Lucia.
Dos días. Dos días sin saber de mi pequeña. El dolor que tengo en el pecho no se compara con nada, le miento a Ted, mi esposo, mi todo. Ese hombre no llama y yo no se que hacer. Termino de cerrar mi maleta y la bajo, sollozo. Hoy le diré todo lo que hable con ese hombre a Ted y toda su familia, me va a odiar y me echara de su vida. Eso lo se y me duele reconocerlo. Lo amo como jamas pensé amar a una persona. Miro una vez mas la habitación y salgo con mi maleta en mano. Bajo las escaleras sin hacer el menor ruido y antes de entrar al salón donde están todos dejo mi maleta. Suspiro e ingreso a la gran sala, todos están estresados, se siente la tensión en el aire. Mis ojos se cristalizan al ver a Ted en ese estado, su cabello desordenado, las ojeras que tiene, su ropa ajada y mal puesta. Se lo diré todo tal vez eso pueda ayudar. Doy un paso hacia ellos y mi celular vibra. Miro el numero. Desconocido. Retrocedo sin que se den cuenta y salgo de ahí.
— Hola.— susurro.
— Hola hermosa.— cierro los ojos.
— ¿Donde esta mi hija?— pregunto.— ¿Porque se llevaron a Phoebe?
— Están bien. Tu cuñadita no se ha separado ni un segundo de la pequeña Liz.— ríe.
— Quiero a mi hija.
— Y la tendrás. Para eso te hablo. Mañana. Te mandaré la dirección por mensaje, se puntual. El lugar arderá en llamas después de eso.— me tenso y abro los jos asustada.
— Bien.
— Ya lo sabes. Esto es por venganza y no por dinero. También sabes que a mi me dejaran ir sin ningún problema.
— Ya lo se.— digo en tono brusco.
— Tranquila fiera.— ríe.— Solo te lo recuerdo.— cuelga.
Al rato me llega un mensaje, lo miro, es una dirección a las afueras de Seattle y viene con una hora determinada. Tengo miedo, se que tengo que decírselo a Ted. Eso voy a hacer. Camino a la sala de nuevo y al verlo mirarme con amor mi pecho duele mas. Lo he traicionado.
— Cariño...— todos me miran y yo me siento aun mas peor. Ya se donde están y si revisan mi celular sabrán el lugar. Irán ahora y yo no podre detenerlo. Camino hacia mi esposo y me siento a su lado. Lo rodeo con mis brazos y sollozo.— Tranquila, la vamos a encontrar.— me rodea aun mas fuerte y yo disfruto de este abrazo. Podría ser el último.
— Perdoname.— susurro, deja de acariciar mi espalda y me separa un poco de él, frunce el ceño.
— No tengo nada que perdonarte cariño.— mis ojos se llenan mas de lágrimas y bajo la cabeza a mis dedos.
— Yo sabia todo.— susurro, todo se queda en silencio.— Yo lleve a Liz al centro comercial porque sabia que se la llevarían, pero no sabia que Phoebe también sufriría.— tomo las manos incredulas de Ted.— Yo lo sabia todo. Yo se donde están.— sus manos quitan las mías en un movimiento brusco y se levanta.
— ¿Que estas diciendo?— pregunta.— ¡Maldita sea, Lucia!— me toma de los hombros y me levanta.— ¡¿Te das cuenta de lo que dices?!— me sacude.— ¡Entregaste a tu hija! ¡Tu propia hija!— Christian agarra a su hijo y Ana me toma a mi. Ted no separa sus ojos de mi y su mirada oscura me da miedo, miedo de lo que pueda decir.— ¿Donde están?— pregunta. Lo miro sin decir nada.— ¡¿Donde están maldita sea?!— su grito me sobresalta.
Saco mi celular, entro al mensaje y se lo extiendo. Me lo quita de un jalón y lo lee.
— Me dijo que fuera mañana.— me mira con mas cólera que antes.
— ¿Mañana? ¿Crees que voy a ir mañana por mi hermana y mi hija?— miro mis pies.
Todos se mueven de un lugar a otro tomando las cosas necesarias y una vez que están listos todos los de seguridad salen para preparar los autos. Cúando Ted va a pasar por mi lado lo tomo del brazo.
— Espera.— lo miro.— Quiero ir. Es mi hija también.— se suelta de mi mano y me mira una vez mas.
— Eso debiste pensar antes de hacer lo que hiciste.— besa la frente de su mamá y sale del salón.
Caigo en el sillón llorando. Tengo que ir. Me levanto nuevamente.
— Voy a ir.— Ana me mira incrédula.
— No.— dice.
— Es mi hija.— digo y empiezo a caminar.— Nadie puede cambiar eso.
Salgo de la casa y tomo mi auto, con suerte y llego antes que ellos, hay muchos lugares para llegar al mismo.
[...]
Estaciono el auto a dos metros de distancia. Es una casa. Ahí esta mi hija. Y la voy a sacar de ahí.
Phoebe.
— Mira Liz.— mi llavero toma su atención, gatea un poco hasta llegar a las llaves, se sienta y empieza a jugar con el.
Observo el lugar, y me sobresalto al oír gritos.
— ¡Alguien viene! ¡Pongan todo en marcha!— segundos después la puerta se abre dejando ver a Elena y Camille pero con dos tanques de gasolina en mano.
— Parece que se nos adelantaron.— dice Elena sonríendo.
Me tenso, agarro a Liz cuando empiezan a vaciar los tanques por el lugar. Sin que me lo espere alguien aparece detrás de ellas y las golpea. Miro a la persona.
— Vamonos.— dice, me levanto con Liz y lo sigo.— Parece que tu familia no sabe recibir ordenes.— murmuró entre dientes. Frunzo el ceño confundida.
Todos están distraídos vaciando los tanques. Salimos por la puerta trasera y sin contemplación prende la casa en llamas, los gritos de todos adentro no se hacen esperar haciendo llorar a Liz.
— Yo me voy. No me sigan, ni digas que me viste o me van a conocer.— asiento. Sube a un auto y empieza a manejar a toda velocidad.
— ¡No!— el grito de Lucia se escucha a lo lejos.
Camino rápidamente al otro lugar y la encuentro tirada en el piso.
— Lucia.— murmuro, levanta su cabeza y al mirarme corre hacia mi. Me abraza y luego me quita a su hija, la abraza fuertemente mientras llora.
A los segundos los carros de la familia se estacionan y de ahí salen corriendo papá y Ted. Los dos al ver a Lucia se quedan estáticos, el primero en reaccionar es papá quien viene a abrazarme.
— ¿Estas bien?— pregunta mirandome detenidamente. Asiento sonriendo.
— Damela.— el murmuro de Ted me hace voltear a verlos, los dos pelean por tener a Liz, Lucia se da por vencida y se la da.— ¿A caso no entendiste que no deberías de venir?— pregunta molesto.
Frunzo el ceño al verlos pelear y miro a papá.
— Ella sabía todo esto.