Capítulo 9

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Pensé que estabas enojado conmigo porque estoy tratando de casarme contigo”.

Me dijo Tae-rim, mencionando explícitamente, la forma en que lo traté al principio; es  decir, en el hospital y en el restaurante. Me ofreció una hermosa sonrisa que me conmovió y emocionó interiormente.

“Oh, no, no lo estoy en absoluto.

Definitivamente no.”

No podía enojarme con el señor Tae-rim. Por supuesto, me lastimé muy rápido por  tomar este tipo de decisiones, pero también fue por algunas de sus acciones, de aquel futuro no muy lejano, que duró 6 años de sufrimiento unilateral.

Aun así, no estaba enojado. Tae-rim tenía buenas razones para desear que yo estuviera enfermo, asustado  y molesto, porque yo no era la persona equivocada, si no la culpable.

¿Debo decirle que estoy enojado con él ahora?

¿Qué tipo de sentimiento es ese para  mí?

Tae-rim se rió como si estuviera aliviado. No era raro ver a alguien mirándolo ahora, era  solo la risa de un exitoso hombre que enfrenta un futuro próspero en los negocios.

Su estimado padre es una persona sana, su madre cultiva un huerto todos los fines de  semana, y cada semana, más concretamente los martes, utiliza el transporte público como algo que necesitaba hacer en persona; un hobby, un proyecto personal.

Miré esa cara. No es necesario ir al extranjero a estudiar y aprender arte para  inspirarme, ya que la imagen de Apolo, el dios griego del sol que leí en la mitología, era totalmente compatible con la de Cheon. La única diferencia era que Tae-rim era coreano.

Era increíblemente guapo, pero también estaba el hecho de que estaba muy, muy asustado, así que aquí está mi lugar junto a él si me caso de nuevo, alguien que  podría ser puesto en su vida tal como Jacinto que murió al ser golpeado por el disco con el que jugó junto al dios del sol.

Siguiendo sus acciones, también me reí. Me gustó ese momento. No podía entender  qué demonios estaba haciendo con esta expuesta pretensión, pero al mismo tiempo no me gustó sentirme así.

La comida terminó en un ambiente agradable. Después de comer el postre, llegó el momento de volver a casa, incluso pensé que era estúpido dejar deliberadamente una inestable razón que me haría volver a mi casa como una  forma de ponerle excusas y escapar de ese lugar.

No quería terminar el día de hoy, que estaba disfrutando con Tae-rim. No quería que  Cheon Tae-rim se fuera, ese hombre que era tan dulce, tan amable e incluso le gustaba  yo, Kang Hae-ah.

Como si conociera mi corazón, el señor Tae-rim dijo que me esperaría al día siguiente. Abrió la puerta del pasajero delantero del auto y me miró, pero no pude evitar ser atrapado por su intensa mirada. Olía bien, razón suficiente para que mis  mejillas se pusieran rojas en ese mismo momento.

Siempre que se enciende la luz roja en el camino, se detiene y se gira para mirarme,  pero el tiempo parecía pasar de manera demasiado breve para este momento. Hablo de ello sin dudarlo e incluso contó algunos chistes. En aquel momento yo estaba feliz.

Hasta que llegué frente a mi casa, y Tae-rim aflojó el cinturón de seguridad de mi  cuerpo.

“Para ser honesto… me gustas, Kang Hae-ah.”

Apoyándose en mí, dijo sin vacilar. Me tragué la sorpresa y el hipo, con fuerza.

“… ¿Es porque soy un Omega perteneciente al grupo Hansung?” pregunté.

“Sería una mentira decir que no es así” El señor Tae-rim no lo negó.

“Pareces una buena persona, así que eso me gusta mucho. Entiendo también las  palabras de que realmente quieres tener un matrimonio incluso en estas condiciones,  pero también yo quiero ser libre. Sé que estás ansioso porque pasaron muchas cosas  justo después de tu llegada.” Lo dijo suavemente.

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