CAPÍTULO 37
SOPHIA BROWN.
Si su esposo quería que visitara a Sara Telesco para disculparse, le haría caso. Pero no cumpliría la parte de pedirle disculpas.
Obviamente que cuando la puerta de su mansión se abrió luego de pasar por un cateo de seguridad en la entrada comprendió que la señora Telesco no la recibiría sin antes que ella pase por todo su servicio.
Una vez que la ama de llaves la recibió y la hizo pasar a la casa, Sophia Brown respiró hondo mientras cruzaba el umbral de la imponente mansión de Sara Telesco.
Desde el momento en que llegó a la entrada, supo que su visita no sería fácil. Los guardias de seguridad la habían registrado minuciosamente, asegurándose de que no llevara nada peligroso consigo. Ahora, estaba parada en el recibidor, esperando a que alguien la guiara más adentro.
Finalmente, un mayordomo elegantemente vestido se acercó a Sophia y la condujo por un pasillo lujosamente decorado. A cada paso, podía sentir los ojos curiosos del personal de servicio que la observaba desde las sombras.
Era ajena a este tipo de ambiente elitista y no podía evitar sentirse incómoda ante la mirada escrutadora de aquellos que la veían como una intrusa.
El mayordomo la llevó a una sala de estar opulenta, donde la decoración ostentosa y los muebles lujosos parecían susurrar historias de poder y éxito. Sophia se acomodó en uno de los sofás, sintiendo cómo la tela suave y sedosa rozaba su piel. Observó el espacio mientras esperaba la llegada de Sara Telesco, preparándose mentalmente para lo que estaba por venir.
Pasaron varios minutos hasta que finalmente la puerta se abrió y Sara Telesco hizo su entrada. Era una mujer imponente, vestida con elegancia y confianza. Sus ojos fríos y penetrantes parecían escudriñar el alma de Sophia. No había duda de que estaba acostumbrada a tener el control en cada situación.
Su cabellera pelirroja caía como un manto liso y sin friz sobre su espalda. Su atuendo era una amalgama de pureza y sofisticación. Un pantalón blanco de tela impecable se deslizaba elegantemente sobre sus zapatos, cubriendo cada paso con un aire de gracia sin esfuerzo. La camisa, del mismo tono níveo, envolvía su figura con suavidad, revelando la sutil curvatura de sus formas. Era una vestimenta que pretendía evocar lo celestial, pero ocultaba una verdad mucho más oscura.
Detrás de su fachada de angelicalidad, Sara Telesco era el mismísimo demonio encarnado. Sus ojos, fríos como el hielo, reflejaban una malicia insondable que se ocultaba tras una mirada engañosa. Cada gesto, cada palabra que salía de sus labios cuidadosamente moldeados, era una herramienta afilada para tejer su red de manipulación.
Y Sophia debía estar preparada para todo aquello.
Su marido le había pedido que se metiera a la boca del lobo.
—Señora Brown, que inesperada visita—le dice con una sonrisa discreta tras tomar asiento en el sofá que tiene en frente—¿Cómo está?
Sophia se la quedó mirando.
—Bien, espero que usted también se encuentre de esa manera.
Sara sostuvo su sonrisa y frunció levemente el ceño, confundida por la respuesta de Sophia. Con un ademán de su mano delicada, hizo una señal al mayordomo que estaba a su lado, solicitando su presencia.
—¿Están preparando todo? —preguntó Sara con una voz suave pero llena de autoridad, dirigiéndose al hombre del servicio.
—Sí señora. Todo listo.
Sara asintió y le pidió que se retirara. Volvió su atención a Sophia.
—Bueno, cuénteme, señora Brown ¿qué la trae a mi hogar?
ESTÁS LEYENDO
En las sabanas de un Telesco
Genç KurguEvangeline Brown se ve obligada junto a su familia vivir en un pueblo enfermo en donde la belleza es un arma mortal, hombres pagan por tu virginidad y en donde deberas casarte a los diecinueve años o estaras condenada a muerte si no lo haces. Depend...