32. El brazalete - Micah

172 31 61
                                    

Micah - Pennsburg, PA
Casa de Bob, Ene 16:25pm

En lo que buscamos alguna forma de entrar en el cobertizo, rodeándolo y palpando las paredes en busca de alguna tabla suelta o alguna rendija a modo de poder entrar para ver la motocicleta, el sonido de un coche a la distancia me alerta y me distrae de la tarea. No podemos ver el frente de la casa desde nuestra posición por lo que no puedo ver a nuestro posible visitante y todo lo que puedo hacer es valerme de mi oído a ver si logro escuchar algo más.

De manera repentina, dejo de sentir la mano de Abel en la mía, pero no le doy importancia y continúo escuchando, hasta que un sonido próximo reclama mi atención de vuelta a la búsqueda anterior: el crujir de un tablón de madera.

—Encontré una entrada —dice Abel, pero es demasiado rápido y me percato muy tarde de lo que implica su descubrimiento.

No me da tiempo a alcanzarlo antes de que su delgadísimo cuerpo se escabulla entre dos tablones sueltos y desaparezca al interior del cobertizo:

—¡Aby! —lo llamo en gritos mudos, sin caso— ¡Abel!

—Está oscuro aquí dentro —le oigo desde el otro lado, su voz amortiguada por la pared que nos separa.

—Abel, le pediremos la llave a Byron más tarde; sal de allí.

—Aquí está la moto —me informa, sin hacerme el menor caso.

—¡Abel!

—Es genial; nunca vi una tan de cerca.

—Cuidado con las arañas. No vayas a tropezar con algo.

Empiezo a desesperarme rápidamente, maldiciendo el hecho de que mi hermanito no parezca temer a nada de lo que otros niños de su edad temen.

—¿Crees que alguien sepa conducirla?

—Quizá Byron, o Nevi, quién sabe... ¡Abel, sal de ahí!

Intento buscarlo en la oscuridad, pero desde ese ángulo no puedo ver nada. El peso de una mano sobre mi hombro me sorprende, provocándome dar un salto en mi lugar.

Al virar, me encuentro de cerca con Caleb.

—¡Hombre-...! —jadeo— Me asustaste.

—Lo siento. ¿Qué ocurre con Abel? ¿Está atrapado?

—No, solo se metió en el cobertizo. Hay una moto dentro.

Caleb pestañea y se agacha junto a mí para mirar por la rendija:

—¿En serio? —Noto que su ojo se agranda al mirar dentro— ¡La veo! Es estupenda... Creo que es una Suzuki. Ahí está Abel.

Aquello consigue sorprenderme. Busco otra rendija por la cual mirar, pero igual que al principio, no puedo ver más que bordes poco nítidos en la penumbra.

—Buena vista... —lo halago— He oído un auto antes, ¿ha venido alguien?

Veo que Caleb se endereza de golpe y empieza a mirar por los alrededores, a todo lugar excepto a mí.

—No oí nada; quizá... Bu-bueno, quizá haya sido alguien de por aquí cerca, o...

Entorno los ojos, sin creerle una palabra.

—Por favor —le recrimino—. Eres capaz de olerme y oír el sonido de un envoltorio de papas fritas en mi mochila dos cuadras antes de que llegue a la fábrica. ¿Esperas que me trague eso?

Parece avergonzado, pero aún así no me dice nada. Me mira brevemente antes de eludir y evita de nuevo mis ojos.

Es solo allí que lo comprendo y me torno serio:

HUNTERS ~ vol.2 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora