XXV

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Terminé de verme en el espejo y me convencía lo que veía, pero a mi mente insegura le daba pena así que la mejor decisión fue ponerme la camiseta larga que traía por encima del traje de baño.

Salí del baño en camino hacia la parte trasera de la casa notando que ya se había encargado de amenizar el ambiente con música, pero lo había perdido de vista porque no le veía por ningún lado.

A los segundos Alfredo asomó su cabeza sacándola del agua mientras quitaba el exceso de esta de su cara y cabello con sus manos. Puso una sonrisa cuando me vio.

— Hey, no está fría. — dijo acercándose a la orilla, al igual que yo — ¿No te vas a meter?

— No lo sé. — me senté a un lado de donde él estaba, metiendo solamente mis pies — Quiero y a la vez no.

Bufó molesto. 

— Dudo que te hayas tardado todo eso solo para cambiarte y no querer meterte. — me miró "serio" con los brazos cruzados y recargados en el piso.

Los rulos en su cabello se hicieron más presentes al estar su cabello mojado, dándole es aspecto sexy a su perfil.

¡Basta, Mariana!

— Cierto, pero... —suspiré. 

— Ándale, o te tiro. — sonrió maliciosamente agarrándome del pie. 

— No, no, no. ¡Yaa! — me aparté — Lo hago yo.

— Bueno. — se dio la vuelta y empezó a nadar hacia el otro extremo de la piscina.

Me puse de pie para quitarme con mucha paciencia la camisa que traía, pero cuando lo hice y noté como me miraba Alfredo, me di prisa para meterme rápido. Al igual que él, me fui hasta el otro lado pero caminando y agarrándome de la orillita, quedando a una distancia algo considerable.

— ¿No sabes nadar? — asentí — ¿Y luego?

— Es que no quiero mojarme el cabello aún. 

— Puedes hacerlo con cuidado. Tal vez el estilo libre no sea lo que uses.

— Nop. De hecho, a mí me enseñaron de perrito. — confesé.

De unos segundos a estar en silencio, tímidamente soltó una carcajada sonora. 

— ¿Qué? — lo miré y después entendí — Ayy, ¡Alfredoo!

— Noo. Yo sólo me reí. 

Negué. 

A los segundos llegó un muchacho con una bandeja algo grande con cosas adentro.

— Déjala en el piso, Memo. — le dijo Alfredo y el chavo le hizo caso — ¿Ya está la comida? 

— En eso andan, patrón. La están preparando. 

— Bueno, creo que nosotros mejor vamos a comer allá, ¿Va?

El tipo asintió. 

— Puedes retirarte.

— Con permiso. — dijo yéndose.

En la pequeña plática que Alfredo tenía con el muchacho, yo me perdí viendo lo lindo que era el jardín. 

Algo "sencillo" pero tenía bastantes comodidades, desde sillas y sillones estratégicamente colocados, camastros con mesa y sombrillas, hasta pantalla plasma; que esta última estaba en el bar cerca de nosotros, de ahí venía la música.

Un suspiro y volví mi mirada hacia Alfredo y él ya tenía lista una fresa con chocolate en su mano ofreciéndomela, levantando repetidamente sus cejas.

¿Me recuerdas? - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora