Capítulo 109

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Me alegré de que se levantara de la cama y me tomara la mano, a pesar de que en su  pesado semblante se reflejaban sus ojos tristes. 

“Sí, Hae-ah… Dime cualquier cosa”. 

Sosteniendo sus manos, besé imprudentemente uno de sus dedos. Como la temperatura de su mano era gélida, las puse entre mis palmas e incluso las froté. Haeah examinó mi rostro como un hombre que abre un libro que nunca había visto antes. 

“Supongo que puedo admitirlo. Que me gustas Sr. Tae-rim…” 

El tartamudeo y las palabras lentas dificultaban el mensaje. 

“Quién”. 

Solo una pregunta rápida. 

“Permítame…” 

Hae-ah susurró. Luego abrió los labios y permaneció en silencio durante mucho  tiempo. La vacilación fue larga. 

“…Nunca lo había visto así, Sr. Tae-rim. Riendo así. Quería que me miraras así todos los  días… Eso es lo que pensaba todas las noches. ¿Le agradare mañana?, ¿Me sonreirá…? 

¿Cómo puedo complacerlo? “ 

Fruncí el ceño, olvidándome de la desesperación de que solo quería escuchar mi voz. ¿Hay alguna frase más misteriosa? Kang Hae-ah, que quiere que me guste y que espera que le sonría… 

Me gustó desde el principio. Cuando lo vi, naturalmente me reí, y desde el momento en  que caminó hacia  mí con un traje blanco, lleve a Kang Hae-ah en mi corazón. 

“Esto es injusto. ¿Por qué…soy el único que no pudo disfrutar de esa sonrisa?” 

También fue una historia injusta para mí. Todo el cariño que había derramado hasta  ahora lo había perdido. 

Hae-ah me contó una larga historia. Su tono de voz  fue suave durante toda la  confesión, sentado como un objeto en una cama donde la oscuridad había caído. 

“Un día pasa tan rápido que parecen 4 horas, a veces dos horas. Antes me gustaba. El tiempo vuela tan rápido… El día difícil se acaba. Fácilmente podía pensar que solo tenía que soportar los ojos pesados y la tensión dolorosa por un momento”.

“Antes… Sí, eso pensaba. Te amo… Bueno, sí también soy amado, todo irá mejor. No, no  tiene porque ser amor… Si solo me das un dulce beso y si me miras a los ojos, podré  superar la tristeza de hoy… Eso fue ya hace seis años”. 

Mi mente estaba ennegrecida por la extraña confesión. La respuesta habitual  que a menudo le digo: ‘Está bien’, iba a fluir entre mis dientes, pero me detuve. 

Te consolaré diciéndote que estás bien, te aseguraré que te entiendo y organizaré una  consulta adecuada en el hospital… Como esposo, recordé una o dos cosas que tenía que hacer. Tenía que hacerlo y lo habría hecho. Las palabras de Hae-ah, que solo pueden describirse como una enfermedad,  no eran familiares para mis oídos. 

Familiar… Sus palabras, expresiones, la unidad específica de tiempo de seis años. 

“…No pensé que fuera extraño cortar un día y pegarlo al azar. Pensé que estaría bien si  recordaba al Sr. Tae-rim. Porque solo Tae-rim es importante. En mi mundo… Sólo tú eres importante.” 

Yo también lo hice. Sólo Hae-ah es importante. Diez, mil, diez mil veces al día. En mi mundo… Solo Kang Hae-ah era importante. Todo lo demás eran solo accesorios. Las  palabras iban y venían, las personas y, a veces, incluso mi tiempo, todo era solo ruido, actores secundarios, dispositivos, y cualquier otra cosa, excepto Hae-ah, todo lo  demás  era irrelevante. 

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