— ¿Sí? — puse el altavoz en el celular.
— Hey, ¿Estás ocupada?
— Pues algo, estoy haciendo tareas. — contesté — ¿Por?
— Quería invitarte a cenar y no sé, quizás salir a otro lado después.
— ¿Podría ser otro día? Es que, en realidad no tengo tiempo para salir hoy. Tengo que terminar esto.
Escuché como suspiró y se quedó en silencio unos segundos.
— Bien, te veo luego.
Colgó.
Me asombró e incluso confundió su temperamento al final.
De igual manera traté de no tomarle tanta importancia pues si de verdad quería seguir pasando más tiempo con él cómo lo he venido haciendo este tiempo, era mejor ponerme las pilas en el estudio y trabajo.
Media hora después por fin había terminado la última de las tareas, peero seguía el trabajo. Y por ahí dicen, primero lo que deja...
Estaba tan perdida y concentrada en el caso, que no me di cuenta que tenía 2 mensajes de Alfredo de hace tres minutos.
"Puedes recoger algo que mandé para ti, porfis🥹"
"Hey"
"Perdón"
"Qué es? es una bomba? 😶🌫️"
Aun así yo ya iba para abrir la puerta.
"Mandé algo con un chavalo"
"Te va a gustar"
"Quién? él?
O lo que mandaste?🙈"
"😒🙄"
"Lo que te mandé"
Antes de abrir la puerta vi el mensaje y me reí, admito que había sido de adrede.
— O bueno, mejor que si te guste el chavalo. — sonrió.
Solté una corta carcajada.
Estaba parado sosteniendo una caja de pizza y debajo de esta tenía una bolsa con algo más adentro y en la otra mano tenía un vino.
— Pues guapo si está, eh. — y fui yo quien se sonrojó — ¿Qué haces acá? Pasa.
— Dijiste que no podías salir, y bueno... — le ayudé tomando la caja y el se adentró — Si no podemos ir a la diversión, la diversión vendrá acá.
—Acepto la cena, pues. — sonreí y le cambié la caja por la botella — Si quieres adelantarte a la habitación. Yo dejaré el vino enfriando. — levanté la botella.
Puso una sonrisa traviesa.
— Bueno.
— Alfredo. — reproché desilusionada cuando entendí.
Tomé dos botellas de agua, unos platos y seguí a Alfredo, aunque en realidad él ya había llegado pues estaba muy acostado en mi cama leyendo las hojas que tenía del caso.
Las horas pasaron y el hecho que hubiéramos cenado, no nos impedía platicar. Toda la cena fue así e incluso después de esta.
— ¿Pero por qué fiscal?
