Capítulo 45

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Lucia.

Una semana. Una maldita semana ha pasado ya y Ted aun no quiere hablar conmigo. A Elizabeth solo la trae cuando tengo que darle de lactar y todavía se queda parado en la puerta mirando todo movimiento que hago. Pero no me importa ese momento es único, solo de mi hija y mio. Solo somos nosotras dos, mirándonos. La extraño mucho, no me es suficiente con ese momento la quiero siempre, conmigo. Cierro los ojos tratando de dormir y no pensar mas. Pero la puerta abrirse me sobresalta. Me siento en la cama y trato de mirar a la sombra en la puerta.

— ¿Ted?— murmuro confundida.

Se acerca rápidamente y me besa tirandome en la cama. Trato de separarme, estoy confundida.

— No digas nada.— me vuelve a besar.— Te extraño mucho.— cierro los ojos y lo abrazo. Yo también lo extraño mucho.

— Yo también te extraño.— lo beso pero luego recuerdo algo.— ¿Y Elizabeth?— pregunto.

— Con Phoebe.— sonríe.— Me dijo que no hagamos mucho ruido.— río bajito con las mejillas rojas. Su hermana sabe lo que haremos.

Me vuelve a besar, esta vez bajando sus besos por mi cuello, rueda en la cama quedando él debajo de mi, me siento y me quito la camisa que llevo puesta para dormir, lo miro unos segundos y luego le quito su polo, me agacho y lo beso de nuevo, extrañaba esto también. Sentirlo.

— ¿Porque haces esto?— mis manos bajan por su abdomen hasta la cinturilla de su pantalón.

— Ya lo sabes.— besa mi cuello mientras toca mis senos. Oh...eso se siente bien.— Te extraño.— muerde mi hombro, gimo.

— ¿No estábamos peleados?— se queda quieto y yo pienso que arruine el momento. Suelto un pequeño grito cuando de nuevo yo estoy debajo de él.

— Tú los has dicho. Estábamos.— su mano quita mi braga y empieza a tocarme.

Nos miramos durante un rato sin dejar de tocarnos. Quito mis manos de su pecho y las subo a su cuello para acercarlo a mi. Quiero que me bese. Su mano es remplazada por él. Entra lentamente en mi, tanto que me desespera, empujo mis caderas hacia él para que entre en mi del todo. Cierro los ojos y me arqueo, si...eso es lo que necesitaba. Empieza a moverse, cada segundo mas rápido que el otro, me arqueo hacia él y echo la cabeza hacia atrás, sus labios se posan en mi cuello, donde muerde haciéndome soltar un quejido.

— Eres mía.— susurra en mi oído.

— Tuya.

— No quiero a nadie cerca de ti.— abro los ojos y lo miro.

— Si los dices por Alexis, es solo un amigo.— cierro los ojos de nuevo y araño su espalda.

— No me gusta que este tan cerca de ti.— sus dedos presionan con fuerza mi cintura.— No me gusta que ningún hombre este cerca de ti.

Río, solo me queda reír en un momento como este. Sus movimientos se aceleran haciendome llegar a mi primero, se mueve un poco mas y al quedarse quieto sobre mi se que ha llegado, cae en mi pecho sosteniéndose, acaricio su cabello por unos minutos.

— No pasa nada con Alexis.— susurro bajito.

— Ya.— se echa a mi costado y me abraza, jala la sabana cubriéndonos a los dos.

— En serio.— lo miro.— No hay nada.

— Duerme ya, Lucía.— dice con los ojos cerrados.

— Pero...— presiona mas su agarre. No quiere que hable, suspiro y cierro los ojos. Ya mañana hablaré con él.

[...]

Palpo la cama tratando de encontrar a Ted, pero no hay nada. Me siento en la cama y observo la habitación, todo esta en orden como si no hubiera pasado nada, si no fuera porque estoy desnuda pensaría que fue un sueño. Me levanto de la cama y voy a la ducha, me lavo rápidamente, cepillo mis dientes y salgo de ahí al armario.

Me pongo la ropa, me hago una cola alta y salgo. Voy a la cocina pero solo esta Gail.

— Buen día, Gail.— saludo y beso su mejilla.

— Buen día, cariño.— sonríe. Me siento en la encimera y espero a que ella me sirva el desayuno.

— ¿Y mi hija?— pregunto.

— Aquí.— volteo a ver a Ted. Esta cambiado, y lleva a nuestra hija en brazos también ya cambiada. Me acerco para alzar a mi pequeña pero Ted una vez mas me sorprende besándome. Ahí cuando sus padres están entrando, todos se quedan callados hasta yo.

— Tenemos que hablar.— Ted le encarga un momento a Ana Liz y a mi me jala al jardín sin decir nada, antes de ser arrastrada del todo beso la frente de mi niña y ahora si me dejo llevar.— Bien...lo que paso ayer...— se queda callado y desvía la mirada.— Lo siento, no debí entrar así.

Lo miro sin entender. ¿Desde cuando Theodore Grey se disculpa por tener sexo? Río sin poder evitarlo.

— No pasa nada, soy tu esposa.— digo.

— Ya, pero...— pongo mi dedo en su boca.

— Hablemos de lo mas importante.— me mira durante segundos serio, al ver que no habla lo hago yo.— Mira.— pongo un mechón de cabello detrás de mi oreja y trago el nudo que tengo en la garganta. Me siento nerviosa. Nerviosa con mi esposo.— Se que esto no tiene explicación pero si la hay. El chico que las tenia me llamaba constantemente amenazándome, me decía que me quedaba poco tiempo con Liz.— la miro durante unos segundos, esta jugando con sus abuelos y puedo ver la gran sonrisa que tiene por tener la atención de los dos.— Me dijo que si yo entregaba a Liz ella estaría conmigo en menos tiempo, que él se encargaría de todo. Yo quería decírtelo.— tomo sus manos.— Te juro que si. Pero el miedo siempre gana y acepte, nos reunimos en el centro comercial y lo demás lo sabes.— lo miro y suspiro. Él esta tenso y me presiona muchos las manos. No puedo evitar hacer una mueca, quiero que suelte mis manos pero él no lo hace. Parece perdido en algún lugar del jardín, mis ojos se llenan de lágrimas. Duele.— Ted...me duele.— es como si no estuviera aquí.— ¡Ted!— samaqueo mis manos hasta que regresa en si soltando mis manos bruscamente.

— Yo...lo siento.— sostengo mis manos en mi pecho mientras sollozo.— Lucía.— me rodea con sus brazos y yo sollozo mas en su pecho.

— Pensé que me harías algo, es como si no estuvieras aquí.— digo mas calmada.

— Lo se.— susurra acariciando mi cabello.— Lo siento tanto, pequeña.— besa mi cabeza.— Olvidemos todo, yo lo haré. Por nosotros, por nuestra hija, por nuestra familia.— levanta mi cabeza.— Te amo.— sus labios rozan los mios un par de veces hasta que consigo atrapar los suyos y besarlo como me gusta, largo, lento y sin prisa. Solo él y yo, pongo mis manos en su cintura y sigo su beso demandante. Se separa y me mira sonriendo.

— Te amo también.

Los secretos de la familia Grey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora