Capítulo 38

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CAPÍTULO 38

EVANGELINE BROWN.

La situación se volvía cada vez más complicada para mí. Nathan, en un breve momento de confesión, había revelado que le gustaba. Por otro lado, Dan había dejado en claro que deseaba besarme después de la carrera de caballos.

Las cosas se complicaron aún más cuando Nathan decidió donarme el premio de la carrera y Dan me sorprendió con un pastel de cumpleaños en mi primer día aquí.

Ambos hermanos despertaban mi interés. Eran atractivos, atléticos y disciplinados. Estaba segura de que tenían metas y sueños en la vida.

Sin embargo, no quería encontrarme en la posición de tener que elegir entre ellos. Honestamente, en mi situación actual, no deseaba tener sentimientos por ninguno de los dos, aunque la atracción que sentía hacia ambos era abrumadora.

—Te queda tan hermoso ese vestido, Evangeline—me dice Darya apoyando sus manos en mis hombros, está ubicada detrás de mí—. Sabia que te quedaría perfecto.

—Tú también estás preciosa con el tuyo, amiga—le sonrío.

Darya había optado por un elegante vestido de noche largo que cubría sus zapatos de tacón fino. Su cabello rojo estaba recogido en una cola alta, lo que permitía que sus joyas resaltaran. Mientras tanto, siguiendo su consejo, decidí hacerme ondas en mi cabello oscuro y dejarlo caer hacia un costado, por encima de mi hombro, revelando la otra parte de mi cuello.

Además, Darya me había regalado un precioso vestido rojo ajustado al cuerpo, con un tajo a la altura de la pierna. El vestido resaltaba mis curvas y añadía un toque de sensualidad a mi apariencia

—Lamento lo que Adiele dijo en la cafetería—me dice de golpe, recordando lo que pasó en la tarde—. Dan, Nathan y yo hemos decidido alejarnos un tiempo de ella hasta que se calme con su mierda.

—No tienen por qué hacerlo, mi problema con Adiele es algo personal.

—Si una persona se burla de la salud de alguien es mejor mantenerla lejos—reprocha, pintándose los labios de rojo intenso en su tocador—. Habló más de ella que de ti. Mantenerla lejos la pondrá a rayas.

—No creo que aprenda solo porque ustedes se alejaron.

Darya se ríe, mirándome a través del espejo.

—Cariño, si un Telesco te cierra las puertas, el resto también lo hace—me guiña un ojo—. Adíele tenía algo de prestigio solo porque se juntaba con nosotros. Ya veras como viene de rodillas a pedirte perdón.

Golpean la puerta, interrumpiendo nuestro momento de complicidad. Ambas nos miramos y nos dirigimos hacia la entrada de la casa. Al abrir la puerta, nos encontramos con Nathan y Dan, vestidos elegantemente y luciendo impresionantes.

Nathan llevaba su traje algo desprolijo (como lo era él a la hora de vestirse) y Dan tenia todo en su sitio.

Nathan me mira con una sonrisa suave y me extiende una pequeña caja.

—Regalo por tu primera obra de teatro.

Curiosa, abro la caja y encuentro un hermoso collar de plata con un delicado colgante en forma de mariposa.

—Es hermoso, Nathan. Muchas gracias. No tenías que hacerlo —le digo sinceramente, sintiendo una mezcla de gratitud y confusión por sus acciones.

Dan parece tan sorprendido como Darya y yo.

—¿Me ayudas a colocármelo? —le pregunto a Darya con cierta timidez.

—Claro.

Darya toma el collar de mis manos y delicadamente lo coloca alrededor de mi cuello. La cadena de plata se ajusta perfectamente, y el colgante de mariposa cuelga en el centro, capturando la luz y brillando con elegancia.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora