Capitulo 31

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Annie
Sus castaños cabellos caían sobre sus hombros como suaves remolinos de agua. Como siempre.
Sus ojos color avellana demostraban estar confundidos.
Yo ya no lo estaba.
Por primera vez en mucho tiempo deje de estarlo.
Las manos de Edward se habían separado de las mías al verlo a el.
A Archie.
Parado sobre el umbral. Con la mano reposando sobre la pared de la iglesia.
Lo mire directamente a los ojos, para darme cuenta de que el ya no significaba nada.
Nada.
No para mi.
Edward lo miraba confundido.
Tome suavemente su mano, logrando así que me dirigiera la mirada e hice un ademán para que nos dejara solos un momento.
Cosa que al momento comprendió y después de un ultimo suave apretón sobre mi mano desapareció detrás el enorme edificio.
Sonreí a Archie. Lo mas sinceramente que pude.
-ahora eres libre de mi- dije casi en un susurro. Sonriendo.
El no dijo nada.
Camino suavemente acercándose mi con cada paso que daba.
Mi corazón no se aceleró.
Mi estomago se mantuvo calmado.
Mi rostro no se cubrió de rojo.
-Annie- dijo el firmemente.
- Archie- respondí al ver que no diría nada mas.
-¿quién es el?- preguntó mirando por donde Edward se había ido.
- Edward- respondí. Metí mis manos en mis bolsillos, protegiéndolas del frío.- mi novio.
Sus manos se tensaron a los costados de su chamarra.
-¿porque has venido?- pregunte. Y en ese momento todo el ambiente se tornó serio y frío.
- he venido por ti...a verte.- se limitó a decir. Como si fuera la cosa más fácil de mundo.
Como si pudiera solamente llegar y decir eso después de todo lo que tuve que pasar por su culpa.
- no podías hacerlo- respondí a la defensiva.- ya te he superado.
- ¡no! ¡Me has cambiado por ese chico! Annie yo no sabia lo que sentía por ti...
- ¿y qué es lo que sientes?- lo interrumpí.
- siempre he estado enamorado de ti. Solo que no lo sabia, hasta ahora- sus palabras penetraron mis oídos haciendo un hueco en mi cabeza.
Las palabras que siempre había deseado escuchar, las palabras que soñaba que el me dijera...
No hicieron ningún efecto en mi.
- no Archie, ya te he olvidado- repetí.
-¿porque? ¿¡Por ese ridículo y superficial soldado?!
- ¡cállate!- ¿en qué estaba pensado ese chico? El nunca estuvo enamorado de mi ¿quién se creía que era para querer llegar y estropear mi progreso?- tu no sabes nada de el, no lo conoces. Pero de algo puedes estar seguro Archie...- apreté mis puños y trague saliva- ¡jamás! ¡Hagas lo que hagas nunca podrías ser tan buen hombre como el!

Apenas salieron las palabras de mi boca, pude sentir lo que él debió estar sintiendo.
No quería ver su reacción, no quería saber que le había hecho lo mismo que el había venido haciéndome durante tantos años; yo no quería herirlo. No quería convertirme en una persona que hiere personas.
A pesar de todas los noches sin dormir, y del constante dolor interno que sufri...
Yo no quería que el pasara por lo mismo.
Me di media vuelta, conteniendo las ganas de salir corriendo de ese lugar.
- ojalá tengas una buena vida- susurre al chico de mis espaldas. Y me aleje, lo más rápido que pude de ese lugar.
Mis ojos no se llenaron de lagrimas.
Solo sentía como mi corazón era presionado con fuerza.
Edward me esperaba en la esquina de la iglesia.
Sostenía algo en sus manos.
Algo que relucía desde mi distancia.
Se volvió para verme y metió su mano en el bolsillo rápidamente.
-¿quieres hablar de esto?- preguntó envolviéndome con un abrazo.
Negué con la cabeza.
- el pasado debe quedar atrás- susurre.
Su calidez me hacia estremecer.
En el se encontraba todo el amor que no había recibido en toda mi vida.
Mis ojos se desviaron a la insignia de su uniforme, la cual relucía maliciosamente.
Cerré mis ojos evitando verla.
No quería pensar...
Se separó de mi cuidadosamente.
Y llevándose la mano al bolsillo saco de el ese objeto reluciente que había visto hace unos momentos.
Sus ojos cálidos y llenos de tranquilidad se encontraron con los míos.
Y levantó su mano dejándome ver el hermoso collar que había estado guardando.
Se trataba de la mitad de una luna dorada, cubierta con pequeños diamantes.
La tome entre mis dedos. Sonriendo.
Detrás, una A y una E estaban ganadas en letras blancas.
- nunca podrás separarte de mi- dijo mostrándome la otra mitad de la luna, la cual colgaba de su cuello- no importa cuan difícil sea la situación, al final siempre estaremos juntos.
Sonreí.
- no importa nada. Tu y yo siempre seremos uno no importa la distancia- prosiguió.

«no importa la distancia»
Mi sonrisa se desvaneció. Y busque desesperadamente su mirada, en busca de una explicación.
- ¿que estas diciendo?- pregunte con la voz temblorosa.
- Annie- dijo suavemente presionando mi hombro, pero solo me basto con esa palabra para comprender de que estaba hablando.
- ¿cuando?- pregunte dolida.
- debemos partir en cinco días- respondió mirando mirando al suelo.
- ¿no podrías quedarte?- suplique, aunque sabía que nada de eso funcionaria.
Negó con la cabeza.
- pero no importa que pase, prométeme que nunca perderás la fe... Que siempre serás feliz.
- no te despidas, no aun- dije sintiendo que en cualquier momento perdería el control y me echaría a llorar.- aun no digas adiós.
Tomo mi rostro entre sus manos.
- prométemelo- insistió.
Y sin nada mas que poder decir lo prometí.
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Candy
«Corría y corría entre los árboles de la pradera.
Sentía el viento congelado golpear mi rostro.
Mis puños estaban apretados hasta el borde de lastimar mi palma.
Y las lagrimas se escurrían sobre mis mejillas, haciendo a la vez, que mi vista se tornara borrosa.
Había una insignia en mis manos, la cual presionaba con fuerza, como si tuviera miedo de perderla.
No sabia por cuanto tiempo más podría continuar corriendo, pero no quería dejar de hacerlo, yo quería continuar, tenía ese sentimiento; quería huir.
Los árboles comenzaron a escasear, dando un panorama más abierto del lugar en donde me encontraba.
Visualice a lo lejos un hermoso portal de rosas rojas. Y eso fue lo único que pude ver antes de caer al piso.
Me aferre al césped como mis manos me lo permitieron.
El dolor que sentía era tan grande...
Quería llorar, y no dejar de hacerlo harta que este sentimiento hubiera desaparecido.
Fue cuando escuche su voz.
Esa voz dulce y acaramelada que derritió mi corazón apenas la escuche.
- no llores pecosa- Levante mi cabeza. Y lo vi a el. Ese chico rubio que me miraba sonriente.- eres mas linda cuando ríes, que cuando lloras.

Era el. Mi príncipe.
Mi príncipe esperado»
Mis ojos se abrieron de golpe. Vi el agua que se mecía suavemente de un lado a otro causando a si pequeños y confortantes remolinos.
Ese sueño...
¿Porque había soñado con el? Con Anthony.
Todo me había parecido muy real.
A decir verdad siempre que pensaba en el un montón de cosas pasaban en mi interior, cosas que no puedo explicar.
Retire las sabanas de mi cuerpo, y una brisa de aire provocó que mi piel se erizara.
Corto las cortinas de la habitación y al instante un rayo de luz se coló a travez de ellas.
¿Anthony no era bueno?
La llegada de Susana me formuló mas preguntas de las que me resolvió.
Pero si ella era mi amiga...
Tenía que mantener distancia, con el.
Anthony no era mi príncipe.
Me asome por la ventana y sorprendida admire la escena.
¿Era terry?
Si.
Estaba de pie frente a una mesa cuadrada cubierta con un mantel blanco.
Dos sillas se encontraban a cada uno de los costados.
Y miraba hacia mi. Sonriente.

Baje corriendo las escaleras.
Y al verme sonrío ampliamente.
- el desayunado esta listo- dijo recorriendo la silla en donde tomaría asiento.
- que sorpresa- admití.
El se sentó en frente de mi; en la otra silla.- ¿tu preparaste todo esto?
- no me gusta alardear... Pero si - respondió y yo me reí.

¿Sería el? ¿Sería terry mi príncipe?

Candy Candy- my everything. (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora