Capitulo 58

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Todo era silencio, todo era tranquilo, lejos de las batallas, de los demonios y los humanos. No había absolutamente nadie más que él, sus oídos eran incapaces de reconocer el más mínimo sonido a su alrededor, por dónde pisaba era como si estuviera en un río de marea muy baja.

Tomoe estaba viendo todo sintiendo en su corazón como todo ese silencio y paz... era muy agobiante, estaba tan acostumbrado a siempre hacer algo, a arriesgar su vida solo con tragar saliva, que ese silencio lo incomodaba. Se cuestionaba si eso era donde las personas van cuando mueren o en cambio, solo estaba teniendo un mal sueño, finalmente escuchó algo, unos pasos se acercaban detrás suya así que sin dudarlo volteó para ver quién era.

Grande fue su sorpresa cuando se encontró con él mismo, solamente que este era mucho más joven y pequeño, delgado y sin ni siquiera una cicatriz en su rostro. Se veía mucho más inocente, débil y felíz.

¿Que es de nosotros? — esa pregunta chocó con su mente como si fuera el ataque más letal de un demonio.

— somos... fuertes — no lo dijo con total seguridad, eso fue notado por el menor.

¿Y eso es bueno? No te ves muy contento — ese otro él, le estaba diciendo las palabras suficientes como para hacerlo pensar más.

— yo... no lo se, siempre quise ser fuerte pero es demasiado confuso — trató de despejar su mente caminando, el Tomoe más joven lo seguía tranquilamente.

¿Por qué? — su inocencia le provocaba impotencia, quería responder pero le costaba mucho.

— ¿De que sirve ser fuerte si ni siquiera puedo escribir un libro? — cuando lo intentaba, era incapaz de hacerlo aunque fuera el mismísimo pilar del relámpago azul.

pero puedes proteger a tus amigos ¿No? — es como si le buscara lo positivo, aún así, sus palabras no eran del todo incorrectas.

— pero también quiero cumplir mi sueño, soy una persona. Se supone que todos tienen el derecho a la vida, entonces ¿Por qué la mía es tan corta? Quiero vivir más...

intenta ser más directo — el pequeño Tomoe lo jaló sutilmente se la ropa para detenerlo.

— he cometido errores, muchos pero siento que ni siquiera tengo tiempo para reflexionar o tratar de perdonarme a mi mismo. Solo aparto todos esos problemas y trato de seguir adelante, luego esas cosas se acumulan y cuando quiero pensar en ellas, nuevo problema. Quiero detenerme pero no puedo, además de que me entero de que cada vez tengo menos tiempo de vida...

más directo — el menor lo miraba fijamente, sabía que solo estaba alargando el problema.

— siento que todavía puedo hacer más, quiero hacer más...

¡Tomoe! — sabía perfectamente cuál era el problema pero no quería decirlo.

— ¡NO QUIERO MORIR! — el pilar dió aquél grito finalmente expulsando esas palabras que no quería decirle a nadie.

Le tenía miedo a la muerte, más que a ella, a no poder cumplir con su objetivos, todavía le quedaban muchas cosas por hacer como para simplemente morir, quería terminar de enseñarles cosas a sus discípulos, pasar más tiempo con Kanae, conseguirle un buen metal a Akumu, animar a Tomioka, ponerse al día con Rengoku, volver a ver a Miko.
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No tardó en abrir su ojo, como si solamente se hubiera tomado una siesta, se sentía bastante relajado y sin ningún dolor en el cuerpo, se levantó de la cama de forma cuidadosa sin desordenar mucho esta.

Cuando volteó se llevó la sorpresa de que el mismísimo patrón estaba allí sentado, la enfermedad de su cuerpo parecía estar llegando a sus ojos, aún así estaba leyendo un cuaderno bastante gastado.

Relámpago Azul [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora