Las náuseas eran demasiado fuertes y mi cuerpo temblaba demasiado.
Esto no podía estar pasando.
Eran apenas las diez de la mañana y yo ya quería que esto acabara.
Froté fuertemente mis nudillos provocando que estos se tornaran rojos casi al instante. Creo que los nervios eran bastante notorios.
— Listo, señorita. Llegamos.
— Gracias, Jorge. Espero no tardarme mucho. — dije tomando mi mochila, aunque en realidad no traía nada adentro.
— No se preocupe.
Mi estómago se volvió a revolver a medida que avanzaban mis pasos.
Evidentemente no había tenido ningún tipo de contacto con él desde el viernes. Y la verdad hubiera preferido no estar lidiando con esto, pero escuela era escuela.
Parecía que afuera del salón ya estaba todo el equipo y lo comprobé cuando me acerqué a ellos. Pero menos él.
— ¿Aún está el primer equipo dentro?. — pregunté, posicionándome a un lado de Gerardo.
— Sí. Ya casi salen. — asentí.
No bastaron más de diez minutos que estuvimos esperando a que el primer equipo saliera. Enseguida nos mandó llamar.
— Buenos días chicos. ¿Ya traen su trabajo?.
— Sí. — respondimos los cuatro.
Alejandro colocó la maqueta sobre el escritorio y empezaron a explicarle. Mientras tanto yo prendía mi lap para mostrarle la investigación y exposición. Seguido comencé a explicarle yo.
Un par de minutos después comenzó hacer algunas anotaciones y teclear en su computadora. Haciendo que cada minuto pareciera eterno.
— Muy bien muchachos. Hubo por ahí unos pequeños detalles, pero en realidad es un muy buen trabajo. Sólo les quiero preguntar, les hace falta un integrante, ¿Dónde está Guzmán Salazar?. — preguntó la profesora.
Todo el grupito nos miramos entre sí, pero yo rápido bajé la mirada.
— No pudo venir, maestra. Tuvo un inconveniente, pero puede pasarle su promedio conmigo. — habló Alejandro.
— ¿Pero si les ayudó con el proyecto?. — volvió a preguntar y todos asentimos — Bueno... Confío en ustedes.
Nos explicó algunos de los errores en el trabajo de investigación, exposición y maqueta, pero nada fue para tener una mala calificación.
Finalmente promedió a cada uno, indicándonos nuestra calificación. Obviamente había pasado.
Cuando llegó el turno del tercer grupo en pasar, nosotros nos retiramos.
Alejandro se había quedado platicando con Gerardo, mientras que yo me despedía de Morgana. En mí estaban unas ansias de preguntarle a Alejandro por Alfredo, pero preferí retenerme antes de cometer una estupidez y dale más motivos para reírse de mí.
Le hice una seña a Morgana y Gerardo para luego irme nuevamente a mi casa.
Sólo esperaba que fueran unas largas vacaciones.
...
Años más tarde...
Pegué un brinquito sentándome por encima de la maleta.
— Cierras porque cierras.
Finalmente pude cerrar la maleta, la bajé de la cama y la acerqué a la puerta. Le di un último vistazo al baño,
Sería un nuevo reto vivir en Culiacán.
Hace algunos atrás, había terminado mi carrera en derecho y obviamente había estado ejerciendo.
No era por nada, pero la verdad me estaba yendo muy bien. Había escuchado que algunas veces los clientes me recomendaban con otras personas y justamente para eso era mi viaje hasta allá.
Aunque también iba a estudiar el posgrado en derecho fiscal. Meramente lo hacía porque realmente me apasionaba mi trabajo. Así que decidí mejor estudiar allá y de una vez servía que ampliaba a los clientes.
Todo perfectamente calculado.
— ¿No se te queda nada, amor?. — preguntó mi mamá cuando entró a mi habitación con mi tesoro en brazos.
— Nop, creo que no. — suspiré mirando todo — Igual en dos semanas me doy otra vuelta para venir a verlos, y si me hace falta algo llevármelo.
— Bueno. Te acompañamos al aeropuerto, corazón.
Asentí como niña pequeña, acercándome a los dos, lo tomé entre mis brazos y besé su cabecita.
— Te voy a extrañar mucho, amorcito. Pero se queda con sus abuelosh. — sonreí — Cuídalo, mami. Por favor.
— Sabes que sí, hija.
— ¿Ya estás lista?. — apareció mi papá por la puerta.
— Sip. Más que lista.
— Vámonos entonces. — se dio la media vuelta para empezar a caminar.
A los pocos segundos, mi madre le siguió el paso dejándome sola en la habitació. Que nueva y melancólicamente le di una "última" mirada.
— No pasa nada, sólo será un tiempo. — susurré.
