19. Frente a frente

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#MARATON

19 Frente a frente

CELESTE

Pude forzarme a olvidarlo por todos estos años, pude intentar olvidarlo con alguien físicamente parecido a él, pero simplemente no eran él. No eran la persona que revolvía todo en mi interior y me hacían sentir viva.

Nos separamos y me limpié un poco las piernas húmedas con una servilletas que me pasó Angelo, empecé a vestirme al igual que él; bueno solo el pantalón, porque fue lo único que me quité, cuando estuve liste, lo miré, él se estaba colocando el chaleco antibalas, cuando fijó sus ojos grises en mí me sonrió un poco ahuecando los hoyuelos de sus mejillas.

No podía aún creer que de verdad algo hubiera cambiado esta noche de un momento a otro, pero creo que fue tras la videollamada de William, él hizo algo en el interior de Angelo, lo hizo abrir los ojos y recapacitar, era la única explicación lógica que le encontraba.

—Creo que ha sido el día más raro del día —pregunté— ¿cierto?

—¿Por qué lo dices? —preguntó terminando de abrocharse el chaleco antibalas, verlo con el uniforme siempre era muy atractivo para mí, lo hacía ver.... sexy.

—Buen —dije acomodando mi cabello—, empezando con que la asesina corrió lejos y huyó, luego nosotros tratándonos bien y... volviendo a lo que una vez nos unió; una iglesia.

Parecía hasta algo irónico volver a estar en un temblo.

Él soltó una leve carcajada, y m quedé impresionaba al verlo reírse, creí que... nunca lo volvería a escuchar reírse otra vez. Su rostro incluso cambiaba, parecía relajado, nada de ese ceño fruncido, ni esa quijada apretada que lo hacía parecer amargado y mayor, de hecho lucía muy joven.

—Es bastante extraño este día. —admitió y lo pensó por un momento para decir:— No le digas a nadie que lloré, tengo una reputación que mantener.

Me reí un poco y dije:

—Yo también. —Le guiñé un ojo, él mantuvo esa sonrisa que iluminaba su rostro y lo hacía ver como aquel hombre que conocí alguna vez, ligeramente despreocupado y misterioso.

Angelo dudó por un momento pero luego me miró para decir:

—¿Qué pasará con Freddy?

Oh joder, Freddy, ni siquiera me había acordado de él, sentí mi rostro sonrojarse al recordar su rostro de completo shock al vernos en pleno acto.

—Supongo que no hay nada más —susurré—, creo que nos ha pillado en el mueble.

Alzó ambas cejas.

—Oh, vaya. —dijo Angelo, lo pensó por un momento y seguidamente murmuró:— ¿Jugabas con él?

Con Freddy no era un juego, me gustaba como me trataba y posiblemente... me sentía muy sola.

—No jugaba con él —dije—, creo que solo quería encontrar un sitio donde sentirme a salvo, pero... al final lo encontré donde menos imaginé.

Lo vi sonreír un poco y se acercó a mí, tuve que alzar la vista para mirar sus ojos grises a veces se me olvidaba lo alto que era.

—Es raro, tener tanta paz con alguien que me esforcé en odiar. —murmuró.

—Lo mismo digo. —corroboré.

Ambos nos enfocamos en destruirnos y odiarnos, pero... ahora era diferente; se sentía muy diferente.

—Iré a ver como va la investigación. —murmuró Angelo y alzó una mano para acariciar mi mejilla, su toque me estremeció el cuerpo y me hizo sonreír.

—Yo iré por algo de comer. —murmuré

Se inclinó y me dio un beso en los labios, antes de sonreírme e irse de la oficina. Se sintió tan extraño que no me gritara o me pusiera mala cara, como si definitivamente ahora me hubiera encontrado frente a otra persona.

Fui a la cocina sintiendo que flotaba, lejos de todo el caos, tenía mi paz personal mientras me preparaba un sándwich y lo tostaba en el sartén.

Escuché la puerta y cuando voltee, me encontré de frente con Freddy, él tenía la cara larga, nada de sonrisas o un rostro amigable, estaba serio y ligeramente molesto.

—Hola —murmuré tragando pesadamente saliva, sabiendo que esta conversación incómoda no podía saltármela, sino que él estaba decepcionado de mí; se le notaba en la cara.

—Hola —contestó y no dijo nada más, como si quisiera decir tantas cosas que al final no encontrara nada que decir, pero su rostro gélido carente de humor era suficiente para mí.

—Sé que nos viste —solté queriendo acabar con esto.

—Sí, los vi —afirmó y había dolor en su mirada.

Tragué pesadamente saliva, me sentía terrible por él, porque realmente sí quise estar con él, pero.... Angelo siempre estaría primero.

—Lo siento —susurré.

—No me debería de sorprender —se rió sin gracia—, debí saber que estabas jugando con nosotros a ver cual caía primero.

Lo miré negando con la cabeza.

—No estaba jugando, Freddy.

—¿Entonces qué hiciste? —dijo y entonces por fin lo vi sacar su molestia cuando su rostro empezó a enrojecer— ¡Porque te vi follando con él después de que esta mañana me dabas señales de querer estar conmigo!

Tomé una profunda respiración afirmando con la cabeza.

—No lo vas a comprender —murmuré.

—A ver... —dijo en espera de una explicación.

—Mi hijo —solté.

—¿Qué tiene que ver tu hijo?

Tragué pesadamente saliva y sin poder contenerlo más solté:

—Él es su padre.

Freddy pareció procesar lo que le dije y pestañeó un par de veces, como si no me comprendiera en lo absoluto hasta que de repente lo entendió y lo vi palidecer, su boca se abrió casi desencajándose de su lugar.

—¿Angelo es el padre de tu hijo? —preguntó sobresaltado.

Afirmé con la cabeza lentamente.

—Nos conocemos hace mucho tiempo —expliqué—, pero nunca logramos congeniar.

Freddy aún parecía en shock, silbó entre dientes mientras se cruzaba de brazos y empezaba a caminar en círculos.

—¿Y aún así te metiste conmigo? —dijo deteniéndose por fin y me miró para murmurar:— Nunca creí que pudieras caer tan bajo de jugar con los sentimientos de alguien que realmente estaba dispuesto a quererte.

Sin decir más, se fue de la cocina dejándome ahí en la cocina sintiéndome peor que la mierda. Saqué el pan del sartén sintiendo la punta de mis dedos quemarse y lo dejé en mi plato, ya ni siquiera tenía hambre, escuché la puerta abrirse de la cocina abrirse otra vez, creí que era Freddy, me preparé para aguantar nuevamente sus comentarios pero cuando me voltee hacia él me quedé paralizada al ver que no se trataba de Freddy.

Era Georgette vestida con un sucio uniforme de monja, su rostro sucio de tierra con una sonrisa cínica y un cuchillo se balanceaba de su mano.

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Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora