VI

2.5K 200 33
                                    

Con mis pies me impulsé para darme otra vuelta en la silla giratoria. Y así seguí haciendo el movimiento girando continuamente.

— Deja de dar tantas vueltas, me desconcentras. — reprochó Iván.

— Es que estoy bien aburrido, carnal. ¿A qué hora nos vamos a ir?. — dije fastidiado.

Dejó caer sobre el escritorio los papeles que estaba leyendo y me miró mal.

— Si estuvieras haciendo lo que te pedí desde que llegamos. A este punto ya estuviéramos en el rancho.

— Es que no... — con mis mismos pies me arrastré a la gran pantalla que colgaba de la pared — No le entiendo.

— Mira we. Ese niño trae un gorrito que levanta las orejas, 'ira. — Ovidio le hizo zoom a una de las cámaras — Quiero uno. Cómprenme uno.

— ¿A cuánto los vendes?. — bromeé.

— Culero. — empezó hacerme gestos.

— ¡Ya, chinga!. Ayúdenme los dos, no se supone que tú Ovidio querías aprender. — parecía enojado, o bueno quizás si estaba enojado — Tú Alfredo. Ya te vas a casar y todavía actúas como infante, no mames.

Chisté alzando mis hombros sin importancia. Y es que no me importaba, la verdad.

— Yo no puedo. Todavía estoy chiquito. — dijo Ovidio.

— Y pendejo. — agregué.

— I pindiji. — me empezó arremedar.

— Les propongo algo. — inmediatamente dos los le pusimos atención — Si ambos hacen cada quien su parte, sin que yo les tenga que estar repitiendo las instrucciones a cada rato y acabamos para antes de las... Cuatro. Yo invito la comida el domingo.

— ¿Con pisto?. — preguntó Ovidio.

— Con pisto y música en vivo. — afirmó.

Ambos nos volteamos a ver y asentimos.

— Trato.

...

Aventé las llaves a la mesa y empecé a quitarme los radios, desfajarme el arma y sacar el celular. Me dejé caer rendido en el sillón cerrando los ojos.

Mi mente se comenzó a llenar de las palabras que había dicho hoy Iván.

Me voy a casar.

Después de algunos tres o cuatro años de regresarnos para Culiacán, me había reencontrado con Sofía pues se había venido a estudiar acá.

Conforme la fui frecuentando las cosas se fueron dando, hasta que en algún momento dado formalizamos nuestra relación hace algunos meses atrás.

A veces me llegaba a la mente la pregunta de por qué lo había hecho, pero simplemente siento que me había dejado llevar. Pues Sofía parecía un buen partido para mí, además de que en su momento nuestros padres habían hecho negocios.

Pero el hecho que me fuera a casar, no me quitaba lo enamorado.

Por ahí tenía uno o dos jalecillos. Obviamente nada formal.

Escuché el taconeo de sus zapatos por las escaleras. Era más que obvio que se había dado cuenta que yo había llegado.

— Freddy. Amoor. — dijo dando unos cuántos pasados a donde estaba yo — Llegaste.

— Y fastidiadísimo.

— Mmm, y yo que apenas venía contigo, amor. — se sentó sobre mis piernas sin soltar una copa con champagne.

No dejé pasar la oportunidad al acariciar sus piernas, quitándole la copa para tomarle yo y luego besar su hombro y empezar a subir más.

— Mejor vamos a divertirnos. — dije entre beso y beso.

— Pero, eso te costará el cambio de extensiones y el relleno — dijo coqueta parando los labios.

Rodeé los ojos pero asentí.

— ¿Y cuánto por lo que yo quiera hacerte a parte?. — pregunté de broma.

— Bueno, entonces serían también unos zapatos nuevos, una bolsita y algo Cartier. — dijo simple.

'Erga... Me salía más barato ir con las cariñosas.

— Bueno, pues... Que ya me calenté.

Me abalancé sobre ella empezándola a besar.

Pero esto tendría que valer la pena.

¿Me recuerdas? - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora