— ¿Cómo lo sabes?... Más bien, ¿Cómo te diste cuenta?.
— Es imposible olvidar esa carita. — se carcajeó y aprovechó para recargarse sobre la mesa — Y bueno, quizás tuve que investigar un poco.
¡Basta, me lo voy a creer!
— Alfredo... — suspiré — Sea lo que sea, mejor ahórrate este momento tan incómodo.
Noté como la pequeña sonrisa que se empezaba asomar en su rostro, se borró inmediatamente al decirle eso.
— ¿Te parece incómodo expresarte mis sentimientos?
— Pues... — buscaba las palabras correctas para no malinterpretar — Han pasado muchos años y además, ¿Ya se te olvidó cómo te comportabas conmigo?
— En realidad yo nunca...
— Dios mío, Alfredo. — rodé mis ojos — Suficiente hacías con reírte. ¡Les seguías el juego!, ¿Realmente crees que voy a tomarte el cuento que yo te gustaba?
— Pero si yo solo te estoy expresando mis sentimientos Mariana. — tragó duro — De verdad odio que todo eso hubiera sido así, perdón.
Suspiré.
— ¿Qué es lo que quieres Alfredo?... O, ¿Qué necesitas referente con asesoría?
— Nada. En realidad sólo quería verte.
Lo miré apenada. Y de verdad lo estaba.
— Perdón si soy grosera, pero sólo me haces perder el tiempo. — bufé y volví a colgar mi bolso.
— Mariana, quédate por favor. No hay necesidad de que te vayas.
— Te repito, no hagas esto tan incómodo. Si no hay nada que hablar, me retiro. — saqué un billete dejándolo sobre la mesa.
Y es que en realidad tenía tantas ganas de irme, pero no podía. Los nervios habían estado presentes desde que vi que se trataba de él, pero incrementaron aún más al confesarme todo eso.
Muchos años atrás quizás estuviera gritando de emoción por dentro, -aunque debo de confesar que sentía raro- pero ya no tenía caso.
Eso creo.
— ¿No quieres hablar de lo que pasó aquella última vez? — sentí como la pena se apoderó de mí y me detuve — Yo sé que algo cambió desde ese día.
Pero siendo cien por ciento honesta... Yo también necesitaba saberlo.
— Sé que de alguna manera yo te atraía, Mariana.
Y siento todavía no poder conjugar su verbo en pasado. Porque lo seguía haciendo.
— Vas a mentirme. — ni siquiera supe si lo había preguntado o simplemente dicho.
— No tendría por qué hacerlo. Ya no somos adolescentes. — aclaró su garganta — Por favor.
Inhalé hondo antes de volver a sentarme. Acto seguido Alfredo hizo lo mismo, ambos permanecimos callados por unos cuantos segundos.
— ¿Por qué nunca volviste?.
Fui directa. Y por su expresión, creo que bastante.
— Mi papá quería a toda la familia junta. La situación no ayudaba, no tenía opción.
— Y... ¿Por qué te comportabas así conmigo?. Sabes lo castrante que era lidiar con dos idiotas, para que luego llegara otro más hacerme los días difíciles.
Su rostro primero se ablandó mostrando decepción para luego fruncir su entrecejo, finalmente relajarlo. Parecía poesía.
— Perdón, ¿Sí? No sabía cómo comportarme a lado tuyo. Creo que el simple hecho de llegar de manera "segura" a decirte unas cuántas palabras, era lo que me daba valor. — empecé a negar — Sé que parece que no tiene sentido, pe...
— No lo tiene. — lo miré fijamente — Ustedes fueron los culpables de mis inseguridades.
— Lo siento tanto, Mariana. Juro que si pudiera devolver el tiempo, hubiera sido diferente.
— No importa, ya no. — me quedé callada pensando en preguntar o no. Pero él pareció leer mis pensamientos.
— De la última vez, tu... ¿La recuerdas?
Seguramente mi rostro había tomado color, pero no era la única. Sin querer solté una risita nerviosa.
— Alfredo... — antes de poder decir algo, sacó algo de sus bolsillos.
— Se te habría caído en mi habitación, ahí la encontré. Con ella fue más fácil recordarte.
— ¡Wow! — sonreí — Desde hace mucho la di por perdida. Tanto tiempo sin verla. Gracias Alf... Fredo.
Traté de colocarme yo sola el brazalete, pero este al ser de un broche inusual me hizo batallar un poco.
— Te ayudo. — dijo tomando mi mano ajustándola y cuando finalmente lo logró, sonrió — ¡Listo!
— Gracias. — devolví el gesto — No puedo creer que mi muñeca creciera.
— Bueno, han pasado nueve años. No es tan insólito.
— Oyee. — lo miré ofendida, aunque al final me reí.
Un buen momento no podría definir todo un pasado, pero no estaba tan desagradable después de todo.
Entonces esos recuerdos llegaron de nuevo a mí cabeza, ¿Era buen momento para decirle? Si las cosas hubieran sucedido de otra manera, lo más lógico es que él estuviera enterado. Pero soltarle una noticia así de importante tan rápido.
Aunque ahora tarde o temprano lo tenía que saber.
— Alfredo... Hablando de la última vez, uhmm. — mordí mi labio ante la vergüenza que me daba decirlo — ¿Recuerdas lo que pasó?
— Honestamente recuerdo poco para mi mala suerte. — sonrió a medias tratando de ocultar sus mejillas teñidas — Pero si le sé.
Bajé mi mirada apenada. — Yo, no sé cómo decirlo.
— ¿Te lastimé?, ¿Te hice sentir mal? — me miró algo preocupado.
Negué. — No, no. Sólo qué después de eso, yo... — mierda — Estuve embarazada.
Honestamente, aquí si puedo dejar que me la mientan... La neta si me pasé 🥹
