10. A posteriori I - Caleb

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Caleb - Philadelphia
Fábrica, Ene 12:00

Han pasado varios días desde que me inyectaron el suero. 

A simple vista, no noto ninguna diferencia, ya que todo pasa a nivel molecular, según me explicó Nikolas. Lo que sea que me pinchara hizo que mi transformación se revirtiera, evitando que hiciera daño a nadie. Había demasiada gente ese día: Micah, quién ya de por sí no estaba en su mejor momento, Nikolas, Cassie, Abel... y la pelirroja.

Esta última no ha vuelto a aparecer por la fábrica desde entonces, y no puedo culparla. No sé hasta qué punto llega su relación de amistad con Byron, pero no ha vuelto a poner un pie por aquí desde que se marchó después de que la atacara y me recluyera.

La verdad, lo prefiero así. Es mejor no tentar a la suerte.

Los recuerdos de aquella noche con Chelsea aparecen y desaparecen como el sol tras las nubes. Hay momentos en los que brillan con nitidez y otros en los que parecen más una mancha borrosa; pero siempre se mantienen ahí, latentes. Como bien dijo Nevi, aunque son dolorosos y desagradables, tenerlos ahí me recuerdan que tengo que hacer todo lo posible por mejorar.

Nikolas me ha asegurado que no tengo que temer a la próxima luna llena; que con el suero podré pasarla sin transformarme, pero parecen los delirios de un loco. No puedo evitar mostrarme escéptico con la idea, la cual me parece completamente imposible. Todavía quedan un par de semanas hasta el plenilunio y, aunque no quiero hacerme ilusiones, ya con solo pensar en ello me pongo nervioso. No solo por la posibilidad de pasarlo sin percances, sino por lo que eso podría significar a posteriori: si soy capaz de evitar transformarme... si consigo mantener al animal enjaulado... ¿es posible... que pudiera volver a casa? 

Volver a ver a mis padres...

Acaricio con las yemas de los dedos la fotografía que me dio Nevi cuando estuvo en mi casa, la que nos sacaron mis tíos cuando fuimos a visitarlos a Cincinnati en otoño de hace un año. 

Un año... Recuerdo que en aquel entonces no estaba muy feliz con ese viaje. Prefería quedarme en Aberdeen e ir a la fiesta que Jasper había preparado en su casa, con la excusa de que sus padres se habían ido de viaje y ellos, a diferencia de los míos, no habían insistido en que su hijo los acompañara. Fui tan estúpido... Lo que daría ahora por poder pasar aunque fuera un minuto con mis padres...

El sonido de un disparo en la lejanía disipa mis pensamientos, disolviéndolos en volutas de sueños amargos, y haciéndome levantar ligeramente la cabeza del muro de la fábrica donde estoy tumbado, aprovechando los débiles rayos de sol que pugnan por atravesar la maraña de nubes típicas de este mes en Pennsylvania. Parece que Byron y Cassie vuelven a estar en la chatarrería practicando tiro. Llevan haciéndolo desde Año Nuevo y, aunque Byron no ha dicho nada, sé por qué lo está haciendo: sigue preocupado por esa vampira que le amenazó en el Euphoria.

Durante el día está tranquilo, o al menos aparenta estarlo, pero por las noches se mantiene despierto hasta que deslumbra el alba, momento en el cual se acuesta durante apenas dos o tres horas hasta que Cassie se despierta y se van los dos a disparar. Por las tardes desaparece de la fábrica, sin decir a nadie adónde va.

Por mi parte, le ayudo montando guardia por las noches, y durante el día Nikolas sigue haciéndome pruebas, aunque estas ya parecen haber rebajado su nivel de peligrosidad y dolor; lo cual agradezco. Incluso varios días después aún hay momentos en los que me atacan pequeños arrebatos de tos producidos por el polvo de plata aún latente en mi cuerpo.

Micah ya se ha recuperado y ha vuelto a trabajar. También ha retomado sus entrenamientos y parece más motivado que nunca. A veces, producto del aburrimiento, me asomo al patio del segundo piso donde suele entrenar y le contemplo, tratando de memorizar o prever sus movimientos. Incluso hay veces en las que me ofrezco a ser su saco de boxeo, aunque mi hermano siempre se niega. Supongo que el miedo a que un golpe pueda desencadenar otra transformación todavía sigue latente. Ha pasado poco tiempo.

El único que parece un alma en pena es el pequeño Abel, el cual erra por los rincones de la fábrica como un fantasma, espiando a su hermano cuando no puede estar abrazándolo, mirándonos a todos con desconfianza y evitándonos más de lo normal, especialmente a Nevi. Lleva muy esquivo desde el día de mi transformación, lo cual no hace sino hacerme sentir más culpable: a punto estuve de arrebatarle la vida a la única familia que le quedaba.

Si hubiera sido así, ojalá el suero me hubiera matado

HUNTERS ~ vol.2 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora