Capítulo 39: Mi lealtad no te pertenece

15.3K 1.5K 129
                                    

Actualización 2/2


Capítulo 39: Mi lealtad no te pertenece

—Padre William —dije sintiendo mi voz frágil, creo que se me bajó la presión, la sangre abandonó mi cuerpo y di un paso atrás, mi corazón latiendo desenfrenado al pensar en que viniera a hacer lo que hizo en mi sueño, que me ahorcara hasta que quedara sin respiración con la intención de asesinarme.

El pensamiento me hizo estremecer y el terror se aferró a mi pecho.

Él fijó sus ojos grises como la plata en mí y dio un paso dentro de la habitación, yo retrocedí sin poder moderar mi pánico de que estuviera aquí a punto de asesinarme. Él terminó de entrar y cerró la puerta a sus espaldas, el silencio era ensordecedor.

—Por favor, salga. Es indebido que esté en mi habitación padre William —me escuché decir, pero mis nervios me hicieron sentir sorda de repente.

Él no dijo nada durante largos segundos que se sintieron una eternidad, hasta que finalmente soltó una risa irónica que me erizó la piel.

—¿Ahora te interesa lo que es indebido o no? —dijo alzando una ceja, su rostro serio, su quijada apretada.

No me había dado cuenta de que seguía retrocediendo hasta que mi espalda chocó de mi escritorio dándome un mal golpe en los glúteos intentando guardar distancia entre los dos, él no se acercó a mí, pero su mirada fulminante de ojos grises parecía traspasarme y ser suficiente para que mi respiración se volviera irregular.

—¿Qué hace aquí? —pregunté, tomé el lápiz en la mesa y lo apreté en mi puño, lo usaría en casos de emergencia... en caso de que arremetiera contra mí.

Una parte de mí confiaba en él, pero otra muy grande desconfiaba en lo que era capaz de hacerme.

—¿Qué crees que hago aquí, Celeste? —dijo con voz frívola— además de que me acusaron de ser la única persona que estuvo con la mujer de mantenimiento anoche a la hora de su muerte.

Me quedé callada, no quería provocarlo, solo quería que se largara de aquí.

Él sabía que había sido yo y realmente una parte de mí le alegraba que lo hubiera afectado, la satisfacción debió de brillar en mi mirada porque él dio un paso hacia mí y sus ojos fueron al trébol de 4 hojas a un lado de mi cama.

—¿Te la dio e oficial Reynold? —preguntó.

¿Como lo supo?

No sé por qué, pero de repente sentí ahora una doble satisfacción de que viera este regalo.

—No es de tu incumbencia. —respondí sabiendo que lo molestaba al no darle respuestas concretas.

Él dio unos pasos hacia mí, lo suficientemente cerca como para que oliera su fragancia, pero lo suficientemente lejos para no tocarme, aún así aferré aún con fuerza el lápiz en mi mano.

La intensidad agravándose entre los dos, el magnetismo que nos atraía siendo cada vez más intenso, tenia calor, demasiado calor ante estas sensaciones que no podía evitar por más que lo intentara.

—No te equivoques Nonne —dijo con voz profunda—, soy bueno por las buenas y puedo ser bien malo, por las malas.

Dio otro paso hacia mí, ahora nuestras vestiduras se rozaban, alcé la cabeza para poder mirar ese rostro que tanto daño me hacía, que tanto odiaba de la misma forma que me enloquecía.

Odiaba que me llamara Nonne, porque me hacía recordar todas las veces que follamos mientras me susurraba eso.

—¿Entonces vas a ahorcarme? —pregunté.

Alzó la mano, me quedé muy quieta cuando él pasó un dedos lentamente por mi cuello, me lo imaginé casi como un cuchillo; probando el borde contra mi piel.

—¿Quieres que lo haga? —preguntó.

Odiaba que mi cuerpo reaccionara así ante él, como si perdiera el control.

—Vete. —dije pero mi voz no sonó nada convincente, casi se escuchó como un jadeo.

—Por suerte para mí...

Dijo sin dejar de mover su dedos por mi cuello, descendiendo por mi brazo encima de la tela, logrando que mi piel se erizara y yo me estremeciera.

—Nadie desconfía de mí —continuó diciendo— soy el mejor agente que tienen, pero, me di cuenta de que eres letal, no se puede confiar en ti.

Sonreí con satisfacción y dije:

—No quiero que lo hagas, mi lealtad no te pertenece.

Su mano bajó hacia el medio de mis piernas, a pesar de tener tanta tela encima, sentí que su toque me traspasaba y ardía en toda esa zona; yo estaba en llamas y ansiaba que me tocara a pesar de estar terriblemente enojada por él y lo que vi en esa oficina con esa mujer.

—Apuesto a que te has puesto húmeda —susurró el padre William empezando a mover hacia adelante y hacia atrás su mano por el medio de mi sexo.

Mi respiración se aceleró, entorné los ojos aguantándome de su brazo. No podía hacer esto; no debía, pero mi carne era torturantemente debil.

—Mañana me van a hacer mis votos. —susurré en un suplico y solté un leve jadeo; me mordí los labios.

El padre William se inclinó de modo que su nariz rozó la mía, su aliento en mi boca sin dejar de tocarme por encima de mi ropa, cuando dijo:

—¿Entonces quieres que me detenga?

En respuesta, separé más las piernas.

Iniciaría mi venganza.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

***********************

Peeeeeeeero Celesticaaaaaaa vale xD leo sus teorías, esto está a punto de prendeeerseeeee AAAAAAAAAAAAAH!!!! recuerda a votar, eso me anima mucho a seguir, al igual que sus comentarios, comenten tooodo lo que puedan y consideraré hacer maratón ¿sí? *-* las amo mucho.

Insatgram: Ysarisareinamoo

Los ojos del pecado. Libro 1 y 2 (completo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora