Capítulo 20

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CAPÍTULO 20.

DAN TELESCO.

La única manera de protegerla es trayéndola a mi habitación.

Al principio me resistí un poco con la idea porque sabía que eso alejaría al resto de mis conquistas pero no podía dejarla sola porque todo lo que estaba viviendo era porque estaba junto a mi habitación, que ahora se la habían subastado por una suma dinero que poseía en un maletín.

La vi entrar a mi habitación con su maleta de ropa y aquel portafolio lleno de dinero.

No quería hacerla sentir mal diciéndole que para nosotros eso era un cambio. Había visto miles de maletines de esos en el despacho de mi padre y la mayoría de mis compañeros tenían algo igual guardado en sus habitaciones en sus inmensas mansiones.

En otras palabras, lo que a Evangeline asombraba, a mí me provocaba todo lo contrario.

La mire un instante, entrando a lo que seria su nueva habitación. Su cabello oscuro caía sobre su espalda y miraba todo con curiosidad.

Da vuelta la cara para mirarme y me pilla mirándola, por lo que desvio mi atención a su maleta.

—¿Tienes todo contigo? —me aclaro la garganta.

—Sí, eso creo. Aunque temo que me haya olvidado algo. Amaya no me dio mucho tiempo para que me quede buscando mis cosas.

—Pudiste haberla enfrentado y decirle que no querias irte.

—Me amenazaron de muerte si no les entregaba la habitación, ellas son multitud, quiero llevar la guerra en paz porque estoy sola en esto.

Quería decirle que no lo estaba, que ahora nos tenia a mi hermana y a mí, sin embargo, eso le daría la seguridad de que podía cubrirse la espalda con nosotros y la idea es que se hiciera fuerte en el palacio.

—Podrás dormir en el lado izquierdo de la cama si quieres—le ofrezco, tomando su maleta—. También te daré la parte izquierda del mueble de la ropa. Podrás tomar los primeros tres cajones de la comoda.

—No sabes cuánto te agradezco que me dieras algo de espacio aquí, Dan. Honestamente estando contigo y tu hermana este sitio no se siente tan malo—me sonríe, esperanzada.

Evangeline tiene un ángel tanto en su rostro como en su manera de hablar, cosa que carecen las otras chicas.

No lo hago por comparar, pero la manera en que fuimos criados todos aquí nos hace enemigos y somos competencia en este pueblo. Sin embargo, Evangeline no fue criada con esa mentalidad y lo sé por cómo se va desenvolviendo.

Es astuta, irradia buena energía y podría estar horas charlando con ella.

—Voy a buscar un par de cosas a la cocina, enseguida regreso. Tú mientras tanto ocúpate de instalarte—le digo, saliendo de la habitación sin darle tiempo a decirme nada.

Tras cerrar la puerta, veo a Amaya sentada en el suelo del pasillo con la mirada perdida. Tiene las piernas contra su pecho.

—¿Y a ti que te ocurre? Tienes la habitación, levantate—le digo, confundido.

Amaya me observa con la peor cara de todas.

—Sabes perfectamente que en vez de ayudarla lo que lograste es que ahora la estés dando por muerta ¿no? —me advierte, poniéndose de pie—¿Te crees muy listo, Dan? ¿Esta es tu manera de protegerla? —se rie.

—Le llegan a tocar un pelo y les juro que les haré la vida imposible a todas—le hago frente.

Jamás he sido tan sincero y seguro como aquel momento. Los ojos de grises de Amaya están llenos de enojo.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora