Capitulo 24

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Terry
No se a donde ir.
Chicago es mas grande de lo que parece.
¿A donde fue Candy? ¿Esta ella realmente aquí?
Ni si quiera lo se. No puedo asegurarlo.
Quizá vine hasta aquí en vano.
Sentía como la desesperación invadía cada parte de mi cuerpo. Sintiéndome impórtente, sintiendo que no volvería a verla nunca.
Ella es adoptada.
Y entonces, gracias a ese fugaz pensamiento me llego una idea a la cabeza después de mucho tiempo de pensar.
Conseguí una lista de todos los orfanatos de la zona. Disponiéndome así a buscar a Candy en todos y cada uno de ellos.
No se me ocurría a algún otro lugar en el que pudiera estar. No podía regresar a casa, pues la enviarían de regreso al instituto, así que después de asegurarme a mi mismo que ella estaría en uno de esos lugares, me dispuse a buscar en todos y cada uno de ellos.
El primero estaba ubicado en el centro de la ciudad. Era un lugar pequeño que se encontraba entre una panadería y un enorme jardín público.
La fachada tenía pinta de ser muy antigua, pero estaba perfectamente pintada de un color amarillento, casi naranja, haciéndolo así más hogareño.
Toque la puerta tres veces, y espere.
Una mujer de aspecto mayor e irritado me abrió la puerta. Tenía el cabello recogido en una larga trenza negra y canosa.
-bueno días- dijo malhumorada-¿en qué le puedo ayudar?
- busco a una chica.- solté sin mas- su nombre es Candy White Andley.
- me temo que el nombre no se me hace conocido- respondió la mujer impacientada.
Y con esas palabras mi ilusión de deshizo.
De todas formas no esperaba encontrármela en el primer lugar que visitará...
Así que mire la lista de Hogares, tache el primer nombre y visualice el siguiente.
Eran siete Casas que visitar.
- esto va a ser muy extenso- dije entre dientes.- Candy, siempre ocasionando problemas.
Tome un taxi hasta en próximo lugar.
Pensaba y pensaba pero sin embargo no me arrepentía de no haber aceptado ayudar a anthony.
Eso demostraría debilidad.
Además buscar en siete casas sin estar completamente seguro de que ella esta en alguna de ellas, o que ella esta en Chicago no es tan malo después de todo.
El auto continuó el camino derecho hasta mi próximo destino. Conforme avanzábamos, las calles se volvían mas oscuras y pobres. Casi no había gente por allí y la calle estaba en muy mal estado.
Nos detuvimos frente a una muy, muy grande cada color blanco.
A diferencia de la anterior, esta estaba despintada, con la pintura despegándose de sus lados.
Los marcos de madera se se encontraban en la ventana, tenían moho.
Pero estaba perfectamente pintada de un color Madera oscuro, cosa extraña comparándola con la casa.
- espere aquí- le dije al taxista y me baje del auto.
Toque de nuevo la puerta tres veces esperando.
Una mujer más joven que la anterior me atendió la puerta.
Gritos de niños jugando y corriendo provenían desde el fondo de la casa.
-¿si? ¿Puedo ayudarlo?- dijo la joven mujer mucho más amable que la anterior.
Le dije exactamente lo que le había dicho a la antigua mujer. Pero por la expresión en su rostro entendí que no estaba allí antes de que pudiera decírmelo.
Lo mismo hice con las otras cuatro, hasta que solo quedo una.
Cada vez my ilusión se hacia mas débil.
Quizá ella no estuviera aquí después de todo.
Mire el siguiente y último nombre en la lista.
«el hogar de Poni»
Suspire pesadamente. Eche un vistazo al lugar en donde me encontraba, puesto que no me había fijado en el camino en lo absoluto.
Estaba una gran tienda de comida y a un lado de ella...una cantina.
estaba frustrado.
La ausencia de Candy ya comenzaba a hacer efecto en mi.
Cada día me sentía más solo y vacío. Ya habían pasado cinco días. Y sentía como iba retrocediendo con todo El Progreso que ella me había ayudado a superar.
Los problemas con ni madre y mi padre llegaron a mi mente bombardeandome y provocándome ganas de gritar.
La cantina estaba enfrente de mi.
Y no había ninguna otra solución cerca de allí. Así que con paso lento y dudando enormemente puse un pie dentro de ella.
Al instante el ruido de los hombres riendo y el golpeteo de los tarros de cerveza inundaron mis oídos.
Camine directamente hasta la barra y me senté en ella.
«las cantinas aquí son igual que en Londres» pensé intentando alejar mis otros pensamientos.
Un hombre grande, con una gran barba y un tatuaje en el brazo pidió mi orden y se la di.
Segundos después un vaso con el liquido amarillento estaba justo en frente de mi, con dos hielos balanceándose al ritmo del líquido.
Lo bebo de un trago, y al instante sentí como el frío y amargo liquido hacia su recorrido hasta mi estomago, quemándome por dentro.
Qué refrescante.
Eso era tranquilidad para mi.
Deje el vaso a un lado, coloque mis codos en la barra y repose mi frente en mis manos. Esperando a que una solución cayera del cielo.
Que frustrante.
-¿problemas amigo?- escuche una voz detrás de mi. Una voz se conocía muy bien y que con solo escucharla me hizo sentirme liberado.
- albert- dije sonriendo.
- Terry- respondió a modo de saludo, y seguido de eso, se sentó a un lado de mi.
-¿que te trae e Chicago?- pregunto con expresión curiosa.
Dude si contarle lo de Candy.
Pero sabia que el era la mejor persona con la que podía hablar acerca de esto.
- Candy se ha fugado del instituto, con Annie- solté así sin más.
Espere su mirada asombrada, pero nunca apareció. Espere a que dijera algo mas, pero al ver que no obtendría respuesta agregue:
- pensé que ella estaría en la casa hogar en donde creció, pues siempre habla de ella. Pero he buscado por todos lados y no la encuentro. Estoy desesperado albert.
-¿y por eso ahogas tu desesperación en la bebida de nuevo?- pregunto mirando el vaso vacío.
Desvíe la mirada avergonzada. Pues era verdad.
- no pareces muy sorprendido- dije.- ¿no sabrás tu donde esta, verdad?
Lo dije a modo de broma.
- de echo, si lo se- respondió esbozando una gran sonrisa.
Pidió algo al cantinero y luego regreso a mi. Que no cabía del asombro.
-¡Albert! ¿Que esperas para decirme donde esta?- exclame.
El hombre tomo su bebida, con tranquilidad.
- no se si ella quiera que sepan donde se encuentra.
- ¡no puedes hacerme esto!
Albert dudo un segundo.
No puedo descifrar el rostro que yo tenía, puesto que Albert se echo a reír a carcajadas.
- Terry, no la obligues a hacer nada que ella no quiera hacer- dijo a modo de consejo.- ¿no querrás ahuyentarla? ¿O si?
Te lo diré.
-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:
Annie.
Estábamos apenas acoplándonos a la nueva cabaña. La cual estaba alejada de todo, situada en las afueras de un pequeño pueblo en donde Candy y yo fácilmente podríamos conseguir algún empleo.
Era todo perfecto.
Entramos a la cabaña. Había muy pocos muebles, cubiertos con un plástico para que no se maltrataran con el polvo.
La cabaña estaba en muy buenas condiciones.
A mi papa siempre le gusto tener todo en buenas condiciones. Y esta cabaña no era la excepción.
Había muchos cuadros colgados en las paredes, haciendo que todo se viera más pintoresco.
Al juzgar por la expresión de Candy, ella estaba tan fascinada como yo de verla.
-¡Annie?- exclamo por fin-¡esto es hermoso! ¡Es excelente!
Ella tenía una gran sonrisa en el rostro y rápidamente subió las escaleras y yo detrás de ella.
-¡increíble!- exclamo al ver las dos habitaciones.- no puedo creerlo Annie.
- todo parece ir bien- le dije a Candy igual de animada.
Y al decir esas palabras, la imagen del chico que conocí en el puerto llego a mi mente.
Esa sonrisa que logró tranquilizarme. Nunca la olvidaría.
Archie permanecía tatuado en mi memoria, provocándome heridas cada vez que lo recordaba a el y lo que me hizo.
¿Qué estaría el pensando?
Los últimos días nos acoplamos muy bien. Desempacamos nuestro poco equipaje y limpiamos la cabaña hasta que quedo impecable.
Candy logró conseguir un empleo como la ayudante del vendedor de frutas en el mercado.
Y yo, apenas podía hacerme cargo de los labores de la cabaña.
Era un trabajo muy pesado para mi, pero tenía pensado conseguir un empleo para ayudar a Candy con los gastos.
Porque ahora éramos un equipo, como antes.
Un día, en la mañana.
No había nada que hacer.
Mire por la ventana la laguna que atravesaba el bosque y sentí una enorme necesidad de ir a dar un paseo. A sentir la calma.
Baje lentamente las escaleras intentando no despertar a Candy.
Y al salir pude percibir el hermoso aroma de los pinos y el césped, junto con el olor a tierra mojada.
Qué bello.
Camine y camine. Alejándome cada vez mas de la cabaña, y echaba de vez en cuando un vistazo para comprobar que no estaba perdida.
Llegue a la laguna.
El agua se escuchaba tranquilizadora.
Cerré mis ojos, concentrándome en los sonidos del bosque hasta que un sonido poco habitual emergió de la nada, erizando los vellos de mi nuca y dejándome por completo perpleja.
- valla valla ¿las cosas han mejorado, no? Te lo dije.
- hola- dije sonriendo mientras miraba al chico que conocí en el muelle, el cual portaba esa usual sonrisa suya.
Tenía las manos en las bolsas del pantalón y parecía tímido, pero seguro de si mismo.
- que sorpresa encontrarte por aquí- dijo.
Sentí como mi corazón comenzaba a acelerarse conforme el se acercaba.
- lo mismo digo.
- soy Edward- dijo teniéndome la mano mientras me veía directamente a los ojos con una sonrisa.- Edward Reeves.
- Annie Britter- respondí mientras estrechaba su cálida mano.
Al instante sentí una ola de electricidad atravesar todo mi cuerpo.
Edward no dejaba de mirarme.
Me miraba como nunca antes nadie me había mirado.
- ¿Vives por aquí?- pregunto.
Asentí con la cabeza mientras señalaba la lejana estructura de la cabaña.
- vivo justo allí. ¿Y tu?
- yo solo vengo de visita- respondió caminando en pequeños y calma dos círculos
-¿no eres de por aquí entonces?
Negó con la cabeza y luego señaló algo en su chaqueta, algo en lo que no me había percatado.
señaló la insignia del ejército. Y me percate de que estaba vestido con el uniforme que todos los soldados llevaban.
No se como me sentí.
- estoy...de vacaciones- dijo.- acabo de alistarme. Tengo 18 años.
-¿en cuánto tiempo regresas?- pregunte algo decepcionada.
- tres meses- respondió orgulloso.
Sus ojos color miel y su cabello pelirrojo relucían al estar bajo los rayos del sol.
Sentía muchas cosas. Dentro de mi, como para asimilarlas por mi cuenta.
-¿Vives tu sola?- pregunto cambiando de tema.
-no, vivo con mi mejor amiga.
Vi a través de sus ojos.
Sonrío de nuevo.
Pero sus ojos denotaban tristeza.
Me pregunto si mis ojos se verán así...
-¿te gustaría conocerla?- dije.
A lo que el asintió sin dejar de mirarme.
Caminamos silenciosamente hasta la cabaña.
No lo conocía, pero su sola presencia me provocaba algo, algo especial.
Vi a alguien en la puerta.
Me extrañe mucho, quizá demasiado porque Edward pareció notarlo.
- me has provocado muchos problemas pequeña pecosa- era Terry Gandchester.
¿Cómo sabía el que estábamos aquí?
Mire a Candy, la cual parecía demasiado sorprendida. Temí que fuera a desmayarse.
- Terry...- dijo con un hilo de voz.
-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-
Holaaa
Bueno pues me han estado preguntado varias personas que cuantos capítulos tendrá.
La verdad no se. Tengo muchas muchas ideas y solo puedo decirles que probablemente todavía queda mucho.
Gracias por leer!

Candy Candy- my everything. (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora