Capítulo 12

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CAPITULO 12

EVANGELINE BROWN.

Era difícil de creer. Mi padre estaba del otro lado de la línea telefónica, contándome sobre el repentino ascenso de nuestra familia en el estatus social del pueblo. Sentada en el borde de mi cama en el palacio, miraba por la ventana hacia el tranquilo jardín, tratando de procesar la avalancha de información que me llegaba.

—Papá, esto es... demasiado rápido, demasiado peligroso —susurré, sintiendo un nudo en la garganta—. ¿Cómo es posible que hayamos superado a los Telesco de repente? ¿Entiendes en qué lío me has metido? No quiero ser ingrata, pero en este momento no me conviene ser más rica que la familia que ha reinado en este pueblo durante siglos. Además, te pones en peligro a ti mismo. Sería feliz siendo millonaria de por vida, pero no a costa de mi seguridad.

Mi voz temblaba ligeramente mientras expresaba mis preocupaciones, consciente del peligro que esta nueva situación traía consigo. No quería poner en riesgo la seguridad de mi familia ni la mía propia.

—Voy a aumentarte la custodia. Alex presentó su renuncia hace una hora —me advirtió, y sentí un nudo en el estómago al escuchar su revelación—. Por lo que sé, volverá a ser un postulante. Estaba casado con Carla Telesco, y esta pagó una fortuna al palacio por un simple papel de divorcio. Las personas en The Moon son ajenas al divorcio; está prohibido.

Mis pensamientos se agitaron al escuchar sobre la renuncia de Alex. Había sido mi custodio durante tanto tiempo que su partida dejaba un vacío desconcertante en mi vida.

Y lo que era aún más preocupante era la conexión que tenía con los Telesco, una familia con la que nuestras relaciones siempre habían sido complicadas.

Tragué saliva, tratando de procesar toda la información que acababa de recibir. Pero había una parte de la historia que mi padre aún no conocía, una verdad que había mantenido oculta por temor a las repercusiones QUE AHORA MISMO ESTABAN SUCEDIENDO.

—Procura no tener relaciones sexuales con el custodio la próxima vez, hija —agregó mi padre de repente, y sentí que el calor de la vergüenza subía a mis mejillas mientras cerraba los ojos, sintiendo como si me hubieran echado un cubo de agua fría encima.

—Simplemente sucedió —me justifiqué, pero mis palabras sonaban débiles incluso para mis propios oídos.

Lo escuché soltar un suspiro de resignación al otro lado de la línea, y sentí una mezcla de alivio y culpa al saber que aún trataba de entender mi situación.

—Me alegra saber que intentas distraerte con todo este caos, Evangeline —comentó mi padre con un tono más suave—. Y sé que Alex es un buen chico, pero evitemos que te involucres con casados, porque nos van a matar a los dos, hija. Si él te gusta, puedes casarte con él y...

—No pienso casarme en mi vida, papá —lo interrumpí con firmeza, sintiendo la necesidad de dejar claro mi punto de vista, incluso si sabía que intentaba ser comprensivo.

La idea de casarme no tenía cabida en mi mente.

—Lo entiendo, Evangeline, pero ya no estamos en California, aunque te duela.

—Por favor no empieces con ese discurso de mierda que hasta me lo meten en la comida aquí—susurró con un nudo en la garganta—. Tú no por favor. Incluso deberías estar averiguando cómo sacarme de aquí con todo el dineral que manejas.

—¿De verdad este sitio no te gusta para nada, hija? —preguntó mi padre con una nota de preocupación en su voz—. Podemos llegar a fin de mes con el dinero, no como antes que vivíamos con los justos...

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora