Capítulo 42

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CAPÍTULO 42

EVANGELINE BROWN.

No.

Ninguno pareció sorprenderse cuando dije que queria a Adiele muerta por lo que me hizo. Al igual que todo mi genero femenino exceptuando a Darya y al resto de mis conocidas.

Me habian declarado la guerra de la manera más cobarde.

¿Cómo pretendían que me defendiera si ellas eran multitud? Tenían una gran ventaja sobre mí y sólo porque hice tambalear a la reina en su propio tablero.

Lo que no esperaba la reina que tenia a mi lado otros jugadores en mi juego: los hermanos más adinerados del mundo.

—Entonces quieres muerta a mi chica—cuestiona Nathan, llevándose una copa de vino a los labios tras mirarme.

—Sí—sonrío sutilmente—. Tu relación con ella no me detiene. No pretendo involucrarlos con mi idea.

—Bien—se encoje de hombros.

—¿Tienes una idea para vengarte de Adiele? —me pregunta Darya, con cierta curiosidad.

—Bueno, mis ideas son muchas, pero no tengo nada decidido ahora.

—Creo que deberías dejar las cosas como están, Evangeline—me aconseja Dan—. Si vas a pensar en algo piénsalo en frio.

—Me quemaron la pierna, Dan y tuve tiempo de pensarlo en frio, creeme.

Y entonces cuando los meceros empiezan a servir la comida, las puertas del enorme salón se abren de par en par, haciendo que aparezca la que se cree la reina del sitio.

Adiele, con su vestido verde de escote princesa y su cabello pelirrojo en bucles, se abre paso elegantemente por la sala. A su lado, Amaya y Rachel la siguen con expresiones serias, sus ojos escaneando a los presentes con cautela.

Las tres chicas, conscientes de la atención que atraen, reducen sus voces en un susurro.

Los ojos de Adiele recaen hacia donde estoy, calculadora y sin expresión.

Levanto la barbilla y sonrío falsamente, levantando mi copa hacia su dirección.

Para mi sorpresa, Dan Telesco me imita, mirándola y levanta su copa llena. Luego la imita Nathan y Darya se queda mirándonos como si no entendiera lo que ocurre.

Adiele comprende en cuestión de minutos y sé que lo hace. Comprende el mensaje claro que le estoy enviando.

Ella podrá tener a todas las chicas del pueblo a su favor y yo, tengo a los hermanos Telesco, que es similar a un batallón en comparación con todas ellas.

Las puertas vuelven a abrirse y esta vez aparece una mujer alta que no había visto desde mi estadía en el pueblo.

Lleva una gabardina de tono café negro que le llega hasta las rodillas. Tiene las piernas desnudas y sabe caminar a la perfección con sus zapatos de tacón alto d'Orsay.

Tiene el cabello lacio y rubio echado hacia atrás. No hay ni una sola pizca de friz en él.

Todos se quedan en silencio al verla. Ni una mosca vuela.

¿Quién es esa mujer y por qué le tienen tanto respeto?

—Adiele Ferrari y Evangeline Brown—nos nombra con fuerza e impaciencia—. A mi despacho.

Tras decir eso, se da la vuelta y se larga.

Adiele y yo nos ponemos de pie, mirándonos y sabemos perfectamente por qué nos han llamado la atención.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora