Después de la última vez que vi a Alfredo, habían pasado dos semanas. Me había refugiado en el poco, pero buen trabajo que hasta ahora tenía; eso sin dejar de contar las tareas y clases.
No me quejaba porque realmente me servía, hasta que llegaba la hora de acostarme.
Tampoco había vuelto a recibir ningún mensaje o llamada de su parte, aunque tampoco es como si lo estuviera esperando o bueno, tal vez sí; mínimo para disculparse por cómo me había ofendido y se había comportado.
Pero que más da.
Sabía las consecuencias a pesar de ser un tema ya "sanado". Creí que no podía doler más que la primera vez.
Volví abrir el sobre dónde venía la invitación para la boda de Hugo y Laura, ya me sentía tan comprometida a tener que ir y justamente no quería hacerlo porque sabía que él estaría ahí, evidentemente no quería verlo.
Suspiré
¿Realmente tenía opción?
Era tonto pensar, que estaba entre buscar una buena excusa o un buen vestido.
ALFREDO
Me dejé caer en el lado vacío de la cama, estaba agotado y trataba de recuperar la respiración. Cerré los ojos para ayudarme relejarme más rápido.
Sentí que el cuerpo de Sofía se pegó a mí dejando su mano en mi pecho.
'nombre, perro calorón que hacía y esta morra queriéndose empiernar.
Era obvio que después de lo que acabábamos de hacer, la temperatura en nuestros cuerpos estaba al tope. Las ganas, yo no tanto.
— ¿Por qué sigues tan serio? — preguntó "adulzando" la voz — Creí que te iba a cambiar el humorcito.
— Aguanta. Estoy agarrando señal, morra. — respiré hondo — A nadie le cae mal un palito, pues.
— ¿Aún puedo cambiarlo? — y sin avisarme deslizó su mano por la sábana apretando mi miembro.
— Aguantaa. — me senté alejándome.
— ¡Ay, Alfredo! — imitó lo mismo sólo que ella se tapó — Es que te estás viendo con alguien, ¿Es eso? — me aventó una almohada — ¿Quién es la puta?
— 'Ora, mija. Cálmese. — tomé la ropa que tenía en el piso y comencé a ponérmela — No se haga ideas locas.
— ¿Me estás diciendo loca? — me miró ofendida.
Sí.
— Noo. Pero, ya deja de imaginarte cosas que no son.
— Alfredo. Juro que si me entero que me estás cuerneando, mi papi te hará pagarla.
No mames, ¿Qué tenemos? ¿Cinco años?
Sin querer me reí.
— ¡Alfredo! — chilló.
Ay, no... Ya va a empezar. Piensa Chuy, cómo la calmaremos...
— Ya mija, sabes que eso no puede ser. Por algo nos vamos a casar.
— ¿Seguroo?
— Ohh pues, ¿Por qué la desconfianza?
— Es que de cuándo acá te tengo que estar rogando.
— Naah, pues es que tengo que salir a un mandadillo con el Ovidio ahorita en media hora. Pero sabes que yo no me rajo.
— Como siempre, tu familia. — rodó los ojos — Siempre que te hablan, ahí vas.
— Pues es chamba. Si no de donde crees que se pagan tus cosas. — se alzó de hombros. ¡Ya sé! — Por cierto, ¿Adivina qué?
— ¿Mhmm? — ni atención me ponía la cabrona.
— Adivina quien se va a París tres semanotas. — me miró — ¿Eh?
— No estás jugando, ¿Verdad? — negué — ¡Ay, mi amor! Por eso te amo.
— Sí, sí, sí. Anda... — quité sus brazos de mis hombros — Ve a empezar a ver que te vas a llevar.
— Ay sí, verdad. — pegó un brinco bajándose de la cama — Pero también quiero comprar allá.
Mm'ta
— Lo que tu pidas, preciosa. — le sonreí.
— Que te vaya bien con tu hermano, mi amor. — me gritó desde el baño.
Una vuelta menos.
En realidad, no tenía ningún pendiente con Ovidio, ni con ninguno de mis carnales. Pero en verdad quería salirme de la casa; estar aquí era estar sobre pensando mucho las cosas y por cosas me refiero a lo que había pasado con Mariana.
Cuando por fin pude pensar con la cabeza fría OBVIAMENTE ya era tarde.
Quería arrancarme la cabeza al recordar toda la mierda que le solté, la pobre no tuvo la culpa de lo sucedido y no me imagino lo que tuvo que haber pasado ella sola. No es que agradezca lo que había pasado, pero me hubiera gustado estar ahí para ella.
Sí o sí me tenía que disculpar. Tenía que buscarla.
Mega cortito y sencillo, pero solo para decir que volvimos... Así que olvídenlo, fue un arranque de esquizofrenia 😅
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