle un sentido de que la madre superiora le estuviera enviando vibradores a alguien.
De repente vi una nota escrita a mano, la tomé y para mi completa revelación decía:
Esta noche después de la misa.
-A.
¿"A" de Adelaida? Aun cuando cerré la caja y seguí caminando a la oficina de la monja Grech no podía cerrar mi boca del asombro.
Estaban teniendo una aventura, era más que evidente esto.
Sentía que iba a desmayarme por el terrible secreto que sabía, la Madre superior de la catedral principal con una monja de más bajo nivel estaban teniendo un amorío.
¿Denunciarlo?
No... es decir, sería más hipócrita de mi parte hacerlo si yo lo hice peor con el sacerdote.
Toqué y entré a la oficina compartida donde estaba la hermana Grech, cuando le dije que era de parte de la Madre superiora, se le alumbró la mirada, sus mejillas ligeramente sonrojada y me lo aceptó gustosa.
—Gracias. —susurró, de todas las monjas mayores siempre la vi como alguien dulce con sus mejillas sonrosadas, su sonrisa amable y sus lentes redondos, pensé que era tan devota que jamás se me hubiera pasado por la cabeza creer que esta mujer estaba en un pecado como este.
Aunque claro, cualquiera que me viera a mí, tampoco pensaría lo mismo.
Al ver que me la quedé viendo puede que más de lo necesario, me dedicó una sonrisa y preguntó:
—¿Necesitas algo?
Negué con la cabeza con una sonrisa forzada y le hice una leve reverencia en modo de despedida antes de irme de ahí rápidamente.
No podía creerlo aún, era un completo shock.
Me senté en el comedor para desayunar aun procesando esto, mirando a las demás monjas y a las demás personas que trabajaban aquí, ¿qué secretos ocultos tendrían todos ellos? Apenas había tocado la comida, solo jugaba con el pan sin levadura y el queso.
Al salir de ahí fui a clases, me iría dentro de poco, pero no era como si tuviera otra cosa más emocionante qué hacer que estar en las clases o estar pendientes de los niños del orfanato, el trabajo de una monja era estar en devoción a Dios, la virgen, ayudar al prójimo e interceder por las almas de los demás, algo que pocas veces lograba hacer, pero lo intentaba.
Suspiré, ya era de tarde en la noche, el padre William había salido a un exorcismo; se había corrido el rumor que era muy bueno exorcizando, y el policía Isaac estaba en guardias diurnas, lo que quería decir que apenas lo veía de lejos, también una parte de mí lo evitaba, me daba algo de lastima haberlo usado y minutos después haberme follado a mi gusto culposo; el padre William.
Me sentía como un completo desastre de sentimientos, porque cerraba los ojos y solo me encaprichaba aun más con el padre William pensando en todo lo que me hacía sentir y como me miraba cuando me hacía suya.
Era mi tortura.
Solo quería que acabara, en unos días me iría de aquí y todo esto quedaría atrás, me aseguraría de no volverle la cara al padre William y si le dolía, sería mejor para mí, porque hasta ahora creía que era un roble sin sentimientos.
Negué con la cabeza, tenía que concentrarme.
Estaba arrodillada frente al cuadro de la última cena, después del largo rezo del padre nuestro, terminé persignándome y mirando el cuadro por última vez antes de levantarme, mis rodillas dolían un poco de estar tanto tiempo arrodillada intentando recordar la oración sin distraerme en mis pensamientos. Cuando me voltee para salir, una de las monjas entró, cuando me vio sonrió como si me hubiera estado buscando, ella estaba en el área de administración y solo significaba una cosa... visitas.
—Hermana Celeste.
—Hola, hermana Nuria, ¿qué ocurre? —pregunté.
—Tienes visita —me anunció ella .
Sabía quién era la única persona que me venía a visitar hoy a esta hora.
—Muchas gracias —le agradecí, esperé que se fuera para aplicarme un poco de perfume de un pequeño envase detrás de las orejas y entonces fui a enfrentarme a mi primo Álvaro.
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Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)
Storie d'amoreAtracción prohibida. Deseo incontrolable. Secretos pecaminosos. En la escuela de monjas llega el nuevo padre William, un hombre misterioso, silencioso y observador. Para Celeste que es aspirante a monja le intriga y le atrae sin poder evitarlo. Todo...