Capítulo 15

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CAPÍTULO 15.

Me costó dormir, muchísimo y no pude conciliar el sueño por más que me estuviera muriendo por hacerlo.

El ardor en los ojos se fue, pero seguía sintiéndome molesta y algo sugestionada porque temía perder la vista. Mi preocupación bajó un poco más cuando pude visualizar los muebles de mi habitación asignada.

La luz del sol me cegaba un poco pero lo bueno es que al menos la lluvia se había disipado.

O al menos eso creía porque cuando me levanté, sólo estaba nublado y a lo lejos se veían más nubes negras aproximándose.

Había salido el sol que había logrado calar sus rayos entre las grietas de las nubes pero esto no había pasado aún, era el comienzo de la tormenta.

Golpearon a mi puerta. Por un momento me quedé muda, no quise responder pero tras insistir no me quedó otra que caminar hacia ella.

—¿Quién es? —pregunté, con la voz ronca.

—Darya, la hermana de Dan.

Me vino el alma al cuerpo. Abri la puerta y me alegró ver a alguien de confianza. Bueno, al menos eso me había demostrado.

—Vístete, vendrás conmigo a dar un paseo—ingresa a mi habitación con una sonrisa confiada.

Al mirar a esta chica pelirroja de diecinueve años, lo primero que me llama la atención es su cabello rojo vibrante que destaca por encima de su piel clara.

Darya tiene un rostro delicado con facciones definidas, y unos grandes ojos oscuros intenso que parecen brillar con luz propia. Sus labios son suaves y de un color rosa natural.

En cuanto a su apariencia, se nota que se ha esmerado en elegir su vestimenta del día porque estamos en un sitio demasiado caro como para no vestirse bien, ya que lleva puesta una blusa negra de cuello alto que le sienta muy bien, así como unos pantalones oscuros y ajustados que resaltan sus piernas largas y esbeltas. Además, lleva unos zapatos de tacón alto que la hacen parecer más alta y elegante.

En general, esta chica de cabello pelirrojo me parece muy atractiva y sofisticada, con una presencia elegante y un aire de confianza que la hace destacar en cualquier lugar al que vaya.

¿Qué nos queda a nosotros los mortales?

—¿A dónde vamos? —le pregunto, aturdida tras cerrar la puerta de mi habitación.

Darya se sienta en el borde de mi cama y la observa como si fuese distinta a la suya.

—A darle una lección a Adiele—entonces me clava sus ojos sin expresión—¿No es lo que soñaste anoche?

—¿Cómo sabes lo que soñé anoche?

Pone los ojos en blanco y me recuerda a la expresión de Dan.

—Fue sarcasmo, Evangeline. Sé que ahora todas las chicas del palacio son personajes de una pesadilla sin fin para ti, pero me tienes a mí—sonríe, elegante, tras cruzarse de piernas.

—No lo sé, no creo que ser lo suficientemente fuerte para devolverles lo mismo que me hicieron a mí. Simplemente no tengo maldad, Darya—me cruzo de brazos, insegura.

Se pone de pie, camina hacia mí y pone sus manos en mi hombro. Es como una serpiente amigable que puede clavarte los dientes cuando lo desee.

¿Hasta qué punto puedo confiar en ella?

—Dulce Evangeline—me acaricia con sus dedos la mejilla y me quedo tiesa. No suelo estar acostumbrada al contacto físico—, las cosas sucias déjamelas a mí ¿quién teme pecar cuando ya vives en el infierno? Elegiré el mejor atuendo para ti. La vestimenta será el comienzo de tu nueva personalidad porque la que tienes no te sirve aquí.

—¿Auch?

Darya se ríe, me suelta los hombros y se dirige a mi armario. Una vez que lo abre su sonrisa se desvanece y lo observa con asco que camufla con otra sonrisa.

—Ya sé, no tengo buenas opciones—le digo.

Suelta el aliento.

—Me necesitas más de lo que piensas, Evangeline—me asegura—. Nos vamos de compras.

—Pero no podemos salir del palacio.

—¿Quién dijo que debemos salir del palacio? El predio del palacio tiene su propia ciudad, Evangeline ¿no viste el mapa?

—¿Qué...mapa? —sonrío, tensa.

—Gracias a Dios tenga la paciencia de un ángel.

***

No esperaba que hubiera un centro comercial dentro del predio del palacio. Es decir, era un edificio aparte grandísimo donde la mayoría de los postulantes venían.

Ingresamos a una de las tiendas más grandes, yo caminando a la par de Darya aunque ella estaba a paso delante de mí si me ponía a reflexionar.

Entramos en una tienda de ropa de alta gama, y ella comienza a recorrer los pasillos, examinando cada prenda con atención mientras que las que atienden la reciben como si fuese lo mejor que les pasó en su vida.

Darya me habla sobre las últimas tendencias y cómo podemos incorporarlas a mi estilo personal para tampoco opacar lo que soy.

Me dejo llevar porque creo que es mi ultimo salvavidas. No puedo creer que estoy haciendo esto para encajar y que me dejen en paz.

Me muestra algunos vestidos elegantes de marcas reconocidas como Gucci y Chanel que me dejan sin aliento. Trago con fuerza al ver el precio. Mis padres no creo que puedan pagar esto.

Al probármelos, siento la suavidad de la tela y la calidad de la confección, y me doy cuenta de que estas prendas son verdaderamente especiales, te atraen casi hipnóticamente.

Continuamos explorando la tienda, y Darya me muestra algunos pantalones y blusas igualmente elegantes de marcas exclusivas. Me explica cómo combinarlos para crear un aspecto clásico y sofisticado, pero también fresco y moderno.

Me siento agradecida por su ayuda, y me doy cuenta de lo mucho que he aprendido de ella en un corto período de tiempo.

Y no me explica nada de mala manera, me lo cuenta como si le fascinara hablar de ello.

Finalmente, terminamos de elegir todas las prendas que necesitaba, y camino hacia el probador para probármelas.

Me miro al espejo, no me reconozco, pero a la vez, me gusta lo que veo.

"The Moon te traga, te hace suya y te escupe a la sociedad para que seas una plástica más. Ten cuidado Evangeline".

No debo olvidarme nunca que esto lo hago para sobrevivir.

O esa fue la advertencia de mi madre cuando le pedí los datos de la tarjeta para que le haga una transferencia bancaria a los de la tienda.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora