Capítulo 12

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Theodore.

Subo a mi auto y acelero, empiezo a manejar sin rumbo por segundos, minutos no sé cuanto tiempo lo he hecho pero cuando me doy cuento estoy fuera de casa de Lucia, me doy cuenta de la hora y son las 19:46 pienso en irme porque ha de estar con su familia pero luego me doy cuenta de que la necesito más que nunca y comienzo a caminar hacia la puerta para luego tocar el tiembre y esperar.

— ¡Voy!— grita Lucia y abre la puerta sonriendo pero al verme se pone seria y se acerca a mi.— ¿Que sucede? ¿Que te pasó? ¿Porque estás así?— pregunta, no respondo y la beso como si mi vida dependiera de ello, se sorprende al principio pero luego me sigue el beso con la misma intensidad, la necesito y mucho. Cuando nos separamos ella me mira con los ojos brillosos.

— Quedate conmigo esta noche.— le susurro.

— Ted yo...— la interrumpo.

— No importa.— la suelto.— Nadie me quiere, será mejor que me vaya.— me doy la vuelta pero su mano me detiene.

— Esperame aqui, voy por mi celular.— me dice y sonrio un poco.— y claro que te quiero, te adoro.— me da un casto beso en los labios y entra corriendo a su casa.

Al rato sale con una chaqueta y su bolso, toma mi mano y me guía al auto.

— Dame las llaves.— me dice y frunzo el ceño.— Dámelas. Que no estas en condiciones de manejar.— asiento y se las doy, la verdad que no lo estoy, entro al igual que ella y empieza a manejar. Cierro los ojos y me apoyo en el respaldo del auto.— ¿Que sucedió?— pregunta y la miro, ella esta con la vista al frente.

— Mis padres no me quieren.— susurro y lágrimas amenazan con salir pero no las dejo ella me mira confundida.

— ¿Que dices?— dice volteando a la derecha.— Ellos te amas, los he visto en la forma que te miran.— me dice y yo niego.

— No...— digo con la vista perdida.— Los escuché hablando al llegar a casa, papá le reprochaba el no haberse puesto la inyección y que por eso nací yo. Tal vez era lo mejor no nacer.— susurro y ella frena de golpe en plena carretera.— ¿Que haces? Nos pondrán una multa.— le digo pero ella no me hace caso y me mira furiosa.

— ¿Que dices, idiota?— me reprocha.— Si tu no hubieras nacido, ¿estariamos juntos?— niego, tiene razón no debí decir eso.— Entonces sera mejor que me vaya si no valoras tu vida.— dice sacándose el cinturón pero la detengo.

— ¡No!— digo.— Lo lamento, no quise decir eso, solo estoy enojado con ellos por esto debes enten...— el sonido de mi celular nos interrumpe, lo miro: papá. Le pongo a rechazar y lo guardo, no quiero hablar con él ahora.

— ¡Entonces no digas estupideces!— dice dándole un golpe al volante y me voltea a ver furiosa pero en cuanto nuestros ojos se encuentran ella suaviza su mirada.— En tu departamento hablamos.— dice empezando a manejar.

— Lucia.— susurro pero ella me ignora.— Lucia.— la llamo de nuevo pero me vuelve a ignorar.— Lucia...por favor.— susurro y volteo el rostro a la ventana porque las lágrimas nuevamente me traicionan y caen, parezco un niño lo sé pero en estos momentos me siento así. Siento una mano sobre la mía y volteo a verla.

— Yo nunca te dejaría solo.— entrelaza nuestros dedos y sonríe.— Pero no puedes ir diciendo que no hubieras querido nacer porque eso no lo decides tu, ¿está bien?— pregunta con voz dulce y yo asiento como un muñequito.— Bien, ahora tranquilo, vamos a tu departamento y me dirás que sucedió.— vuelvo a asentir y ella sigue manejando con nuestras manos entrelazadas. Cuando llegamos suelta mi mano para bajar del auto pero cuando nos juntamos vuelve a entrelazarlos, me acerca a ella y me besa lentamente sin que nadie nos apure y sin darme cuenta lágrimas caen de mis mejillas sin control, nos separamos por falta de aire, sonríe y me da un casto beso para empezar a caminar al ascensor. En el camino vamos tranquilos nadie habla, cuando llegamos a nuestro piso, espera ¿que? ¿dije nuestro? ¡Pues claro que es nuestro! Ella es mi novia y lo mio es suyo! Me dirije al sofá de la sala de estar y yo la jalo para que se siente en mi regazo.— Cuentame que paso.— me dice haciendo mimos en mi cabeza.

— Después de dejarte en tu casa, fuimos a la nuestra, escuche gritos en el despacho y me acercandome acerque a ver que pasaba, mamá y papá discutían, nunca los había visto discutir, cuando papá le reprochaba el haberse olvidado la inyección mamá me quede paralizado no sabia que hacer o que decir, si no hubiera sido por eso yo no estaría aqui y duele, duele mucho que no hayas sido un bebé deseado.— digo susurrando lo ultimo.

— Tal vez tus padres no estaban preparados.— acaricia mi mejilla con su mano y yo apoyo mi rostro en el con los ojos cerrados.— Solo necesitó tiempo para darse cuenta que seria papá, he visto como tus padres te miran y si hubiera sido otra persona no hubiera creído lo que dices.— me da un beso en la punta de la nariz que me hace abrir los ojos y sonreirle agarrándola de la cintura y apegandola a mi.

— Eso dijo papá, pero no quise creerle, simplemente no pude en ese momento, estaba cegado por la furia que ni siquiera dejé que se explicaran.— dije negando con la cabeza.

— No importa cariño, mañana iras a casa de tus padres y hablaras con ellos.— me dice.

— Iremos.— iba a protestar pero la detengo.— Si no vas tú, no voy yo.— le digo y rueda los ojos entonces le mando una mirada divertida esbozando una sonrisa.— ¿Acaba de rodarme los ojos, señorita Mc'Carty?— le pregunto y ella frunce el ceño pero después sonríe y asiente.

— ¿Que hará al respecto, señor Grey?— dice sonriendo.

— Pues no sé ...¿Que quiere hacer usted señorita?— le pregunto divertido y ella se acerca a mi oido.

— Entrar al cuarto de juegos.— susurra mordiendo el lóbulo de mi oreja provocando una erección.

— ¿Quieres jugar?— le pregunto apenas audible.

— Si...amo.— sonríe y se para siguiéndola yo.

— Bien...juguemos entonces.— digo jalandola al segundo piso.

Los secretos de la familia Grey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora