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Capítulo 1: El hombre de la discoteca
Me quedé sin aliento viendo la oscuridad del auto a mi alrededor con completa desesperación queriendo salir de este lugar, pero me agarraron de cada brazo con fuerza mientras el chillido de los cauchos derrapaba por la calle. Me quitaron la máscara exponiendo mi rostro, aún así no lograba identificar a ninguna de las personas que estaban aquí.
El peor de mis pensamientos era que me iban a matar para vender mis órganos a grandes mafias como lo vi en una película anoche que al final decía «basado en hechos reales».
—Por favor, no hagan esto —rogué—, tengo un hijo.
Pero a este tipo de hombres no les importaba que tuviera familia o hijos, no les importaba nada más que el dinero.
Uno de ellos; el que estaba a mi derecha, se rió entre dientes y sacó algo de su bolsillo, creí que sería un arma, sin embargo me di cuenta de que era una especie de placa policial.
—Somos oficiales de policía. —explicó.
Miré la placa y luego a él, a pesar de que no podía diferenciar bien su rostro por la oscuridad.
—¿De los buenos o de los malos? —pregunté sin comprender si seguía en problemas o no.
—De los que trabajan con los buenos —dijo intentando calmarme.
—No sé si estoy aliviada —me limité a decir.
Estos hombres me habían metido contra de mi voluntad a una camioneta y me habían secuestrado sin razón alguna o por lo menos... una que aún no comprendía.
—Estarás a salvo —prometió el hombre de mi izquierda—, nos mandaron a recogerte.
¿Entonces había sido apropósito?
Lo miré casi sintiendo que mis ojos se salían de mis órbitas y que la presión se me bajaba.
Esto no podía ser nada bueno.
Tragué pesadamente saliva sintiendo que la tenía reseca.
—¿Quién? —pregunté.
—El director Green. —respondió.
«No».
Se me erizó la piel, sintiendo que caía en un gran hoyo vacío, sin poder sujetarme de ningún lugar al escuchar la mención de ese nombre, el director de estos agentes especiales, saber que él me estaba solicitando otra vez, después de 6 años, cuando se suponía que debían de dejarme en paz, cuando estaba tranquila y mi vida casi completamente estabilizada.
Era como si me hubiera metido nuevamente a esa pesadilla de la que salí sin aliento y con el corazón desenfrenado.
Aquella pesadilla a la que temía volver.
—¿Por qué? —pregunté en un hilo de voz.
Estaba empezando una nueva vida, todo estaba perfectamente bien, no entendía por qué me buscaba otra vez si el trato era desaparecernos de la vida del otro. Tuve una misión, simple, la cumplí y me desaparecí con una nueva ubicación.
¿Por qué me vinieron a buscar otra vez?
—No lo sabemos —se limitó a decir el de la izquierda—, solo obedecemos órdenes. Hay que subir un avión.
Por supuesto, a veces me olvidaba que algunos oficiales eran solo robots sin cerebro que ejecutaban órdenes sin sentido.
—¿También tenían órdenes de tirotear una discoteca? —pregunté con algo de sarcasmo.
—Ese fue un efecto colateral —hizo una mueca—, se suponía que esta era una misión diferente, pero ya que te encontramos aquí, fue más sencillo.
Tragué pesadamente saliva con molestia.
—No puedo abordar un avión. —repliqué, no tenía nada organizado ni planeado, solo vinieron por mí como si yo les perteneciera.
—Sí puedes. —replicó el sujeto.
—¿Y mi hijo? —dije ya algo frustrada de que me hicieran esto.
—Se quedará con cuidados infantiles mientras estés fuera —explicó.
Pasé una mano por mi cabeza, no creí que esta patética salida me costaría tanto, no quería separarme de William, aún estaba muy pequeño, no iba a comprender nada de lo que me estaba ocurriendo.
—Los odio —solté resignándome a que no podía escapar de esto, ellos tenían el poder, y los que tenían el poder, desgraciadamente siempre mandaban.
Cuando nos bajamos de auto hacia al avión, mi mirada cruzaba por ellos, todos altos, caucásicos, pero ninguno era aquel hombre de ojos grises que yo había visto en la discoteca.
¿Sería posible que sí fuera... él? ¿o era un producto de mi imaginación?
Cuando subí al avión, lo primero que mis ojos vieron fue el hombre que estaba en la esquina de la cabina, no sé por qué, pero había algo en él que llamaba mucho mi atención, tenía el ceño fruncido en completa concentración, la cabeza baja mientras andaba su teléfono, el cabello rubio muy claro, y al igual que todos los agentes, él iba uniformado con un suéter negro grueso donde me imaginaba debajo estaba el chaleco antibalas, mi visión me impedía leer la identificación sobre su pecho donde estaba su nombre y un cuadro de su foto.
A medida que me acercaba a mi asiento, no dejaba de mirarlo completamente intrigada por este hombre. Por un momento, él pareció percibir mi mirada porque justo cuando estaba por sentarme, él alzó la vista y sus ojos grises se cruzaron con los míos haciendo que me paralizara en mi lugar. Dejé de respirar, mi corazón empezó a latir desenfrenado al ver su rostro sin la máscara.
Era increíble el parecido que tenía con Angelo Smith, pero a la vez, se me hacía tan extraño y diferente... ¿era o no era él?
Me quedé sin aliento cuando lo vi levantarse de su asiento sin apartar la vista de mí, se detuvo en el puesto que estaba enfrente del mío y entonces tomó asiento.
—Siéntate —me ordenó, su voz profunda, autoritaria e intimidante.
Como si mi cuerpo fuera conducido por una fuerza externa y sin poder ser capaz de reaccionar, lo hice, me dejé caer en el asiento de modo que ahora estaba frente a frente con él.
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Holaaaaaa! feliz luneeees! hoy dos capítulos heeey pero recuerda votar :D
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Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)
Storie d'amoreAtracción prohibida. Deseo incontrolable. Secretos pecaminosos. En la escuela de monjas llega el nuevo padre William, un hombre misterioso, silencioso y observador. Para Celeste que es aspirante a monja le intriga y le atrae sin poder evitarlo. Todo...