capitulo 22

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annie

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Mire a Candy hablando a lo lejos con Albert. No pude evitar sentirme tranquila, me sentí a salvo por primera vez desde que abandonamos el instituto.

Me senté en una fría banca de metal, sin dejar de observar a Candy conversando con él y suspire.

¿Porque había hecho esto? Archie.

Pero no me bastaba con saber que Archie fue la única razón por la cual abandone el instituto

Quería y necesitaba pensar que había algo más, una razón más fuerte que solo un inmaduro chico. Quería sentir que lo hice por una importante razón pero no sucedió. Por más que intentaba darle vueltas, e intentar encontrarla. No pude.

Porque así soy yo, y un simple chico inmaduro es capaz de hacerme huir de la escuela.

Sentía mi autoestima destrozado, podía sentir como con cada nuevo pensamiento que llegaba a mi mente hacia que me sintiera peor. Quería pensar que había algo nuevo de todo esto, pero estaba en una ciudad desconocida acompañada únicamente por mi mejor amiga, la cual esta tan asustada yo, pero que no quiere admitirlo, lo que lo hace aun peor. Y todo por un chico, que estoy segura que no vale la pena.

Pero no importa cuando le diera vueltas a todo, no importa cuánto me dijera a mí misma que él no valía la pena, y no importa cuánto me diga a mí misma que soy una persona especial como todas, porque necesito que alguien me lo diga. Necesito que alguien se dé cuenta de que existo, y Candy no es suficiente, porque ella haría cualquier cosa para animarme, pero necesito sentirme querida por alguien que no fuera ella.

Necesitaba despertar y darme cuenta de que todo valía la pena, que valía la pena mis esfuerzos por ser quien soy, pero en vez de eso cada día consigo que me mire y que me dé cuenta de que ser quien soy no es suficiente.

Me pregunto cuando acabara.

Me pregunto si acabara.

Me pregunto si tengo que cambiar.

O si solo el tiempo lo dirá.

Recuerdo cuando estuve dispuesta a todo por él. Por Archie. Cuando cada mañana lo primero que venía a mi mente era el, y siempre pensaba en él.

Me di cuenta de que estaba enamorada cuando me cegué por completo pensando solamente en mis fantasías, cuando cada noche imaginaba hermosas fantasías en donde todo era perfecto a un lado de él.

Y después lo arruino. Estoy segura de que hubiera sido mejor si nunca hubiera pasado lo que paso, si nunca hubiera habido una puerta abierta. O por lo menos nunca haber creído que lo estaba.

Mire por milésima vez a Candy y Albert. Reían, así que supuse que la situación era buena, y que se había resuelto de una manera u otra. Sentí que no podía estar sobre esa banca ni un segundo más, así que me puse de pie y camine por el muelle. Camine intentando liberarlo todo. Liberarme de su sonrisa, de su forma de caminar y de todo lo que proviniera de él.

Solo me deje llevar por la dirección del viento. Perdí la noción del tiempo.

El muelle terminaba justo en frente de mí. Por debajo de las firmes tablas de madera, el océano se balanceaba tranquilamente.

El sol comenzaba a ocultarse, quizá debería regresar con ellos de una vez, pero el hermoso paisaje me lo impide.

Quiero quedarme a mirarlo, y de olvidarme de todo lo que existe. Pero ¿es eso posible? ¿Hay acaso una persona en el mundo que pueda comprenderme?

Quería desaparecer. Pero no sucedió, y tuve que regresar de nuevo a donde los demás estaban.

El camino de regreso fue más lento aún. Veía la estructura de las oficinas a lo lejos pero sentía que nunca llegaría a ellas. Y cuando por fin arribe, Candy y Albert continuaban charlando. Ni si quiera se habían percatado de mi ausencia.

Fue cuando me acerque lo suficiente cuando Candy desvió su mirada y sonrió al verme.

─ ¿en dónde habías estado? ─pregunto sonriente─ ya conoces a Albert ¿cierto?

Le dirigí una mirada al rubio y le sonreí asintiendo mientras él me devolvía la sonrisa amablemente.

─ él dijo que puede ayudarnos a regresar a chicago, ya que ese era su destino─ me informo mi amiga, pero ahora no me importo el hecho de que tuviéramos un problema más solucionado. Ahora ya no importaba nada.

─ bien─ exclame fingiendo una sonrisa ─estaré por allá, quiero ver el océano─ al decir eso me retire a la orilla del muelle.

Ellos no me querían en su conversación. Y yo no quería ser parte de ella.

¿Cuándo cambiaran las cosas? ¿Cuándo será todo mejor?

Sentí que las lágrimas comenzaron a asomarse por mis ojos mientras me repetía una y otra vez esas preguntas.

La vida es un balance entre lo bueno y lo malo. Desde siempre la señorita poni nos lo había dicho. Ella decía que por cada cosa mala que pasara tenía que pasar una buena. Pero ¿Cuándo llegaría el día en el que las cosas buenas pasaran?

Cruce mis brazos sobre mi pecho. Y me concentre en el reflejo del sol sobre la línea horizontal del océano. Y contemple las pequeñas olas que se formaban a causa del viento.

Una lágrima cayó sobre mi mejilla.

Me sentía tan sola...

Me sentía vacía...

─ es bueno llorar, no intentes contenerte, es bueno hacerlo─ una voz masculina detrás de mí me sobresalto, pero no tenía la fuerza para girar mi cabeza hacia su dirección.

Asentí con la cabeza.

─ ¿tienes problemas? ─ pregunto de nuevo.

Asentí.

─estoy seguro de que ningún problema es más fuerte que tú.

Consolador.

─ gracias ─dije cuando reuní las fuerzas necesarias para pronunciar una palabra─ perdona que no hable mucho es solo que... ─reuní fuerzas para que mi voz no se quebrara─ siento que en cualquier momento me echare a llorar.

El chico se quedó en silencio.

De pronto reuní suficiente fuerza como para mirar lentamente y darme cuenta de que era bastante alto. Y de que miraba justo al frente. Reuní mas fuerzas aun y gire completamente mi cabeza.

Era castaño, y tenía unos profundos ojos marrones. Sus facciones no reflejaban más que comprensión.

Volteo a verme y me dedico una sonrisa, una reconfortante sonrisa que hizo que mi corazón se ablandara poco a poco.

Esa sonrisa que me hizo saber que las cosas buenas no tardaban en llegar.

Candy Candy- my everything. (Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora