IX

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Cerré la puerta del departamento y me recargué en ella sacando todo el aire contenido.

¡A dónde me lo vine a encontrar!.

Parecía que el tiempo no había pasado, seguía siendo el mismo Alfredo. Aunque estaba unos centímetros más alto y la ligera capa de barba que adornaba su rostro lo hacía ver un poco más maduro.

Pero seguía igual de guapo.

Suspiré.

Me quité las zapatillas dejándolas ahí en el piso, el blazer lo tendí en el sofá junto con la bolsa. Hasta que por último me tiré en el sofá.

Siempre me había preguntado si aquellos niñatos nunca le hubieran hablado, hubiera pasado algo entre nosotros.


FLASHBACK

— Disculpa, ¿Tienes los apuntes de las clases anteriores?. — su voz parecía nerviosa.

Confirmé que estaba nervioso cuando pude verlo de cerca.

Sus mejillas estaban de un evidente color carmesí. Mientras que sobre el mesa banco jugaba con sus manos.

— Claro. — me había quedado ida viéndolo por unos segundos — Son estos. — apunté la hoja — De los ejercicios que hicimos hoy, hacia atrás. Igual y no son muchos.

— Gracias. — supuse que quería decir mi nombre, pues sólo me veía.

— Mariana.

— Mariana. — me contestó con una sonrisa.

...

— ¿Copiaste todo?. — le pregunté cuando tomé mi libreta.

— Sí, muchas gracias. De verdad me sirvieron.

— De nada. — le sonreí.

Esperé unos segundos callada para ver si se iba, pero ninguno de los dos decía nada.

— Yo... Estaba pensando que... — fue interrumpido por un par de voces.

— Alfredo, wey. Te andamos esperando. — llegó a su lado Kevin abrazándolo.

— Wey, ya están saliendo las niñas vestidas de porristas. Se ven bien lobas, Alf.

— Sí. Ya voy. — les dio una mirada rápida.

— ¿Que hacer con Mariana?. — en verdad cada que hablaban con ese acento horrible, me daban ganas de aventarles una silla.

— ¿También te hablas con la Marranita?.

¡Puta madre!, Ya van a empezar...

— Yo... — trató de hablar.

— Mejor vámonos, Alf. Que si nos ven aquí con la nerda esta, vamos hacer suicidio social.

Entre Kevin y un amigo de ellos comenzaron a alejarlo. No pudo decir nada.

...

Maldita sea... Me estaba muriendo de frío.

¿Por qué los partidos los hacían de noche?, Estamos en México, es peligroso andar tan noche.

Todo sea por los puntos.

— ¿Tienes frío?. — me preguntó Mau.

Sí.

— No... Bueno, poquito.  

— ¿Quieres que te preste mi chamarra?. — estaba a punto de quitársela.

— No, no. De verdad, estoy bien. 

— Mariana... — dijo a manera de reproche — Hace mucho frío. Luego te vas a enfermar.

— Tú también te vas a enfermar, Mau. 

— Es térmica. — señaló su playera manga larga — Ten. 

En un dos por tres me colocó su chamarra por encima. 

— Gracias. — le sonreí. 

Admito que me apenaba un poco su gesto.

— No es nada. — me devolvió la sonrisa.

Los gritos de las demás personas celebrando el gol, hicieron que le prestáramos atención. Honestamente yo no tenía nada que "celebrar", ni me interesaba el juego.

— Parece que a alguien no le agradó eso. — la voz de Mayra me sacó de la realidad.

— ¿Qué?. — pregunté algo confundida.

Sólo me hizo una seña con la mirada hacia enfrente.

Yo la persona más discreta del mundo volteé enseguida. La bola de niñatos estaban celebrando aquel gol, a excepción de Alfredo que aún seguía sentado en la grada. Volteando hacía acá.

Al darse cuenta de que le sostuve la mirada, cambió su cara de seriedad por una sonrisa.

Rodeé los ojos fastidiada.

Arrogante como siempre.

— Estás loca. — lo vi de reojo — Seguro no dejará de joder con eso, lo que resta de la semana. 

— Insisto en que hay algo más. — me codeó.

— Claro que no. Es un... — está lindo — Tonto.

— Ajá... — suspiró.

FIN DEL FLASHBACK 


Yo sé que él no hubiera sido así. Aunque también pudo haber cambiado las cosas.

— ¿Por qué tuvo que ser así?. — susurré.

Nueve años después, Alfredo aún sigue moviendo sensaciones dentro de mí. ¡Increíblemente aún sentía algo!. 

¿Qué era?, no lo sé... Sólo sé que ahí estaba otra vez.

Y por mi bien, es mejor no volver a verlo.

¡Basta, Mariana!. Ya deja ese tema por la paz.

Encendí la televisión para distraerme un poco, pero fue en vano. 

Poco a poco nuevamente empecé a hundirme en mis pensamientos. Y mentiría si negara que Alfredo estaba en ellos, ahora más que nunca.

¡Puta madre!.

Mi celular comenzó a vibrar por unos segundos. 

Al encenderlo en la pantalla apareció una notificación, diciendo que era mi madre. No titubeé en abrir el chat, dejando ver una foto de mi papá con mi precioso.

Obviamente rápido reaccioné a la foto.

— Te extraño, cosita hermosa. — dije con voz chillona.

¿Me recuerdas? - JAGSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora