Estaba muy pendiente de las cámaras que grababan la calle. Esperaba a que ella llegara.
Hugo había pedido el privado porque él y su mujer tendrían una cita con ella. Y cómo el compa buena onda que soy, inmediatamente le hice la reserva.
— Hasta parece que el de la cita eres tú. — Iván salió del baño.
— Pues unos meses más y con suerte. Posiblemente sí. — bromeé.
— Jesús. — reprochó.
— Cura, carni.
— ¿Ya te decidiste?. ¿Hablaste con Sofía?.
Otra vez la burra al trigo.
— Sí.
— ¿De verdad?. — me miró asombrado.
— No. — me reí.
Bufó con fastidio mientras se volvía a sentar.
— Bueno, pues cada vez te queda menos tiempo. No la cagues, Jesús.
— ¿Por qué tanta insistencia que hable bien con ella?. Si ya no quiero estar con ella, ya. ¡No lo estoy!.
— Alfredo, estás comprometido. No es tan fácil. — suspiró — Te digo que hagas las cosas bien, porque no nos conviene que "lastimes" así a Sofía.
— ¿Te importa mucho?. — pregunté curioso.
A lo que él me miró aburrido.
— A nadie del cartel le conviene, Jesús.
Rodeé los ojos con fastidio.
Ya me tenían harto con ese tema y a ese paso iba a terminar odiando a todos.
...
MARIANA
— Así está bien. Gracias. — dije bajándome del taxi.
— A usted.
Cerré la puerta para que pudiera arrancar. Yo comencé a caminar hacia el restaurante dispuesta a entrar.
Admito que sentía un nudo en el estómago de solo pensar que podría estar aquí y poder topármelo.
— Buenas tardes.
— Buenas tardes, señorita. ¿Tiene reservación?. — me preguntó una señorita que se encontraba enseguida de la entrada.
— Eh, sí. Bueno, más bien mi cliente se encargó de eso. Su nombre es Hugo Bernal.
— ¿Es usted la señorita Laura Ávila?. — preguntó.
— No. — me miró raro — Ellos dos son mis clientes.
Suspiró removiéndose en su lugar mientras le cambiaba la cara.
— Lo siento, señorita. Pero sin una reservación no puede entrar. Tenemos los lugares ocupados.
¿En verdad me estaba pasando esto?.
Sentí mi celular vibrar algunas veces seguidas, pero creo esto era más importante.
— Creo que hay una equivocación, disculpe. Mi cliente debe de estar por aquí y...
— Lo siento. Pero son las reglas del establecimiento. No puedo.
Qué vergüenza.
Asentí, pues en realidad no me quedaba de otra por hacer. Tomé mi celular para ver si Hugo podía hacer algo o lo podía ver en otro lugar.
— Buenas tardes, ¿Qué pasa aquí?.
Me quedé inmóvil al escucharlo de nuevo. Lo único que pudo reaccionar en mí fueron mis ojos, que voltearon a verlo.
Estaba parado a un lado de la señorita con una sonrisa que parecía inocente. Se miraba muy bien.
— La señorita no apartó su reserva y estaba en busca de un lugar, pero entendió perfecto.
— ¿Vienes con Hugo y Laura, verdad?.
Yo hasta este punto seguía sin decir una sola palabra.
Pero al sentir esa incomodidad de ambas miradas esperando a que respondiera, me hicieron hablar.
— Sí.
— Sí me lo dijo. — incrementó su sonrisa — Pasa por favor. Sígueme. Ya tienen su reserva en el privado.
Asentí y empecé a seguirlo cuando comenzó a caminar.
Le dio algunas instrucciones a la señorita de la entrada y mandó por un mesero para nosotros. Realmente estaba siendo muy atento.
Bueno, es su negocio. Obviamente tenía que ser así con sus clientes.
— Mira, puedes tomar asiento. — habló cuando entramos a la sala.
— Gracias. — respondí sutilmente, tomando asiento. Aún no me podía acostumbrar a él.
— Realmente no sé cuánto se vayan a tardar Hugo y Laura, pero me preguntaron si te podía hacer compañía y por mí no había problema. — puso una sonrisa sincera — ¿Te molesta?.
— ¿Se van a tardar?. — solté confundida evadiendo su pregunta.
— Aah, sí. Sí... Uhmm... ¿No te mandó mensaje?. — negué tomando mi celular.
"Una disculpa enorme, Mariana 🙏🏼 Lau y yo aún seguimos viendo algunos últimos detalles de la boda, y todavía no salimos. Tendremos un retraso pero ahí estaremos... Y no te preocupes, el personal se encargará de darte la mejor comodidad y va por mi cuenta"
Aah...
— Ya veo. — levanté mi vista, encontrándomelo de nuevo.
— ¿Quieres algo de beber?.
— Mhmm, sí. ¿Tienen piña colada?.
— Empezamos fuerte. — soltó haciéndome soltar una carcajada sin querer, que rápido callé.
— Sin alcohol. — recalqué.
— Bueno, pues.
Con una especie de control que estaba sobre la mesa, llamó a un mesero y este llegó casi que de inmediato.
Empezó a pedir algunas cosas, que entre ellas estaba lo que yo había pedido y mientras él estaba ocupado, yo trataba de calmar mis nervios.
Nueve años después y aun así me sigue poniendo nerviosa.
Es que seguía igual o más guapo.
— Ya. En un momento traen bebidas y botana. — asentí evitando contacto visual — ¿Y ya está todo listo para la boda de mi compa?.
Me sorprendía algo la seguridad con la que me hablaba. Hasta parecía como si me conociera de años.
Bueno, sí. Pero él no lo sabe... Creo.
— Sí. — contesté — Sólo falta que lean las cláusulas para saber si están de acuerdo con ellas. Y de ser así estarán dentro del matrimonio.
— Wow. Se ve que es muy lista.
— Sólo es mi trabajo. — sonreí — ¿Eres muy amigo de Hugo y Laura?.
— En realidad, solo de Hugo. A él lo conocí por amigos y Laura es amiga de una de mis hermanas.
Sin que yo se lo pidiera continuó contándome sobre su relación con mis clientes.
Pero honestamente, no me molestaba.
Una que otra vez metía otro tema de conversación y se desviaba del tema. Empezaba a creer que Alfredo tiene algo de déficit de atención.
Se me hacía bastante tierno cono sus mejillas tomaban color cuando se daba cuenta que se había perdido del tema.
Bueno, creo que después de mucho tiempo por fin podría tener una conversación con Alfredo.
Jesús Bélico Archivaldo III les manda besos 😘