Byron - Philadelphia
Hospital Thomas Jefferson, Ene 18:38pm
Cruzamos la puerta del hospital a las ocho y media clavadas, y recorremos los pasillos que ya me sé de memoria hasta llegar a la habitación 518. El aspecto de Bob es prácticamente el mismo que ayer, con los mismos tubos conectados a las mismas máquinas, la misma mascarilla y la misma velocidad de sus latidos plasmada en el monitor Holter. La única diferencia es que le han cambiado de lugar las vías de suero y sus brazos lucen pequeños moratones allí donde yacían las antiguas. Una medida preventiva en gente mayor de cincuenta, y más aún en caso de fumadores, me explicaron las enfermeras.
A lo largo de la mañana, aparecen en la habitación media decena de sanitarios entre enfermeras y celadores que le cambian las sondas y los vendajes, le limpian las heridas y le toman las constantes entre otro tipo de pruebas, y únicamente puedo quedarme de pie contemplando como lo manosean como un viejo maniquí hasta que, a media tarde, finalmente se lo llevan en una camilla para hacerle nuevas placas y resonancias, desapareciendo por el final del pasillo tras unas puertas dobles. Siento entonces una fina mano apretarme el hombro con cariño.
—Vamos a dar una vuelta — propone Sophie.
Apenas he visto a Ava desde que tuvimos aquel lacrimógeno y amargo encuentro en el aparcamiento de Urgencias anoche. Sé que se ha pasado por la habitación de Bob en un par de ocasiones durante el día, según me cuentan las enfermeras, pero parece que siempre lo hace en los momentos en que estoy en administración o en el baño. Tampoco puedo culparla.
Me dejo guiar por Sophie, quien me lleva por los pasillos hacia la cafetería. Está menos abarrotada que por las mañanas, cosa que es normal, ya que el horario de visita acabó hace una hora y los únicos en el hospital a estas alturas son aquellos familiares de los pacientes en estado crítico, como es el caso de Bob.
Sophie me lleva hasta la barra de self-service, donde toma una bandeja y coloca sobre ella un par de sándwiches, dos muffins, dos vasos de fruta cortada y dos botellas de agua. La verdad es que no he comido nada desde que salí de la granja, e incluso olería a fosa séptica de no ser por que ella insistió en que me duchara anoche después de acostarnos.
Al principio pensaba que pasar el día juntos en el hospital iba a ser una situación algo violenta, teniendo en cuenta lo sucedido anoche, pero parece que la joven lo haya olvidado totalmente, pues en ningún momento ha hecho comentario alguno que fuera sugerente o incómodo, cosa que agradezco. Es más, me resulta casi hasta extraño. Como si lo que pasó anoche entre nosotros no hubiera significado nada para ella...
Sacudo la cabeza. ¿Por qué le doy tantas vueltas? ¿Acaso lo significó para mí? Decido no pensar más en ello, aunque las alternativas no son demasiado atractivas: es ella, Bob, Chris o Ava.
—Dos expresos, por favor — pide Sophie a la mujer tras la barra. —El mío con extra de crema.
La mujer asiente y parte a prepararlos en lo que Sophie saca su tarjeta de crédito dispuesta a pagar. Otra vez.
—No — la detengo, llevándome la mano al bolsillo trasero del pantalón. — Déjame pagar a mí.
Ella me aparta la mano de un manotazo cuando hago el amago de abrir mi cartera.
—Arrêt, s'il te plaît.
—Siempre estás pagando tú todo... — murmuro.
En cierto modo, me siento un mantenido. Vale que no tenga grandes ahorros como para poder comprarme un Maserati o un Loft en pleno centro, pero al menos puedo permitirme pagar dos bocadillos en un bar de hospital.
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HUNTERS ~ vol.2
ParanormalHabiéndose revelado sus respectivos pasados, Byron y Nevi consolidan su alianza. Sin embargo, el plenilunio se acerca, y la situación de Caleb no augura nada bueno. Por otro lado, ambos cazadores saben que no podrán quedarse en Philadelphia para sie...