Capítulo 9

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Se encontraba sentado en una pequeña colina observando el esplendor de la luna llegando a su piel fría mientras el viento movía su largo cabello hacía atrás, su mirada pérdida en las estrella demostraban tristeza y decepción. No era capaz de matar a un demonio arrepentido llorando por misericordia a un pequeño joven que lo solo buscaba cumplir su trabajo pero...él no se sentía arrepentido, solo algo decepcionado.

Entre sus cosas sacó varios papeles junto a una delicada pluma comenzando a mancharla en tinta para luego trazar palabras con la intención de poder llenar toda la hoja contando la historia de un espadachín muy joven dispuesto a convertirse en el más grande habido y por haber.

— ¡Ahí estabas maldito! — una figura oscura voló rápidamente hacía el pelinegro realizando un picotazo en su frente.

— ¡¿Yoru?! ¡¿Por qué tardaste tanto en volver?! — acariciaba la zona golpeada que ya se estaba comenzando a poner colorada.

— ¡Estábamos yendo por mal camino, sin querer nos desviamos hacia el este! — se posicionó en el hombro del cazador mirándolo fijamente.

— ¿Sin querer? — él sabía perfectamente que no fue simplemente "sin querer".

— no es mí culpa que de repente los árboles cambien de lugar — su compañero lo tomó entre sus manos antes de que pudiera emplender el vuelo.

— tal vez lo mejor no sea que tú no me guíes, era hacía el norte ¿cierto? — dejó al oscuro cuervo sobre su hombro comenzando a caminar por un sendero de una anchura no más de 4 metros.

Pasaron horas de caminata hasta que se escuchó una carreta acercándose desde atrás tardando unos minutos en alcanzar al espadachín pero al hacerlo se detuvieron a su lado llamando la atención de este.

— joven, parece que está haciendo un largo viaje — el hombre mayor pareció notar que el chico estuvo caminando demasiado.

— ¿Sabe que tan lejos se encuentra el pueblo Nagareboshi? — no lograba ver nada a la distancia deduciendo que aún no estaba cerca.

— ¿Nagareboshi? Diría que a unos dos días a píe, ¡Suba! Nosotros también tenemos que ir allí — esas palabras alegraron los pies del cazador aceptando tan amable ayuda para su viaje.

— ¡Muchas gracias! — se subió como copiloto a un lado del amable señor que espero para azotar las riendas y comenzar a moverse.

— no hay de qué, me llamo Karihanta y el es mí hijo Koshojo — el mayor era algo robusto con el pelo corto y una barba corta un poco canosa.

— ¡Tomoe Miriki! — sonrió al presentarse extendiendo su mano hacía en hombre que no dudó en corresponder.

Al mirar el cargamento del carruaje pudo ver a un niño pequeño y delgado que parecía ser de 12 o 13 años, su cabello rubio llegado hasta sus hombros. Ojos verdes con unas pestañas largas y una tez de piel un poco pálida, a simple vista parecía más una niña que un niño. No dijo nada tan solo evitó el contacto visual.

— discúlpalo, es algo tímido con los extraños — Su sonrisa transmitía tranquilidad y sus latidos eran las de una persona serena.

La primera hora era era silenciosa y aburrida, Tomoe cuando intentaba hablarle a Koshojo este se alejaba o intentaba terminar la conversación lo antes posible pero no parecía hacerlo a malas, parecía más nervioso evitando cruzar miradas con los ojos azules del espadachín.

— dime una cosa, ¿Que hace un joven armado como tú dirijiendose solo a Nagareboshi? — observó al pelinegro con cierta curiosidad en la espada que posta a este.

— ah...voy a visitar a unos parientes, soy practicante de Kendo así que acostumbro a llevar mí espada a todas partes que vaya — recordando las palabras de Miko decidió ocultar a los cazadores de demonios a simple civiles.

Relámpago Azul [Kimetsu no Yaiba]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora