Capítulo 47

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CAPÍTULO 47

Con una paciencia encomiable, Darya cuidaba de Adiele, dedicando su tiempo y atención a asegurarse de que estuviera cómoda.

La quemadura en la pierna de Adiele, causada por su propia madre, había traído consigo una ola de atenciones y regalos por parte de todos.

Osos de peluche, propuestas de pretendientes desesperados por el afecto de la joven y ramos de flores llenaban los espacios de la habitación.

Sin embargo, Darya no compartía la misma alegría, consciente de que esta situación la ponía en una especie de competencia no deseada.

A pesar de los gestos cariñosos de los demás, sabía que en el corazón de Adiele había una disputa por la atención y eso le causaba cierta incomodidad.

Mientras Adiele se dejaba llevar por la vorágine de afecto y compartía su infortunio en las redes sociales, sin mencionar que su propia madre era la causante de su herida, Darya tomaba el papel de mantenerla contenta.

La joven parecía sumida en la ilusión de ser el centro de atención y, aunque su quemadura pudiera dolerle, su felicidad eclipsaba cualquier dolor físico.

—Te toca ducha —anunció Darya, saliendo del cuarto de baño y interrumpiendo la atención de Adiele a su teléfono.

Adiele alzó la mirada, tumbada en la cama y visiblemente reacia.

—¿En serio tengo que bañarme?

—Sí, es necesario —insistió Darya con voz serena.

—Pero...

—Adiele, todo está listo para que te duches. Vamos, no puedes evitarlo.

Darya rodeó la cama y ofreció su ayuda para levantar a Adiele. Aunque Adiele no manifestaba dolor por la quemadura, Darya sabía que era su necesidad de atención lo que la mantenía distraída de cualquier molestia física.

—No he traído ropa —protestó Adiele, su tono claramente molesto.

—Ya lo tengo todo preparado —respondió Darya, con una calma que contrastaba con el estado de ánimo de Adiele.

—¿Cuándo hiciste eso? —preguntó Adiele, entre risas irónicas.

—Mientras estabas absorta en tu teléfono, cariño —contestó Darya, desvelando con una pizca de humor cómo había logrado hacerlo sin que Adiele se diera cuenta.

Darya guió a Adiele con delicadeza hacia el baño, caminando a un ritmo pausado para asegurarse de que su amiga se sintiera cómoda.

Aunque Adiele todavía mostraba una cierta resistencia, Darya se esforzaba en hacer que el proceso fuera lo más ameno posible.

Una vez en el baño, Darya había preparado todo meticulosamente.

Las toallas estaban dobladas y dispuestas en el estante, la ducha estaba ajustada a la temperatura perfecta y los productos de cuidado personal estaban al alcance de la mano.

Darya había considerado cada detalle para que Adiele no tuviera que preocuparse por nada.

—Aquí estamos —anunció Darya con una sonrisa tranquilizadora, señalando el espacio preparado.

Adiele miró a su alrededor, sorprendida por el nivel de organización y atención al detalle que Darya había demostrado. A pesar de su actitud inicial, no pudo evitar sentirse agradecida por la consideración de su amiga.

—¿Tú también has traído algo de ropa para después? —interroga Adiele con una nota juguetona en su voz, una sonrisa traviesa bailando en sus labios.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora