II

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— ¡Ánimo chicos!. Ya es el último día de clases. Es el último proyecto que van a realizar. Tendrán todo el fin de semana para hacerlo, no se quejen. — habló la profesora.

— Pero hay que hacerlo en equipos, por favor.

— Siii.

— Claro que lo van hacer en equipos. Ya los tengo designados. — levantó una carpeta. 

— ¡Nooo!. — gritaron los demás.

— Kevin, Lucas, Ángel, Jennifer y Blanca. Equipo número uno. — a los mencionados les entregó un montoncito de papeles.

Por favor que no me toque un equipo mediocre, por favor que no me toque un equipo mediocre...

— Alejandro, Morgana, Gerardo, Alfredo y Mariana. Equipo número dos. — fue Morgana quien tomó las hojas.

Es mi fin.

 — Julissa, Adrián, Marco, Hugo y Dayanna. Equipo número tres. 

— ¿No podemos cambiar de integrante?. — preguntó uno de ellos.

— No. Los equipos ya están designados estratégicamente para que aprendan a que no siempre van a trabajar con sus amistades. Quiero asegurarme que cada uno va a trabajar y esforzarse en el proyecto.

Diablos, ¡¿Por qué era necesaria la materia de desarrollo sustentable?!.

Morgana me tendió las hojas para que las tomara.

Supongo que las únicas dos personas que podrían valer la pena en mi equipo, son precisamente ella y Gerardo. 

Volteé a ver a los demás integrantes y Alfredo ya me estaba viendo, pues cuando conectamos miradas su sonrisa ladina incrementó más hasta mostrar su dentadura. 

 Iba a ser un fin de semana largo.

...

— Entonces hoy en mi casa a las seis. — afirmó sin voltear a vernos.

Estaba muy ocupado aventando su balón al aire.

— Sip. Recuerden llevar sus laps y tener algo de información. — dijo Morgana.

— Yo llevaré el material completo. Allá nos dividimos lo que se gastó. — habló Gerardo a lo que la mayoría asentimos.

— Entonces qué, ¿Peda despues de acabar el pinche trabajo, o qué?. 

— Obvio, wey. — Alfredo le dio la razón. 

— Bueno, pues. Nos vemos allá. — ambos chocaron sus puños y el otro se dio la media vuelta — Nos vemos allá, Marranita.

Rodeé los ojos. 

Ojalá y no haga nada en el proyecto para echarlo de cabeza con la profe y así repruebe la materia. Mínimo el otro semestre ya no lo tendría una hora menos.

Se fue alejando poco a poco y seguido lo siguió Alfredo que solo nos miró.

— Nos vemos Gera, nos vemos Mariana. 

— Nos vemos, Morgana. — respondimos Gerardo y yo.

Ella, al igual que los dos anteriores también se fue.

Así que yo sólo le hice una seña con la cabeza a Gerardo para no repetir lo mismo siempre. Lo entendió perfectamente.

A lo lejos pude ver la camioneta en la que siempre mis papás mandaban por mí.

Ni siquiera hizo falta que les hiciera alguna seña, pues inmediatamente al ver que salía por la puerta, se acercaron a la entrada.

Por segunda vez en el día los saludé y fui correspondida.

...

Subí mi pie izquierdo a la esquinita de mi cama para abrochar mis agujetas. Una vez hecho el moñito, lo bajé y caminé al espejo de cuerpo completo para verme. 

Estaba perfectamente bien.

Traía puesto un jumper falda color negro y una blusa tipo top de color blanco. Necesitaba andar un poco fresca, porque el bendito calor estaba a todo lo que daba y los tenis le daban la comodidad al outfit.

Para lo demás sólo puse protector solar, desenredé un poco mi cabello y peiné mis cejas, nada más.

Tomé las cosas que tendría que usar y algo de dinero para lo que se necesitara, más precisamente por lo que había dicho Gerardo. Y bajé en busca de mis papás para despedirme y avisarles que vendría más tarde.

Por tercera vez en el día, nos volvimos a poner en marcha pero esta vez con destino a casa de Alfredo.

He de admitir que me daba algo de nervios estar ahí, que entre otras cosas como a qué se dedica su familia y eso. Me revolvía el estómago tener que soportar las críticas de los dos, sobre todo las de Alejandro. 

Rezaba porque Kevin no estuviera ahí.

...

— Buenas. — dijo abriendo la puerta — Pasa.

Justamente cuando lo hizo, mis narices inmediatamente se inundaron de su perfume.

— Buenas tardes. — dije ingresando — ¿Ya llegaron los demás?.

— Sólo has llegado tú. — mi cara se transformó y al parecer eso le dio risa — Bromeo. Estamos casi todos, sólo falta Alejandro.

Asentí.

Comenzó a guiarme por los pasillos de la casa hasta que llegamos a una enorme puerta de vidrio, donde se podían ver a Gerardo y Morgana detrás de ella, sentados en un sofá que estaba del otro lado.

— Hola. — les dije una vez afuera.

— Hola.

— Dice Alex que no tarda. Viene en camino. — Alfredo habló.

— Está bien.

— ¿Les parece si le avanzamos en lo que llega?. — sugerí.

Los tres asintieron, empezaron a sacar sus cosas y los materiales que cada uno nos fuimos repartiendo lo que íbamos hacer.

¿Me recuerdas? - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora