Capítulo 24: Una misteriosa muerte

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Capítulo 24: Una misteriosa muerte

Lessandro.

Lessandro; uno de los del personal del orfanato era el que estaba inerte en el suelo.

Me quedé perpleja, sentía que mi sangre había dejado mi cuerpo de los nervios; estaba pálida ante lo que mis ojos veían.

Todos estaban completamente desconcertados.

La policía nos desalojo de alrededor para examinar el cuerpo como posible escena del crimen, busqué con la mirada al padre William ¿donde estaba? Hasta que me detuve, en las sombras, al fondo; él me miraba atento, sus ojos como la misma plata resplandeciendo entre la oscuridad, se me erizó la piel al pensar en el susurrando: «Soy el diablo». No era como si él tuviera que ver con esto, pero vaya que me daba muy mala espina todo lo que lo implicara.

Me sobresalté un poco cuando de la nada Georgette apareció en mi visión y me abrazó llorando, me quedé sorprendida sin comprender qué le había ocurrido.

—Calma, calma... —susurré ante su llanto.

Ella se apoyo de mi pecho (a pesar de ser más alta que yo) sin dejar de llorar, sus manos temblando, su rostro enteramente sonrojado.

—Lo vi, él se lanzó, Celeste —dijo Georgette con voz entrecortada—, se lanzó, lo vi...

Acaricié su estola intentando calmarla, diciéndole que todo estaría bien, la policía fue a tomarle la declaración a Georgette y a todas las que están por los alterededores de lo que vieron. Georgette era la que estaba más cerca, al parecer solo veía por la ventana y vio cuando el cuerpo cayó, pero no vio si alguien lo empujó o si ese alguien se lanzó buscando suicidarse.

Ahora nadie sabía qué le había ocurrido a Lessandro todas eran especulaciones, porque estaba en un lugar donde se suponía no debía de estar. Ya ninguno de los cuidadores debía de estar a esta hora aquí entonces... ¿A qué había venido? ¿A suicidarse? No tenía sentido.

Iba a ir junto con las otras monjas hacia los dormitorios, después de que los policías se llevaran el cuerpo y lo declararan como suicidio.

Un suicidio en la catedral, en todo el tiempo que llevaba aquí nada como eso había pasado; nunca.

Me quedé atrás de todas las monjas buscando a Georgette, pero no la vi, ¿se la habría llevado la policía? Pregunté por ella, pero nadie sabia, también pregunté por la madre superiora, pero no había rastro de ellas, ¿a donde habrían ido?

Iba a subir las escaleras principales cuando alguien me tomó del brazo de repente y me jaló, voltee resistiéndome y luego me dejé arrastrar al ver que era el padre William West.

Fruncí el ceño sin entender a donde me llevaba hasta que se detuvo en uno de los pasillos que carecía de luz y me volteó haciendo que pegara mi espalda de la pared y él dio dos pasos hacia mí invadiendo mi espacio personal, temblé ante su mirada de ojos como la plata que brillaban en la oscuridad del lugar.

—¿Estás bien? —preguntó el padre William.

—Sí, yo... —tragué pesadamente saliva—, estaba por dormir y escuché esos gritos.

Miré al padre William, a la tenue luz apenas notaba algunos rasgos de su rostro, pero su mirada era suspicaz y pude ver un moretón en su mejilla, ¿pero y eso...? que extraño.

—¿Pero qué le pasó en el rostro? —pregunté al ver ese golpe, él se alejó de mi toque y me sujetó de la muñeca pegándola a la pared, tragué pesadamente saliva al ver lo cerca que había quedado de mí, su pecho rozaba el mío, podía percibir su pesada respiración. Él fijó su mirada en la mía, la intensidad entre los dos era torturante.

—Hay cosas que están pasando muy extrañas, Celeste, debes tener cuidado —susurró, su aliento sobre mis labios.

Le sostuve la mirada y pregunté:

—¿De ti?

Él estiró la comisura de sus labios en una leve sonrisa e indagó diciendo:

—¿Qué me hablas?

Sin que nada me quedara por dentro pregunté:

—¿Tú lo mataste?

El padre William alzó una ceja.

—¿Me crees capaz de algo así, Celeste?

—Sí —respondí luego de dudar un poco.

Me apretó de la pared, dejé de respirar cuando sus labios rozaron los míos, cerré los ojos esperando que me besara, pero él no lo hizo, solo amplio su sonrisa viendo como reaccionaba ante él. Lo disfrutaba.

—No digas estupideces —susurró— y más te vale que no vuelvas a repetir eso, de lo contrario habrá consecuencias.

¿Consecuencias?

¿Qué clase de consecuencias? Quería preguntar pero sentía que la lengua se me había desconectado del cerebro y entonces, el padre William me soltó retrocediendo sus pasos y se fue.

Respiré con profundidad.

Mi mente ahora estaba más revuelta que antes.

Voltee al sentir que alguien me miraba y vi que se trataba del niño Zed, cuando él se dio cuenta de que lo miré; salió corriendo.

¿Qué tanto habría visto?

Fui detrás de él, ¿qué hacía fuera de la zona de los niños del orfanato?

De repente cuando fui por uno de los pasillos persiguiéndolo le perdí la pista, sin embargo me di cuenta de que estaba pasando por la oficina de la madre superiora, la luz estaba encendida y la escuché decir:

—¡¿Pero es que no puedes hacer nada bien?!

Me asomé por la rendija de la puerta entreabierta y me sobresalté al ver que le dio una bofetada a Georgette que ocasionó que ella cayera al suelo.

Ahogué un gemido de la impresión tapando mi boca para evitar gritar y que notaran mi presencia.

Nunca había visto que la madre superiora le levantara la mano a alguien.

—Eres una inmundicia —le gritó la madre superiora mientras Georgette lloraba desde el suelo—, ¡le has dado la entrada al pecado y a la muerte con ese bebé que engendraste! A causa de la lujuria ¡has engendrado a la bestia!

Me quedé en shock.

¿Georgette estaba embarazada?

Pero... ¿quién era el padre? La madre superiora no había dicho quién la embarazó. De repente analicé un poco, el único hombre que era capaz de estar entre nosotras y de hacernos pecar... solo había un nombre.

Me quedé fría.

¿Y si era... del padre William?

 
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Muuuuchas dudas hay ¿no creen? Jajajajajajaj chicas discúlpenme que fuera 1 solo capítulo, ando mal pronto estaré bien, mañana es otro dia y sale el sol☺ las amo mucho.
 

Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora