HUNTERS ~ vol.2 | COMPLETA

24. Refuerzos - Nevi

Nevi - Philadelphia
Fábrica, Ene 10:00am

—Absolutamente no —espeta Nikolas, después de apenas mirarme por lo que debió ser medio segundo.

Me tomo una pausa y levanto las cejas sin dejar de observarlo:

—... Aún no he dicho nada.

—Traes «la cara» —aduce él.

—¿Cuál «cara»?

—Esa cara —hace un gesto en mi dirección, como si fuera lo más obvio del mundo.

—No sé a qué te refieres.

—Esa odiosa cara de pobre cachorro abandonado que pones cada vez que quieres algo. Ya es sombrero viejo; pasó de moda.

Empezamos fuerte... Tomo un hondo respiro, armándome de paciencia.

—No he venido a pedirte nada...

—¡Vaya! Eso sí que es nuevo.

—... sólo he venido a ponerte bajo aviso.

Por primera vez deja lo que está haciendo y se gira para mirarme.

—¿Ah, sí? —sisea por lo bajo— ¿Sobre qué, te ruego me digas?

Trabaja todavía en las granadas de plata, aunque se le dificulta con una sola mano, y la que tiene lastimada intenta acoplarse torpemente al ritmo de trabajo, pero no parece rendir muchos frutos. El vendaje limita considerablemente su movimiento, y las piezas que intenta sujetar se le caen o bien desacomodan repetidamente.

Su frustración crece y su humor empeora a cada segundo. Parece que he elegido el peor momento para hacer esto... Pero ya he abierto la boca.

—Nosotros... abandonaremos la fábrica —revelo al fin.

Parece perplejo al mirarme. Después se gira y vuelve a su tarea. Tuerce una sonrisa por la comisura:

—Bien. Ya era hora.

—... ¿Huh? —enarco una ceja.

—No me malinterpretes, fue un verdadero placer tenerlos a todos aquí; fue casi como tener una familia funcional. Aunque... ¿qué podría saber yo? No tuve una familia funcional. —Continúa sonriendo conforme me ignora en lo que intento llamar su atención y hacer que deje de hablar, tras entender lo que ha interpretado.

—Nee...

—Es una pena. De verdad, me rompes el corazón... Pero bueno. Quedan los lindos momentos —parlotea—. Las memorias son para siempre, ¿correcto?

—Nee, cállate...

—Recuerden cerrar al salir y dejar las llaves bajo el tapete, graciasss... —alarga la consonante en un largo siseo.

—Déjame acabar...

—¿No lo hago siempre? —ronronea con las cejas elevadas, echándome un vistazo.

—Nikolas. Cuando digo «nosotros»...

No voltea a verme, pero sus pupilas se disparan en mi dirección como dardos envenenados. Aguarda en silencio, pero su silencio grita demasiado alto. Es como el tic-toc de una bomba de tiempo...

—Me refiero a que todos tenemos que dejar la fábrica.

—Define «todos»...

—«Todos», como en... todos —Explico, aunque quedamos en lo mismo y Nee no me retira la vista, cada vez más tenso. Sé que sabe perfectamente a lo que me refiero... lo que espera es oírlo de mí, por alguna razón que desconozco—. Incluyéndote —zanjo.