Capítulo 29

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CAPÍTULO 29

EVANGELINE BROWN.

En el ambiente super super super millonario de las carreras de caballos, todo es opulencia y emoción desenfrenada. Los espectadores se congregan en elegantes hipódromos, ataviados con trajes sofisticados y sombreros extravagantes, ansiosos por presenciar una competencia única y apasionante.

El sonido de los cascos golpeando el suelo resuena en el aire mientras los majestuosos caballos se alinean en los puestos de salida. Sus musculosos cuerpos brillan bajo el sol, y sus ojos rebosan determinación y fuerza. Los jinetes, enfundados en trajes coloridos, se preparan para la carrera, manteniendo una mezcla de concentración y excitación en sus rostros.

La multitud estalla en vítores y aplausos mientras los equinos se disputan la posición de honor. Los favoritos luchan con fiereza para superar a sus rivales, mientras los jinetes los guían con maestría y destreza. La carrera es un torbellino de colores, emociones y estruendo, mientras los caballos corren en busca de la gloria.

En cada curva, en cada tramo recto, la intensidad se incrementa. El rugido de la multitud se intensifica, creando una sinfonía atronadora de gritos y exclamaciones. Los latidos del corazón parecen sincronizarse con el galope de los caballos, mientras todos se aferran a la esperanza de que su apuesta resulte victoriosa.

—Dios, como detesto este sitio—llego a la conclusión en voz alta.

—Sí, honestamente opino lo mismo—me dice Darya con cierta elegancia en su voz que me parece envidiable.

Lleva lentes de sol oscuros y se abanica al igual que el resto de las chicas. Algunas tienen su personal que se ocupan de abanicarlas y se ocupan de atenderlas con bebidas frescas en medio del sol.

Hace tanto calor que también las envidio.

Sus vestidos ceñidos y brillantes, diseñados por los mejores modistos, resaltaban sus figuras esbeltas y perfectamente cuidadas. Los tacones altos hacían eco en el suelo de mármol, mientras se movían con gracia y seguridad.

Los sombreros extravagantes y exquisitamente decorados complementaban sus estilosos conjuntos, creando un aura de distinción y glamour. Algunas llevaban fascinantes plumas, mientras otras optaban por enormes flores exóticas que resaltaban su belleza. Los accesorios de lujo, como joyas deslumbrantes y bolsos de diseñador, adornaban sus muñecas y hombros, acentuando su estatus en la alta sociedad.

El lugar donde se llevaba a cabo la carrera era un hipódromo de ensueño. Las tribunas, cubiertas por una gran cúpula de cristal que dejaba pasar la luz del sol, brindaban una vista panorámica del circuito. Los asientos, tapizados en terciopelo suave y reluciente, ofrecían una comodidad inigualable a los privilegiados espectadores. El aire estaba impregnado de la fragancia de las flores frescas que adornaban cada rincón, añadiendo un toque de sensualidad al ambiente.

—Honestamente, estoy aquí para observar a los chicos y chicas que asisten, es un buen lugar para ver la "carne fresca" que ofrece este mercado —comenta Darya—. Y también porque mis hermanos van a competir —añade.

—¿Dan y Nathan van a correr? —alzo las cejas.

Darya me observa a través de sus lentes.

—A veces olvido que eres de otro planeta, cariño —se ríe sutilmente—. Todos los hombres aquí saben cómo montar a caballo desde que están en el jardín de infantes. Nathan es un experto en caballos, pero a Dan le cuesta mucho. Competirán en la próxima ronda. Debido al gran número de participantes este año, decidieron hacerlo por tandas.

Nathan y Dan compitiendo.

Siento un cosquilleo inexplicable en el vientre.

—¿Compiten por algún premio?

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora