— Ay. — volteé a ver mal al wey que me estaba tomando las tallas — Me picaste.
— Lo siento, señor.
Li siinti, siñir.
— Ponga atención, compa. Tenga cuidado.
—Lo sé, pero creo que me haría de mucha ayuda que dejara su celular de lado por unos minutos. No tardaré mucho.
— No ves que estoy en algo importante. — hablé con fastidio.
— Fredy, quédate quieto, amor. Si no, tu traje para la boda no te quedará bien y no nos podremos casar.
— ¿Qué tiene?. — me alcé de hombros, pero al ver que le cambió la cara para empezar hacer un berrinche, traté de arreglarlo — Me pongo una camisa, pantalón y mis botas. Y así.
— Ay, no. Cómo crees que así vas a llegar a la boda, mi amor. Por algo no aceptamos hacer la boda en el rancho a tu papá.
Rodeé los ojos, aprovechando que ahora estaba de espaldas.
— Mmm.
Ya a este punto, no le tomaba importancia a sus "condiciones". Tenía en mente otras prioridades, como justo ahora.
MARIANA
¡Todo estaba yendo de maravilla!.
Justo acababa de agendar mi tercer cliente aquí y eso implicaba más trabajo, pero era lo que más agradecia.
— Gracias Diosito. — sonreí — Gracias, gracias.
Suspiré recargando mi espalda en la silla que ocupaba en el computador, y mi vista se fue hacia las flores ya marchitas y secas que aún seguían en mi mesa.
Por lo pronto, sabía que los responsables no habían sido mis padres.
La idea loca que pudo haber sido algún "admirador" había atravesado mi mente. Incluso que en un universo paralelo pudo haber sido Alfredo, pero rápido la descarté al recordar la horrible letra que tenía.
De ahí en fuera, ya no había vuelto a saber de él. Tuve otros dos encuentros con Hugo y Laura, pero habían sido lugares distintos.
Ahora lo que me preocupaba era la boda de Laura y Hugo, me habían hecho la cordial invitación y la verdad, se me hacía algo feo decirles que no iría.
Yo y mi bendita maldición de nunca poder decir que no.
— ¡A la madre!. — miré la hora en el celular — Se me hace tarde.
Me levanté de la silla para irme corriendo a la habitación y empezar arreglarme.
Como siempre trataba de vestirme lo más casual, casi pegándole a formal para ir a las citas con los clientes pues dependía del lugar dónde nos citamos.
Creo que estaba de más decir que la formalidad en la vestimenta era parte del trabajo, aunque no miento que extrañaba usar mi ropa guangüita y con estilo grunge.
En fin.
...
— Con Juan Arturo Gonzales, joven.
"Joven", si más joven era yo.
— Si se encuentra. Sígame por favor. — comenzó a caminar.
— Gracias. — dije con alivio. Pues no quería que me sucediera lo mismo que en la reserva con Hugo.
El chico me había guiado hasta la esquina del lugar, dónde literalmente estaba vacío.
Sin dejar de contar que entró a una especie de habitación, que más bien era una especie de biombo gigante cubriendo el lugar.
— Llegó su compañía, señor.
— Gracias, chavalo.
Él estaba ahí sentado en la mesa. Su mirada se posó inmediatamente sobre mi cuando entré al lugar.
Esto debía de ser un error.
— Mariana... H... Hola. — sonrió.
— Alfredo... — lo miré confundida, y es que realmente lo estaba — ¿Qué haces aquí?.
— Yo... — carraspeó su garganta — Fui yo quien tomó la cita.
— ¿Tú eres Juan Arturo?.
— Ehh, sí... Bueno. — rio — No. Pero sí... O sea, sólo tomé prestado ese nombre. Pero si soy yo.
— Y por q...
— ¿Gustas tomar asiento?. — retiró una silla.
Asentí.
— ¿Quieres pedir algo ya o quieres empezar con alguna entrada?.
— Estoy bien, gracias.
Le hizo una seña al joven que nos estaba atendiendo, se despidió con un "con permiso" e indicó que volvería en unos minutos más tarde.
Ni siquiera la música que había, podía hacer que este incómodo momento se convirtiera en algo más ameno.
— Y, ¿En qué necesitabas asesoría?. — tomé la iniciativa.
— En realidad... — se rio — No la necesitaba.
— ¿Entonces?. — lo miré sin entender.
— Pues... Primero que nada, creo que te debería de devolver esto.
Dejó sobre la mesa mi carterita donde traía mis tarjetas. Ahora entendía.
— Gracias.
— La dejaste en el restaurante y uno de los meseros la encontró.
— De nuevo gracias. Aunque creo que creo que debería empezar a buscar que hacer con el nuevo pedido que hice. — bromeé.
— Siento no haberla entregado antes.
— No pasa nada. — sonreí — Bueno... Supongo que no es todo.
— ¿Eh?.
— No sólo por una cartera me citaste aquí. ¿Se te ofrece algo más?. — asintió — ¿Qué es?.
— Pues no sé cómo empezar.
— Puedes hacerlo desde el principio o simplemente diciendo lo que es. Te escucho.
— Bien. — suspiró — Hace años atrás yo me había enamorado de una morrita que estaba... Bueno, sigue estando bien chula. — sonrió mirando algún punto — Nunca me atreví a decirle lo que sentía porque tenía miedo a que me rechazara.
— Alfredo.
— Espera, aún no termino. — me interrumpió — Hace unos días volví a encontrarme con ella y me di cuenta que aún me sigues moviendo el tapete, Mariana.
Oh no...
Alm!! Cómo así que tenía un mes sin actualizar por acá... Bueno, equis
Sabían que tenemos nueva fic con el Ratón? 🤔🫰🏻
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